“Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas. RVR1960 — Éxodo 40:34, 38
“El santuario celestial, en el cual Jesús ministra, es el gran modelo, del cual el santuario edificado por Moisés no era más que trasunto. Dios puso su Espíritu sobre los que construyeron el santuario terrenal. La pericia artística desplegada en su construcción fue una manifestación de la sabiduría divina. Las paredes tenían aspecto de oro macizo, y reflejaban en todas direcciones la luz de las siete lámparas del candelero de oro. La mesa de los panes de la proposición y el altar del incienso relucían como oro bruñido. La magnífica cubierta que formaba el techo, recamada con figuras de ángeles, en azul, púrpura y escarlata, realzaba la belleza de la escena. Y más allá del segundo velo estaba la santa Shekina, la manifestación visible de la gloria de Dios, ante la cual solo el sumo sacerdote podía entrar y sobrevivir. CS 409.3
“El esplendor incomparable del tabernáculo terrenal reflejaba a la vista humana la gloria de aquel templo celestial donde Cristo nuestro precursor ministra por nosotros ante el trono de Dios. La morada del Rey de reyes, donde miles y miles ministran delante de él, y millones de millones están en su presencia (Daniel 7:10); ese templo, lleno de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus flamantes guardianes, cubren sus rostros en adoración, no podía encontrar en la más grandiosa construcción que jamás edificaran manos humanas, más que un pálido reflejo de su inmensidad y de su gloria. Con todo, el santuario terrenal y sus servicios revelaban importantes verdades relativas al santuario celestial y a la gran obra que se llevaba allí a cabo para la redención del hombre. CS 409.4
“Los lugares santos del santuario celestial están representados por los dos departamentos del santuario terrenal. Cuando en una visión le fue dado al apóstol Juan que viese el templo de Dios en el cielo, contempló allí “siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono”. Apocalipsis 4:5 (VM). Vio un ángel que tenía “en su mano un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso, para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos, encima del altar de oro que estaba delante del trono”. Apocalipsis 8:3 (VM). Se le permitió al profeta contemplar el primer departamento del santuario en el cielo; y vio allí las “siete lámparas de fuego” y el “altar de oro” representados por el candelabro de oro y el altar de incienso en el santuario terrenal. De nuevo, “fue abierto el templo de Dios” (Apocalipsis 11:19, VM), y miró hacia adentro del velo interior, el lugar santísimo. Allí vio “el arca de su pacto”, representada por el cofre sagrado construído por Moisés para guardar la ley de Dios.” CS 410.1
Lea Éxodo 35:1-3. ¿Qué verdad se reiteró al pueblo aquí en el contexto de la construcción del santuario?
““Esto es lo que ha dicho Jehová: “Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana””. Así lo hicieron, y vieron que no se echó a perder. Y Moisés dijo: “Comedlo hoy, porque hoy es sábado dedicado a Jehová; hoy no hallaréis nada en el campo. Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, que es sábado, nada se hallará”. PP 268.1
“Dios requiere que hoy su santo día se observe tan sagradamente como en el tiempo de Israel. El mandamiento que se dio a los hebreos debe ser considerado por todos los cristianos como una orden de parte de Dios para ellos. El día anterior al sábado debe ser un día de preparación a fin de que todo esté listo para sus horas sagradas. En ningún caso debemos permitir que nuestros propios negocios ocupen el tiempo sagrado. Dios ha mandado que se atienda a los que sufren y a los enfermos; el trabajo necesario para darles bienestar es una obra de misericordia, y no es una violación del sábado; pero todo trabajo innecesario debe evitarse. Muchos, por descuido, postergan hasta el inicio del sábado cosas pequeñas que pudieron haberse hecho en el día de preparación. Esto no debe ocurrir. El trabajo que no se hizo antes del principio del sábado debe quedar sin hacerse hasta que pase ese día. Este procedimiento fortalecería la memoria de los olvidadizos, y los ayudaría a realizar sus tareas en los seis días de trabajo.” PP 268.2
“Al hacer que los hombres violaran el segundo mandamiento, Satanás se propuso degradar el concepto que tenían del Ser divino. Anulando el cuarto mandamiento, les haría olvidar completamente a Dios. El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: “Jehová es el Dios verdadero: él es el Dios vivo y el Rey eterno [...]. Los dioses, que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos. Él hizo con su poder la tierra, con su saber puso en orden el mundo y con su sabiduría extendió los cielos [...]. Todo hombre se embrutece, le falta conocimiento; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición y no hay espíritu en ella. Vanidad son, obra vana; en el tiempo de su castigo perecerán. No es así la porción de Jacob, porque él es el Hacedor de todo”. Jeremías 10:10-16.
El sábado, como recordatorio del poder creador de Dios, lo señala a él como Creador de los cielos y de la tierra. Por lo tanto, es un testimonio perpetuo de su existencia, y un recuerdo de su grandeza, su sabiduría y su amor. Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido existir ateos ni idólatras. PP 306.3-306.4
La institución del sábado, cuyo origen se remonta al Edén, es tan antigua con el mundo mismo. Ese día fue observado por todos los patriarcas, desde la creación en adelante. Durante su esclavitud en Egipto, los israelitas fueron obligados por sus amos a violar el sábado, y perdieron en gran parte el conocimiento de su santidad. Cuando se proclamó la ley en el Sinaí, las primeras palabras del cuarto mandamiento fueron: “Acuérdate del sábado para santificarlo”, lo cual demuestra que el sábado no se instituyó entonces; se indica su origen haciéndolo remontar a la creación. Para borrar a Dios de la mente de los hombres, Satanás se propuso derribar este gran monumento recordativo. Si pudiera inducir a los hombres a olvidar a su Creador, ya no harían esfuerzos para resistir al poder del mal, y Satanás estaría seguro de su presa. PP 306.5
Lea Éxodo 35:4–36:7. ¿Qué lecciones importantes podemos aprender hoy en día?
“Para la construcción del santuario fue necesario hacer grandes y costosos preparativos; hacía falta gran cantidad de los materiales más preciosos y caros; no obstante, el Señor únicamente aceptó ofrendas voluntarias. “Di a los hijos de Israel que recojan para mí una ofrenda. De todo hombre que la dé voluntariamente, de corazón, recogeréis mi ofrenda”. Éxodo 25:2. Esta fue la orden divina que Moisés repitió a la congregación. La devoción a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos para construir la morada del Altísimo. Todo el pueblo respondió unánimemente. “Todo aquel a quien su corazón impulsó, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, trajo una ofrenda a Jehová para la obra del Tabernáculo de reunión, para toda su obra y para las sagradas vestiduras. Vinieron tanto hombres como mujeres, todos de corazón generoso, y trajeron cadenas, zarcillos, anillos, brazaletes y toda clase de joyas de oro; todos presentaban una ofrenda de oro a Jehová.” PP 314.1
“”Todo hombre que tenía azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, o pieles de tejones, lo traía. Todo el que ofrecía una ofrenda de plata o de bronce, traía a Jehová la ofrenda; y todo el que tenía madera de acacia, la traía para toda la obra del servicio. PP 314.2
“”Además, todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó, hilaron hábilmente pelo de cabra. PP 314.3
“Los príncipes trajeron piedras de ónice y las piedras de los engastes para el efod y el pectoral, las especias aromáticas y el aceite para el alumbrado, para la unción y para el incienso aromático”. Éxodo 35:21-28. PP 314.4
“Mientras se llevaba a cabo la construcción del santuario, el pueblo, fueran ancianos o jóvenes, adultos, mujeres o niños, continuaron trayendo sus ofrendas hasta que los encargados de la obra vieron que ya tenían lo suficiente, y aun más de lo que podrían usar. Y Moisés hizo proclamar por todo el campamento: “Ningún hombre ni mujer haga más labores para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más”. Éxodo 36:6.
Las murmuraciones de los israelitas y cómo Dios castigó sus pecados, fueron registrados como advertencia para las futuras generaciones. Y su devoción, su celo y generosidad, son un ejemplo digno de imitarse. Todos los que aman el culto de Dios y aprecian la bendición de su santa presencia, mostrarán el mismo espíritu de sacrificio en la preparación de una casa donde él pueda reunirse con ellos. Desearán traer al Señor una ofrenda de lo mejor que posean. La casa que se construya para Dios no debe quedar endeudada, pues con ello Dios sería deshonrado. Debe darse voluntariamente una cantidad suficiente para llevar a cabo la obra, para que los que la construyen puedan decir, como dijeron los constructores del tabernáculo: “No traigáis ya ofrendas”.” PP 314.5-315.1
Lee Éxodo 36:8–39:31. ¿Por qué crees que se dieron instrucciones tan explícitas? ¿Qué nos enseña esto sobre cómo Dios se preocupa por cada detalle?
““Me harán un santuario, para que yo habite en medio de ellos” (Éxodo 25:8, VM), había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el monte con Dios. Los israelitas estaban peregrinando por el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiese ser llevado de un lugar a otro; no obstante era una construcción de gran magnificencia. Sus paredes consistían en tablones ricamente revestidos de oro y asegurados en basas de plata, mientras que el techo se componía de una serie de cortinas o cubiertas, las de fuera de pieles, y las interiores de lino fino magníficamente recamado con figuras de querubines. A más del atrio exterior, donde se encontraba el altar del holocausto, el tabernáculo propiamente dicho consistía en dos departamentos llamados el lugar santo y el lugar santísimo, separados por rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante cerraba la entrada que conducía al primer departamento. CS 407.2
“En el lugar santo se encontraba hacia el sur el candelabro, con sus siete lámparas que alumbraban el santuario día y noche; hacia el norte estaba la mesa de los panes de la proposición; y ante el velo que separaba el lugar santo del santísimo estaba el altar de oro para el incienso, del cual ascendía diariamente a Dios una nube de sahumerio junto con las oraciones de Israel. CS 408.1
“En el lugar santo se encontraba hacia el sur el candelabro, con sus siete lámparas que alumbraban el santuario día y noche; hacia el norte estaba la mesa de los panes de la proposición; y ante el velo que separaba el lugar santo del santísimo estaba el altar de oro para el incienso, del cual ascendía diariamente a Dios una nube de sahumerio junto con las oraciones de Israel.” CS 408.2
“El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. “Sin derramamiento de sangre”, dice el apóstol, no hay remisión de pecados. “La vida de la carne en la sangre está”. Levítico 17:11. La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía entonces comer la carne, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón, diciendo: “Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación”. Levítico 10:17. Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al santuario. CS 413.2
“Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. “Así hará expiación por el santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el tabernáculo de reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias”. Debía hacerse también una expiación por el altar: “Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel”. Levítico 16:16, 19 (VM). CS 413.3
“Una vez al año, en el gran día de las expiaciones, el sacerdote entraba en el lugar santísimo para purificar el santuario. El servicio que se realizaba allí completaba la serie anual de los servicios. En el día de las expiaciones se llevaban dos machos cabríos a la entrada del tabernáculo y se echaban suertes sobre ellos, “la una suerte para Jehová y la otra para Azazel”. Vers. 8. El macho cabrío sobre el cual caía la suerte para Jehová debía ser inmolado como ofrenda por el pecado del pueblo. Y el sacerdote debía llevar velo adentro la sangre de aquel y rociarla sobre el propiciatorio y delante de él. También había que rociar con ella el altar del incienso, que se encontraba delante del velo. CS 414.1
““Y pondrá Aarón entrambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y le enviará al desierto por mano de un hombre idóneo. Y el macho cabrío llevará sobre sí las iniquidades de ellos a tierra inhabitada”. Levítico 16:21, 22 (VM). El macho cabrío emisario no volvía al real de Israel, y el hombre que lo había llevado afuera debía lavarse y lavar sus vestidos con agua antes de volver al campamento.” CS 414.2
Lea Éxodo 40:1-38. ¿Cómo discernían los israelitas la presencia de Dios?
“Se necesitó alrededor de medio año para construir el tabernáculo. Cuando se terminó, Moisés examinó toda la obra de los constructores, comparándola con el modelo que se le enseñó en el monte y con las instrucciones que había recibido de Dios. “Cuando Moisés vio toda la obra, y que la habían hecho como Jehová había mandado, los bendijo”. Éxodo 39:43. Con anhelante interés las multitudes de Israel se agolparon para ver el sagrado edificio. Mientras contemplaban la escena con reverente satisfacción, la columna de nube descendió sobre el santuario, y lo envolvió. “Y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo”. Éxodo 40:34. Hubo una revelación de la majestad divina, y por un momento ni siquiera Moisés pudo entrar. Con profunda emoción, el pueblo vio la señal de que la obra de sus manos era aceptada. No hubo demostraciones de regocijo en alta voz. Una solemne reverencia se apoderó de todos. Pero la alegría de sus corazones se manifestó en lágrimas de felicidad, y susurraron fervientes palabras de gratitud porque Dios había condescendido a morar con ellos.” PP 317.5
“Moisés hizo el santuario terrenal, “conforme al modelo que había visto”. Pablo declara que “el tabernáculo y todos los vasos del ministerio”, después de haber sido hechos, eran símbolos de “las cosas celestiales”. Hechos 7:44; Hebreos 9:21, 23. Y Juan dice que vio el santuario celestial. Aquel santuario, en el cual oficia Jesús en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario construído por Moisés era una copia. PP 324.3
“Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde “miles de miles” le sirven y “millones de millones” están delante de él (Daniel 7:10), de aquel templo lleno de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro en su adoración. Sin embargo, las importantes verdades acerca del santuario celestial y de la gran obra que allí se efectúa en favor de la redención del hombre debían enseñarse mediante el santuario terrenal y sus servicios.” PP 325.1
Lee Juan 1:14. ¿En qué se compara la encarnación de Cristo con el tabernáculo?
“Dios ordenó a Moisés respecto a Israel: “Hacerme han un santuario, y yo habitaré entre ellos,”11Éxodo 25:8. y moraba en el santuario en medio de su pueblo. Durante todas sus penosas peregrinaciones en el desierto, estuvo con ellos el símbolo de su presencia. Así Cristo levantó su tabernáculo en medio de nuestro campamento humano. Hincó su tienda al lado de la tienda de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su vida y carácter divinos. “Aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” DTG 15.1
“Desde que Jesús vino a morar con nosotros, sabemos que Dios conoce nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares. Cada hijo e hija de Adán puede comprender que nuestro Creador es el amigo de los pecadores. Porque en toda doctrina de gracia, toda promesa de gozo, todo acto de amor, toda atracción divina presentada en la vida del Salvador en la tierra, vemos a “Dios con nosotros.”” DTG 15.2
Lea Apocalipsis 21:1-3. ¿Qué se nos presenta aquí?
““Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y ya no había mar. Y yo, Juan, vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia adornada para su esposo. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí, el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron”. Esta es la compañía con la que deseamos estar. Entonces demostrémoslo con nuestras obras y quitemos de nuestros corazones todo lo que aleja a Jesús. La lluvia tardía caerá sobre el pueblo de Dios. Un ángel poderoso descenderá del cielo y toda la tierra se iluminará con su gloria. ¿Estamos preparados para participar en la gloriosa obra del tercer ángel? ¿Están nuestros vasos preparados para recibir el rocío celestial? ¿Tenemos impureza y pecado en el corazón? Si es así, limpiemos el templo del alma y preparémonos para las lluvias tardías. El refresco de la presencia del Señor nunca llegará a los corazones llenos de impureza. ¡Que Dios nos ayude a morir a nosotros mismos, para que Cristo, la esperanza de la gloria, se forme en nuestro interior! Debo tener el Espíritu de Dios en mi corazón. Nunca podré avanzar para hacer la gran obra de Dios, a menos que el Espíritu Santo repose sobre mi alma. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, mi alma”. El día del juicio está sobre nosotros. ¡Ojalá podamos lavar nuestras vestiduras de carácter y blanquearlas en la sangre del Cordero! RH April 21, 1891, par. 11
“En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados “por las cosas que” están “escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:12. Entonces por el poder de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo manchaban. PP 325.5
“Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos han de borrarse de los registros celestiales, para no ser ya recordados, en el símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para siempre de la congregación. PP 326.1
“Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será concluida cuando se saque el pecado del santuario celestial y sea colocado sobre Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así en el servicio simbólico, el ciclo anual del ministerio se completaba con la purificación del santuario y la confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío de Azazel. PP 326.2
“Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será concluida cuando se saque el pecado del santuario celestial y sea colocado sobre Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así en el servicio simbólico, el ciclo anual del ministerio se completaba con la purificación del santuario y la confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío de Azazel. PP 326.3