Más Testimonios Acerca de Jesus

Lección 6, 4°Trimestre, del 2 al 8 de Noviembre del 2024.

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Sábado por la tarde, 2 de Noviembre

Texto para memorizar:

Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. RVa — Juan 12:32


Pero la obra de la redención humana no es todo lo que ha de lograrse por la cruz. El amor de Dios se manifiesta al universo. El príncipe de este mundo es echado fuera. Las acusaciones que Satanás había presentado contra Dios son refutadas. El oprobio que había arrojado contra el Cielo queda para siempre eliminado. Los ángeles tanto como los hombres son atraídos al Redentor. "Yo, si fuere levantado de la tierra—dijo él,—a todos traeré a mí mismo."

Muchas personas había en derredor de Cristo mientras pronunció estas palabras, y una dijo: "Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre: ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre? Entonces Jesús les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros: andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz."

"Empero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él." Habían preguntado una vez al Salvador: "¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos?"4 Innumerables señales habían sido dadas; pero habían cerrado los ojos y endurecido su corazón. Ahora que el Padre mismo había hablado, y no podían ya pedir otra señal, seguían negándose a creer.

"Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él; mas por causa de los Fariseos, no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga." Amaban la alabanza de los hombres más que la aprobación de Dios. A fin de ahorrarse oprobio y vergüenza, negaron a Cristo y rechazaron el ofrecimiento de la vida eterna. ¡Y cuántos, a través de todos los siglos transcurridos desde entonces, han hecho la misma cosa! A todos ellos se aplican las palabras de amonestación del Señor: "El que ama su vida, la perderá." "El que me desecha—dijo Jesús,—y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero." DTG 579.2 - DTG 580.1

Domingo, 3 de Noviembre

Humildad: Juan el Bautista Vuelve a dar Testimonio


Lee Juan 3:25-36. ¿Cómo se compara Juan el Bautista con Jesús?

"Los discípulos de Juan vinieron a él con sus quejas, diciendo: "Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, he aquí que éste bautiza, y todos acuden a él". Juan poseía las debilidades comunes de la naturaleza humana. En este asunto fue sometido a una dura prueba. Su influencia como profeta de Dios había sido mayor que la de cualquier otro hombre, hasta que comenzó el ministerio de Cristo; pero la fama de este nuevo maestro atraía la atención de todo el pueblo, y en consecuencia, la popularidad de Juan estaba disminuyendo. Sus discípulos le presentaron la verdadera exposición del caso: Jesús bautiza, y todos acuden a él. 2SP 136.4

Juan se hallaba en una posición peligrosa; si hubiera justificado los celos de sus discípulos con una palabra de simpatía o de aliento a sus murmuraciones, se habría creado una grave división. Pero el espíritu noble y desinteresado del profeta brilló en la respuesta que dio a sus seguidores:- 2SP 137.1

"'Nada puede recibir el hombre, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me dais testimonio de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado antes que él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, que está de pie y lo oye, se regocija grandemente por la voz del novio; se cumple, pues, este mi gozo. Es necesario que él crezca, pero que yo disminuya"'2SP 137.2

"Si Juan hubiera manifestado desilusión o pena al ser reemplazado por Jesús; si hubiera permitido que sus simpatías se despertaran en su propio favor, cuando percibió que su poder sobre el pueblo estaba disminuyendo; si hubiera perdido de vista por un momento su misión en esta hora de tentación, el resultado habría sido desastroso para el establecimiento de la iglesia cristiana. Se habrían sembrado las semillas de la disensión, habría surgido la anarquía y la causa de Dios habría languidecido por falta de obreros adecuados. 2SP 137.3

"Pero Juan, sin tener en cuenta su interés personal, se levantó en defensa de Jesús, dando testimonio de su superioridad como el Prometido de Israel, cuyo camino había venido a preparar. Se identificó plenamente con la causa de Cristo y declaró que su mayor alegría era su éxito. Luego, elevándose por encima de todas las consideraciones mundanas, dio este notable testimonio -casi la contraparte del que Jesús había dado a Nicodemo en su entrevista secreta:- 2SP 138.1

"El que viene de lo alto está por encima de todo; el que es de la tierra es terrenal y habla de la tierra; el que viene del cielo está por encima de todo. Y lo que ha visto y oído, eso testifica; y nadie recibe su testimonio. El que ha recibido su testimonio ha sellado que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no le da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; y el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.'" 2SP 138.2

Lunes, 4 de Noviembre

Una Nueva Concepción Acerca del Mesías


Lee Juan 1:32-36. ¿Qué dice aquí Juan el Bautista sobre Jesús que la gente no esperaba del Mesías tan esperado?

Los diputados de Jerusalén habían preguntado a Juan: "¿Por qué, pues, bautizas?" y estaban aguardando su respuesta. Repentinamente, al pasear Juan la mirada sobre la muchedumbre, sus ojos se iluminaron, su rostro se animó, todo su ser quedó conmovido por una profunda emoción. Con la mano extendida, exclamó: "Yo bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno, a quien no conocéis, el mismo que viene después de mí, a quien no soy digno de desatar la correa de su zapato."4

El mensaje que debía ser llevado al Sanedrín era claro e inequívoco. Las palabras de Juan no podían aplicarse a otro, sino al Mesías prometido. Este se hallaba entre ellos. Con asombro, los sacerdotes y gobernantes miraban en derredor suyo esperando descubrir a Aquel de quien había hablado Juan. Pero no se le distinguía entre la multitud.

Cuando, en ocasión del bautismo de Jesús, Juan le señaló como el Cordero de Dios, una nueva luz resplandeció sobre la obra del Mesías. La mente del profeta fué dirigida a las palabras de Isaías: "Como cordero fué llevado al matadero."5 Durante las semanas que siguieron, Juan estudió con nuevo interés las profecías y la enseñanza de las ceremonias de los sacrificios. No distinguía claramente las dos fases de la obra de Cristo—como sacrificio doliente y como rey vencedor,—pero veía que su venida tenía un significado más profundo que el que discernían los sacerdotes y el pueblo. Cuando vió a Jesús entre la muchedumbre, al volver él del desierto, esperó confiadamente que daría al pueblo alguna señal de su verdadero carácter. Casi impacientemente esperaba oír al Salvador declarar su misión; pero Jesús no pronunció una palabra ni dió señal alguna. No respondió al anunció que hiciera el Bautista acerca de él, sino que se mezcló con los discípulos de Juan sin dar evidencia externa de su obra especial, ni tomar medidas que lo pusiesen en evidencia. DTG 109.3 - DTG 110.2

Recordando cómo Juan había repetido las profecías concernientes al Mesías, recordando la escena del bautismo de Jesús, los sacerdotes y gobernantes no se atrevieron a decir que el bautismo de Juan procedía del cielo. Si ellos hubiesen reconocido que Juan era profeta, como creían que lo era, ¿cómo hubieran podido negar su testimonio de que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios? Y no podían decir que el bautismo de Juan era de los hombres, debido al pueblo que creía que Juan era profeta. Por lo tanto, dijeron: "No sabemos". PVGM 218.2

Martes, 5 de Noviembre

Aceptación y Rechazo


Lee Juan 6:51-71. ¿Qué dijo Jesús que a la gente le costó aceptar?

“ Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre." Cristo añadió luego otra figura a ésta. Únicamente muriendo podía impartir vida a los hombres, y en las palabras que siguen señala su muerte como el medio de salvación. Dice: "El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo." DTG 352.2

Entonces los rabinos exclamaron airadamente: "¿Cómo puede éste darnos su carne a comer?" Afectaron comprender sus palabras en el mismo sentido literal que Nicodemo cuando preguntó: "¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?"8 Hasta cierto punto comprendían lo que Jesús quería decir, pero no querían reconocerlo. Torciendo sus palabras, esperaban crear prejuicios contra él en la gente.

Cristo no suavizó su representación simbólica. Reiteró la verdad con lenguaje aun más fuerte: "De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él." DTG 353.1 - DTG 353.2

Los judíos incrédulos se negaron a ver otra cosa sino el sentido más literal de las palabras del Salvador. Por la ley ritual se les prohibía probar la sangre, y ahora torcieron el lenguaje de Cristo hasta hacerlo parecer sacrílego, y disputaban entre sí acerca de él. Muchos, aun entre los discípulos dijeron: "Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?" DTG 354.2

La prueba era demasiado grande. El entusiasmo de aquellos que habían procurado tomarle por fuerza y hacerle rey se enfrió. Este discurso pronunciado en la sinagoga—declararon,—les había abierto los ojos. Ahora estaban desengañados. Para ellos, las palabras de él eran una confesión directa de que no era el Mesías, y de que no se habían de obtener recompensas terrenales por estar en relación con él. Habían dado la bienvenida a su poder de obrar milagros; estaban ávidos de verse libres de la enfermedad y el sufrimiento; pero no podían simpatizar con su vida de sacrificio propio. No les interesaba el misterioso reino espiritual del cual les hablaba. Los que no eran sinceros, los egoístas, que le habían buscado, no le deseaban más. Si no quería consagrar su poder e influencia a obtener su libertad de los romanos, no querían tener nada que ver con él. DTG 356.1

Por el reproche público dirigido a su incredulidad, estos discípulos se alejaron aun más de Jesús. DTG 356.3

Miércoles, 6 de Noviembre

El Testimonio del Padre


Lee Juan 5:36-38. ¿Qué dice Jesús aquí sobre el Padre?

"Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para que las acabe, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre mismo, que me ha enviado, ha dado testimonio de mí. No habéis oído jamás su voz, ni habéis visto su figura. Y no tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque a quien él envió, a ése no creéis". El testimonio del Padre había sido dado. 'Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí que los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y se posaba sobre él; y he aquí una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.'" ST 13 de Noviembre de 1893, par. 2

Lee Mateo 3:17, Mateo 17:5, Marcos 1:11 y Lucas 3:22 (véase también 2 Pe. 1:17, 18). ¿Qué dice el Padre sobre Jesús?

Sin embargo, recibieron gran luz. Se les aseguró que todo el cielo conocía el pecado de la nación judía al rechazar a Cristo. Se les dió una percepción más clara de la obra del Redentor. Vieron con sus ojos y oyeron con sus oídos cosas que superaban la comprensión humana. Fueron "testigos oculares de su majestad,"7 y comprendieron que Jesús era de veras el Mesías, de quien los patriarcas y profetas habían dado testimonio, y que era reconocido como tal por el universo celestial.

Mientras estaban aún mirando la escena sobre el monte, "he aquí una nube de luz que los cubrió; y he aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento: a él oíd." Mientras contemplaban la nube de gloria, más resplandeciente que la que iba delante de las tribus de Israel en el desierto; mientras oían la voz de Dios que hablaba en la pavorosa majestad que hizo temblar la montaña, los discípulos cayeron abrumados al suelo. Permanecieron postrados, con los rostros ocultos, hasta que Jesús se les acercó, y tocándolos, disipó sus temores con su voz bien conocida: "Levantaos, y no temáis." Aventurándose a alzar los ojos, vieron que la gloria celestial se había desvanecido y que Moisés y Elías habían desaparecido. Estaban sobre el monte, solos con Jesús. DTG 392.1 - DTG 392.2

Jueves, 7 de Noviembre

El Testimonio de la Multitud


Cuando Jesús habló a los judíos que asistían a la Fiesta de los Tabernáculos, ¿cuál fue la respuesta de muchos de la multitud? (Véase Juan 7:37-53.)

Día tras día enseñaba a la gente, hasta el último, "el postrer día grande de la fiesta." La mañana de aquel día halló al pueblo cansado por el largo período de festividades. De repente, Jesús alzó la voz, en tono que repercutía por los atrios del templo, y dijo:

"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre." La condición del pueblo daba fuerza a este llamamiento. Habían estado participando de una continua escena de pompa y festividad, sus ojos estaban deslumbrados por la luz y el color, y sus oídos halagados por la más rica música; pero no había nada en toda esta ceremonia que satisficiese las necesidades del espíritu, nada que aplacase la sed del alma por lo imperecedero. Jesús los invitaba a venir y beber en la fuente de la vida, de aquello que sería en ellos un manantial de agua que brotara para vida eterna. DTG 417.1 - DTG 417.2

"La atención del pueblo se detuvo. Aquella voz clara y penetrante transmitió sus palabras hasta los confines de la congregación. ¿Qué efecto produjeron? - "Muchos de los presentes, al oír estas palabras, decían: 'Verdaderamente, éste es el Profeta'. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿Vendrá el Cristo de Galilea?". La incredulidad surgió en muchas mentes, porque estaban razonando sobre falsas pretensiones. En su ignorancia habían recibido rumores, y suponían que Jesús había nacido en Galilea. Pero había nacido en Belén. Algunos de los sacerdotes y gobernantes querían llevárselo, pero no se atrevían a ponerle las manos encima de una manera tan pública. El pueblo no pensaba lo mismo que los sacerdotes y los jefes. Estos últimos enviaron oficiales para que se llevaran a Jesús y detuvieran aquella voz que despertaba tanto interés en aquella inmensa reunión. Los oficiales llegaron a la presencia del Salvador; oyeron sus palabras, miraron su rostro, y fue como si lo glorificaran. Sus palabras hablaron directamente a sus corazones, olvidaron su misión y regresaron sin Jesús. Los sacerdotes y los gobernantes preguntaron: "¿Por qué no lo habéis traído?". La respuesta no se hizo esperar: 'Jamás hombre alguno habló como éste'". ST 23 de Julio de 1896, par. 3

Viernes, 8 de Noviembre

Estudio Adicional

"Los fariseos, al llegar por primera vez a la presencia de Cristo, habían sentido toda esta reverencia, todas estas convicciones; sus mentes y sus corazones estaban profundamente conmovidos. Con un poder casi irresistible se les impuso la convicción de que "nunca hombre alguno habló como éste". Si hubieran cedido a la influencia del Espíritu, habrían recibido a Jesús, y habrían avanzado de la luz a una luz mayor; pero se envolvieron en sus vestiduras de justicia propia, y pisotearon las convicciones de la conciencia. Los fariseos respondieron a los oficiales con escarnio y desprecio: "¿También vosotros estáis engañados? ¿Ha creído en él alguno de los magistrados o de los fariseos? Pero este pueblo que no conoce la ley es maldito". Aquí estaba uno que era el fundamento mismo de las ceremonias judías, uno que hizo la ley, uno que en el monte Sinaí proclamó la ley, uno que conocía cada fase y principio de la ley. Pero no fue reconocido ni admitido por los dirigentes de Israel. ST 23 de Julio de 1896, par. 5

"Nicodemo, que fue a Cristo de noche, había recibido luz. Las lecciones de Cristo eran como la semilla que se deja caer en el corazón, para que brote y dé fruto. Se había encendido una luz que aumentaría y brillaría más y más hasta el día perfecto. Las palabras de Nicodemo tenían peso ante los gobernantes y fariseos, pues era el principal gobernante del pueblo y ocupaba un alto puesto en el Sanedrín. Dijo: "¿Juzga nuestra ley a alguno, antes que le oiga y sepa lo que hace?". Ellos le respondieron con amarga burla: "¿Tú también eres de Galilea? Escudriña y mira, porque de Galilea no ha salido profeta". ¿No había escudriñado las profecías? ¿No había oído al mismo Cristo? Podría haber testificado, con los oficiales enviados a arrestar a Jesús: "Nunca hombre alguno habló como éste." La lección dada aquella noche a Nicodemo fue para él como una luz que brilla en un lugar oscuro hasta que amanece, y el lucero del día surge en el corazón. ¿Quiénes fueron los engañados? -Los hombres que sofocaron la convicción, que apartaron el oído para no oír la verdad, y se volvieron a las fábulas". ST 23 de julio de 1896, par. 6