"¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti. RVa — Isaías 49:15
Si vosotros, pues, siendo humanos y malos, "sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"12 El Espíritu Santo, su representante, es la mayor de todas sus dádivas. Todas las "buenas dádivas" quedan abarcadas en ésta. El Creador mismo no puede darnos cosa alguna que sea mejor ni mayor. Cuando suplicamos al Señor que se compadezca de nosotros en nuestras aflicciones y que nos guíe mediante su Espíritu Santo, no desoirá nuestra petición. Es posible que aun un padre se aleje de su hijo hambriento, pero Dios no podrá nunca rechazar el clamor del corazón menesteroso y anhelante. ¡Con qué ternura maravillosa describió su amor! A los que en días de tinieblas sientan que Dios no cuida de ellos, éste es el mensaje del corazón del Padre: "Sion empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida". DMJ 112.1
Toda promesa de la Palabra de Dios viene a ser un motivo para orar, pues su cumplimiento nos es garantizado por la palabra empeñada por Jehová. Tenemos el privilegio de pedir por medio de Jesús cualquier bendición espiritual que necesitemos. Podemos decir al Señor exactamente lo que necesitamos, con la sencillez de un niño. Podemos exponerle nuestros asuntos temporales, y suplicarle pan y ropa, así como el pan de vida y el manto de la justicia de Cristo. Nuestro Padre celestial sabe que necesitamos todas estas cosas, y nos invita a pedírselas. En el nombre de Jesús es como se recibe todo favor. Dios honrará ese nombre y suplirá nuestras necesidades con las riquezas de su liberalidad. DMJ 112.2
Lee Salmo 103:13, Isaías 49:15 y Jeremías 31:20. ¿Qué transmiten estas descripciones sobre la naturaleza y la profundidad de la compasión de Dios?
Jesús dice a todo extraviado: "Dame, hijo mío, tu corazón."3 "Convertíos, hijos rebeldes, sanaré vuestras rebeliones."4 La juventud no puede ser verdaderamente feliz sin el amor de Jesús. El está aguardando con compasiva ternura para oír las confesiones del díscolo, y para aceptar su arrepentimiento. El aguarda su gratitud como la madre aguarda la sonrisa de reconocimiento de su hijo amado. El gran Dios nos enseña a llamarle Padre. El quisiera que comprendiésemos cuán fervorosa y tiernamente nos ama su corazón en todas nuestras pruebas y tentaciones. "Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen."5 Antes podrá la madre olvidarse de su hijo que Dios del alma que confía en él. OE 222.1
¿Olvidará el Señor a su pueblo en esa hora de prueba? ¿Olvidó acaso al fiel Noé cuando sus juicios cayeron sobre el mundo antediluviano? ¿Olvidó acaso a Lot cuando cayó fuego del cielo para consumir las ciudades de la llanura? ¿Se olvidó de José cuando estaba rodeado de idólatras en Egipto? ¿o de Elías cuando el juramento de Jezabel le amenazaba con la suerte de los profetas de Baal? ¿Se olvidó de Jeremías en el oscuro y húmedo pozo en donde había sido echado? ¿Se olvidó acaso de los tres jóvenes en el horno ardiente o de Daniel en el foso de los leones?
"Sión empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida". Isaías 49:14-16 (VM). El Señor de los ejércitos ha dicho: "Aquel que os toca a vosotros, le toca a él en la niña de su ojo". Zacarías 2:8 (VM).
Aunque los enemigos los arrojen a la cárcel, las paredes de los calabozos no pueden interceptar la comunicación entre sus almas y Cristo. Aquel que conoce todas sus debilidades, que ve todas sus pruebas, está por encima de todos los poderes de la tierra; y acudirán ángeles a sus celdas solitarias, trayéndoles luz y paz del cielo. La prisión se volverá palacio, pues allí moran los que tienen mucha fe, y los lóbregos muros serán alumbrados con luz celestial como cuando Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios a medianoche en el calabozo de Filipos.
Los juicios de Dios caerán sobre los que traten de oprimir y aniquilar a su pueblo. Su paciencia para con los impíos da a estos alas en sus transgresiones, pero su castigo no será menos seguro ni terrible por mucho que haya tardado en venir. "Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño". Isaías 28:21 (VM). Para nuestro Dios misericordioso la tarea de castigar resulta extraña. "Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío". Ezequiel 33:11. El Señor es "compasivo y clemente, lento en iras y grande en misericordia y en fidelidad, [...] que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado". Sin embargo "visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y hasta la cuarta generación". "¡Jehová es lento en iras y grande en poder, y de ningún modo tendrá por inocente al rebelde!" Éxodo 34:6, 7; Nahúm 1:3 (VM). Él vindicará con terribles manifestaciones la dignidad de su ley pisoteada. Puede juzgarse de cuán severa ha de ser la retribución que espera a los culpables por la repugnancia que tiene el Señor para hacer justicia. La nación a la que soporta desde hace tanto tiempo y a la que no destruirá hasta que no haya llenado la medida de sus iniquidades, según el cálculo de Dios, beberá finalmente de la copa de su ira sin mezcla de misericordia. CS 610.1 - CS 611.1
Lee Oseas 11:1-9. ¿De qué manera las imágenes de estos versículos dan vida a la forma en que Dios ama y cuida de su pueblo?
El Señor había tratado a Israel con ternura al librarlo de la servidumbre egipcia y mientras viajaba hacia la tierra prometida. "En toda angustia de ellos él fué angustiado, y el ángel de su faz los salvó: en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días del siglo." Isaías 63:9.
"Mi rostro irá contigo" (Éxodo 33:14), fué la promesa hecha durante el viaje a través del desierto. Y fué acompañada por una maravillosa revelación del carácter de Jehová, que permitió a Moisés proclamar a todo Israel la bondad de Dios e instruirlo en forma más completa acerca de los atributos de su Rey invisible. "Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo justificará al malvado." Éxodo 34:6, 7.
En este conocimiento de la longanimidad de Jehová y de su amor y misericordia infinitos había basado Moisés su admirable intercesión por la vida de Israel cuando, en los lindes de la tierra prometida, ese pueblo se había negado a avanzar en obediencia a la orden de Dios. En el apogeo de su rebelión, el Señor había declarado: "Yo le heriré de mortandad, y lo destruiré;" y había propuesto hacer de los descendientes de Moisés una "gente grande y más fuerte que ellos." Números 14:12. Pero el profeta invocó las maravillosas providencias y promesas de Dios en favor de la nación escogida. Y luego, como el argumento más poderoso, insistió en el amor de Dios hacia el hombre caído. Vers. 17-19.
Misericordiosamente, el Señor contestó: "Yo lo he perdonado conforme a tu dicho." Y luego impartió a Moisés, en forma de profecía, un conocimiento de su propósito concerniente al triunfo final de Israel. Declaró: "Mas, ciertamente vivo yo y mi gloria hinche toda la tierra." Vers. 20, 21. La gloria de Dios, su carácter, su misericordiosa bondad y tierno amor, aquello que Moisés había invocado en favor de Israel, había de revelarse a toda la humanidad. Y la promesa de Jehová fué hecha doblemente segura al ser confirmada por un juramento. Con tanta certidumbre como que Dios vive y reina, su gloria iba a ser declarada "entre las gentes" y "en todos los pueblos sus maravillas." Salmos 96:3.
Acerca del futuro cumplimiento de esta profecía, Isaías había oído a los resplandecientes serafines cantar delante del trono: "Toda la tierra está llena de su gloria." Isaías 6:3. Y el profeta mismo, confiado en la seguridad de estas palabras, declaró audazmente más tarde acerca de aquellos que se postraban ante imágenes de madera y de piedra: "Verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro." Isaías 35:2. PR 231.3 - PR 232.3
Léase Mateo 9:36, Mateo 14:14, Marcos 1:41, Marcos 6:34 y Lucas 7:13. Lee también Mateo 23:37. ¿Cómo arrojan luz estos versículos sobre el modo en que Cristo se conmovía ante la difícil situación de la gente?
En su conversación de despedida con sus discípulos la noche antes de la crucifixión, el Salvador no se refirió a los sufrimientos que había soportado y que debía soportar todavía. No habló de la humillación que lo aguardaba, sino que trató de llamar su atención a aquello que fortalecería la fe de ellos, induciéndolos a mirar hacia adelante a los goces que aguardan al vencedor. Se regocijaba en el conocimiento de que podría hacer más por sus seguidores de lo que había prometido y de que lo haría; que de él fluirían amor y compasión que limpiarían el templo del alma y harían a los hombres semejantes a él en carácter; que su verdad, provista del poder del Espíritu, saldría venciendo y para vencer. HAp 19.3
La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es necesaria para la formación de principios rectos de carácter. El hombre debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener la perfección. Pero depende enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, son insuficientes. Sin la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra. La resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de Dios. Por un lado hay sabiduría, compasión y poder infinitos, y por el otro, debilidad, perversidad, impotencia absoluta. HAp 384.3
Jesús no presentó a sus seguidores la esperanza de alcanzar gloria y riquezas terrenas ni de vivir una vida libre de pruebas. Al contrario, los llamó a seguirle en el camino de la abnegación y el vituperio. El que vino para redimir al mundo fué resistido por las fuerzas unidas del mal. En confederación despiadada, los hombres malos y los ángeles caídos se opusieron al Príncipe de Paz. Todas las palabras y los hechos de él revelaron divina compasión, y su diferencia del mundo provocó la más amarga hostilidad. HAp 460.2
"Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas".14 Nada puede justificar un espíritu no perdonador. El que no es misericordioso hacia otros, muestra que él mismo no es participante de la gracia perdonadora de Dios. En el perdón de Dios el corazón del que yerra se acerca al gran Corazón de amor infinito. La corriente de compasión divina fluye al alma del pecador, y de él hacia las almas de los demás. La ternura y la misericordia que Cristo ha revelado en su propia vida preciosa se verán en los que llegan a ser participantes de su gracia. Pero "si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él".15 Está alejado de Dios, listo solamente para la separación eterna de él. PVGM 196.2
Primera de Corintios 13:4 declara que "el amor no es celoso" (RSV). ¿Cómo puede ser, entonces, que Dios sea un "Dios celoso"? Lee 2 Corintios 11:2 y considera el modo en que el pueblo de Dios le fue infiel a lo largo de las narraciones de la Biblia (véase, por ejemplo, Salmo 78:58). ¿Qué luz arrojan estos pasajes sobre la comprensión de los "celos" divinos?
"Grande es el sacrificio con el que Cristo ha comprado a su pueblo; grandes son los privilegios que nos ofrece el Evangelio. A cambio se requiere de nosotros un celo y una devoción correspondientes. El gran apóstol escribe a sus hermanos corintios: "Siento por vosotros celos piadosos, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen casta a Cristo. Pero temo que, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así se corrompan vuestras mentes de la simplicidad que hay en Cristo." Y de nuevo les ordena: "Sed seguidores de Dios como hijos amados", y "andad como es digno de la vocación con que fuisteis llamados", "fructificando en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios". Pero, ¿dónde está la sencillez y la piedad ferviente que debería verse entre los que hacen una profesión tan exaltada? ¿Cuánta reflexión y estudio cuidadosos se dedican ahora a copiar el carácter de Cristo? ¿Cómo se comparan con la atención y el interés dados a nuestros asuntos terrenales y temporales? RH 13 de Junio de 1882, par. 7
"Que las palabras de Cristo lleguen a los profesantes de la piedad amantes del mundo: "Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. El que no reciba el reino de los cielos como un niño, de ninguna manera entrará en él". Debemos enseñar a nuestros hijos lecciones de sencillez y confianza. Debemos enseñarles a amar, a temer y a obedecer a su Creador. En todos los planes y propósitos de la vida, su gloria debe ser considerada primordial; su amor debe ser el resorte principal de cada acción. RH 13 de Junio de 1882, par. 8
"La sabiduría mundana, la capacidad intelectual, el entrenamiento mental, no darán el conocimiento requerido para una entrada en el reino de Cristo. Los sabios y prudentes de este mundo no pueden comprenderlo. La sabiduría de este mundo es necedad para con Dios. RH 13 de Junio de 1882, par. 9
Lee 1 Corintios 13:4-8. ¿De qué manera nos llama este pasaje a reflejar el amor compasivo y asombroso de Dios en nuestras relaciones con los demás?
Por muy noble que sea lo profesado por aquel cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad; pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita. HAp 256.2
"La caridad es sufrida, es benigna: la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha." El gozo más puro surge de la más profunda humildad. Los caracteres más fuertes y nobles están edificados sobre el fundamento de la paciencia, el amor y la sumisión a la voluntad de Dios. HAp 256.3
La caridad "no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal." El amor de Cristo concibe de la manera más favorable los motivos y actos de los otros. No expone innecesariamente sus faltas; no escucha ansiosamente los informes desfavorables, sino que trata más bien de recordar las buenas cualidades de los otros.
El amor "no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." Este amor "nunca deja de ser." No puede perder su valor; es un atributo celestial. Como un tesoro precioso, será introducido por su poseedor por las puertas de la ciudad de Dios.
"Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad."
HAp 257.1 - HAp 257.4
"Pero Dios no quiere que ricos o pobres tengan ni por un momento la idea de que depende de ellos, ni que sus liberalidades puedan suplir en ningún caso los defectos del carácter cristiano. La liberalidad no es más que uno de los rasgos característicos del cristiano. El apóstol inspirado dice: "Y aunque repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y aunque entregase mi cuerpo para ser quemado, si no tengo caridad [amor], de nada me sirve". La caridad se define así: "La caridad es sufrida y benigna; la caridad no tiene envidia; la caridad no se vanagloria de sí misma, no se envanece, no se comporta indecorosamente, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no piensa el mal; no se goza de la iniquidad, sino que se goza de la verdad; todo lo soporta, todo lo cree, todo lo soporta. La caridad nunca falla". El carácter de un árbol que lleva todos estos frutos puede discernirse fácilmente. Porque "por sus frutos los conoceréis". Como seguidores de Jesucristo, debemos estar bien despiertos para discernir con vista celestial las artimañas de Satanás. Dios nos ha dado su palabra como una carta para marcar nuestro camino a la orilla eterna. Con la Biblia como guía, ayudados por nuestra propia razón, mantenida clara por hábitos estrictamente templados, podremos comportarnos como siervos del Maestro que tienen deberes que cumplir e intereses eternos que asegurar." RH 31 de octubre de 1878, par. 11
En Cristo está la ternura del pastor, el afecto del padre y la incomparable gracia del Salvador compasivo. El presenta sus bendiciones en los términos más seductores. No se conforma con anunciar simplemente estas bendiciones; las ofrece de la manera más atrayente, para excitar el deseo de poseerlas. Así han de presentar sus siervos las riquezas de la gloria del don inefable. El maravilloso amor de Cristo enternecerá y subyugará los corazones cuando la simple exposición de las doctrinas no lograría nada. "Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios." "Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalem; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro! ... Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará."13 Hablad al pueblo de Aquel que es "señalado entre diez mil," y "todo él codiciable."14 Las palabras solas no lo pueden contar. Refléjese en el carácter y manifiéstese en la vida. Cristo está retratándose en cada discípulo. Dios ha predestinado a cada uno a ser conforme "a la imagen de su Hijo."15 En cada uno, el longánime amor de Cristo, su santidad, mansedumbre, misericordia y verdad, han de manifestarse al mundo. DTG 766.3