Jehovah tu Dios está en medio de ti: ¡Es poderoso; él salvará! Con alegría se regocijará por causa de ti. Te renovará en su amor; por causa de ti se regocijará con cánticos. RVa — Sofonías 3:17
"¿Por qué guardamos tanto silencio respecto a la bondad del Señor? ¿Por qué tan poca alabanza y agradecimiento? ¡Cómo debe mirar el cielo nuestro silencio ingrato, tan semejante a la hosquedad de los niños malhumorados! Todo el cielo está interesado en nuestra salvación. El mismo Señor Dios es nuestro ayudador. "Canta, hija de Sión; grita, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén". "El Señor tu Dios en medio de ti es poderoso; salvará, se alegrará por ti con gozo; descansará en su amor, se regocijará por ti con cánticos". Este es el testimonio que el Señor desea que llevemos al mundo. RH 22 de mayo de 1900, par. 7
"Tal testimonio tendrá influencia sobre los demás. Al tratar de apartar a los hombres de sus errores, debemos mostrarles que tenemos algo mejor. Si se revelara más alegría en nuestra experiencia religiosa, se produciría una impresión mucho más favorable. Los incrédulos verían la consistencia de nuestra fe. Si alabáramos el nombre de Dios como debiéramos, la llama del amor se encendería en muchos corazones." RH 22 de mayo de 1900, par. 8
Lee Lucas 15:11-32. ¿Qué revela la parábola del hijo pródigo sobre la compasión y el amor de Dios? ¿Qué advertencia hace a quienes, como el otro hijo, se quedaron en casa?
La historia cuenta que había dos hijos en la familia. El mayor decidió quedarse en casa, pero el pequeño decidió marcharse. Y ya sabes lo que ocurrió poco después: El hijo menor malgastó todos sus bienes en una vida desenfrenada.
Estoy seguro de que el padre sabía de antemano que su hijo estaba destinado a pasar penurias. Lo amaba y anhelaba librar al joven de la vergüenza, la pena y la dura prueba a la que se dirigía. El mero hecho de que a la vuelta del muchacho, el padre se reuniera con él cuando aún estaba lejos, y le preparara un banquete, incluso después de que hubiera malgastado los bienes de su padre y deshonrado el nombre de la familia, es prueba suficiente de que el padre amaba supremamente al muchacho. Al muchacho se le permitió marcharse de casa sólo porque nada, salvo su propia experiencia, podría demostrar su locura y probar el amor que el padre le profesaba.
¿Qué obligó al chico a no querer volver a casa? - Fue su deseo de vivir desenfrenadamente. Ningún muchacho o muchacha en las mismas circunstancias huye de su hogar, excepto con la esperanza de obtener libertad y practicar la vida desenfrenada, para hacer a voluntad lo que el corazón carnal anhela hacer.
Finalmente descubrió que se había estado haciendo el tonto, y entonces comenzó a razonar consigo mismo acerca de volver a casa, diciendo: "Piensa en cuántos siervos hay en casa de mi padre y todos tienen de sobra. ¿Por qué he de morir de hambre? Pero, ¿qué diré cuando llegue allí?". Habiendo vuelto en sí, sintió, por supuesto, que debía decir lo justo, lo que le recomendaría tanto al Cielo como a la tierra.
Si aquel muchacho hubiera seguido el consejo de su padre en primer lugar, no habría tenido que ser humillado. ¡Y qué humillación! Y qué lección, también, no sólo para los jóvenes, sino también para los viejos. Sí, hay miles, jóvenes y viejos por igual, que aprenden grandes lecciones, pero a menudo pagan un precio tremendo sólo porque siempre están escuchando las "patrañas" del Diablo. ¿Por qué se dejan llevar tan fácilmente por sus seducciones? - Sólo porque su atractivo cebo apela a la naturaleza egoísta y pecaminosa del hombre.
La humillación del pródigo espera a todos los jóvenes que no aprovechan el consejo de los mayores, y a todos los mayores que no aprovechan el consejo del Señor. Esta es una de las leyes de Dios que nadie ha podido esquivar jamás.
El amor de Dios aún implora al que ha escogido separarse de él, y pone en acción influencias para traerlo de vuelta a la casa del Padre. El hijo pródigo volvió en sí en medio de su desgracia. Fue quebrantado el engañoso poder que Satanás había ejercido sobre él. Se dio cuenta de que su sufrimiento era la consecuencia de su propia necedad, y dijo: "¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, e iré a mi padre". Desdichado como era, el pródigo halló esperanza en la convicción del amor de su padre. Fue ese amor el que lo atrajo hacia el hogar. Del mismo modo, la seguridad del amor de Dios constriñe al pecador a volverse a Dios. "Su benignidad te guía a arrepentimiento".7 La misericordia y compasión del amor divino, a manera de una cadena de oro, rodea a cada alma en peligro. El Señor declara: "Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia".8
El hijo se decide a confesar su culpa. Irá al padre diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo". Pero agrega, mostrando cuán mezquino es su concepto del amor de su padre: "Hazme como a uno de tus jornaleros". PVGM 159.1 - PVGM 159.2
No prestéis oído a la sugestión del enemigo de permanecer lejos de Cristo hasta que os hayáis hecho mejores; hasta que seáis suficientemente buenos para ir a Dios. Si esperáis hasta entonces, nunca iréis. Cuando Satanás os señale vuestros vestidos sucios, repetid la promesa de Jesús: "Al que a mí viene, no le echo fuera".16 Decid al enemigo que la sangre de Jesucristo limpia de todo pecado. Haced vuestra la oración de David: "Purifícame con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve".17 PVGM 161.3
Levantaos e id a vuestro Padre. El os saldrá al encuentro muy lejos. Si dais, arrepentidos, un solo paso hacia él, se apresurará a rodearos con sus brazos de amor infinito. Su oído está abierto al clamor del alma contrita. El conoce el primer esfuerzo del corazón para llegar a él. Nunca se ofrece una oración, aun balbuceada, nunca se derrama una lágrima, aun en secreto, nunca se acaricia un deseo sincero, por débil que sea, de llegar a Dios, sin que el Espíritu de Dios vaya a su encuentro. Aun antes de que la oración sea pronunciada, o el anhelo del corazón sea dado a conocer, la gracia de Cristo sale al encuentro de la gracia que está obrando en el alma humana. PVGM 162.1
Lee Sofonías 3:17. ¿Cómo arroja luz este versículo sobre la parábola del hijo pródigo?
"Cuando los embajadores de Cristo presentan el Evangelio en su sencillez, y los oyentes responden a la palabra presentada, nada es más gratificante para el corazón del Amor Infinito que estas almas acudan a él confesando sus pecados y dando expresión a su fe; él se complace en impartirles su justicia. Y los ángeles se regocijan cuando ven que los corazones se abren para recibir la comunicación de la luz, del perdón y del amor. Cuando la acción de gracias surge de los corazones humanos, los seres celestiales hacen suyo el canto de alabanza. El profeta Sofonías representa la alegría de Cristo por la salvación de un alma perdida: 'Poderoso es el Señor tu Dios en medio de ti; salvará, se alegrará sobre ti con júbilo; descansará en su amor, se regocijará sobre ti con cánticos'". RH 29 de mayo de 1900, par. 10
"Todo el cielo está interesado en nuestra salvación. Los ángeles de Dios, miles y miles, y diez mil veces diez mil, están encargados de servir a los que serán herederos de la salvación. Nos protegen contra el mal y hacen retroceder a los poderes de las tinieblas que buscan nuestra destrucción. SW 10 de marzo de 1908, par. 8
"El Señor mismo es nuestro ayudador. "Canta, hija de Sión; grita, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén". El Señor tu Dios en medio de ti es poderoso; él salvará, se alegrará por ti con gozo; descansará en su amor, se regocijará por ti con cánticos." Sofonías 3:14, 17. Este es el testimonio que el Señor desea que demos al mundo. Su alabanza debe estar continuamente en nuestros corazones y en nuestros labios". SW 10 de marzo de 1908, par. 9
Lee Efesios 5:25-28. ¿Qué dice esto sobre el tipo de amor que nosotros también estamos llamados a mostrar?
El espíritu que Cristo manifiesta para con nosotros es el espíritu que marido y mujer deben manifestar uno con otro. "Andad en amor, como también Cristo nos amó." "Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella." Efesios 5:2, 24, 25. MC 279.4
Lee Isaías 43:4; Salmo 149:4; y Proverbios 15:8, 9. ¿Qué nos dicen acerca de que Dios se deleita en su pueblo?
En las leyes dadas a Israel, hay una hermosa ilustración de la relación de Cristo con su pueblo. Cuando por la pobreza un hebreo había quedado obligado a separarse de su patrimonio y a venderse como esclavo, el deber de redimirle a él y su herencia recaía sobre el pariente más cercano.2 Así también la obra de redimirnos a nosotros y nuestra herencia, perdida por el pecado, recayó sobre Aquel que era pariente cercano nuestro. Y a fin de redimirnos, él se hizo pariente nuestro. Más cercano que el padre, la madre, el hermano, el amigo o el amante, es el Señor nuestro Salvador. "No temas—dice él,—porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma."3
Cristo ama a los seres celestiales que rodean su trono; pero ¿qué explicará el gran amor con que nos amó a nosotros? No lo podemos comprender, pero en nuestra propia experiencia podemos saber que existe en verdad. Y si sostenemos un vínculo de parentesco con él, ¡con qué ternura debemos considerar a los que son hermanos y hermanas de nuestro Señor! ¿No debiéramos estar listos para reconocer los derechos de nuestra relación divina? Adoptados en la familia de Dios, ¿no honraremos a nuestro Padre y a nuestra parentela? DTG 294.2 - DTG 294.3
Con frecuencia la iglesia militante fué llamada a sufrir pruebas y aflicción; porque ella no ha de triunfar sin pasar por un severo conflicto. "Pan de congoja y agua de angustia" (Isaías 30:20), son la suerte común de todos; pero nadie que ponga su confianza en el Poderoso para libertar quedará completamente derrotado. "Y ahora, así dice Jehová Criador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador: a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma." Isaías 43:1-4. PR 533.3
Lee Romanos 8:1 y Romanos 5:8. ¿Qué enseñan estos textos sobre nuestra posición ante Dios?
Si bien la vida del cristiano ha de ser caracterizada por la humildad, no debe señalarse por la tristeza y la denigración de sí mismo. Todos tienen el privilegio de vivir de manera que Dios los apruebe y los bendiga. No es la voluntad de nuestro Padre celestial que estemos siempre en condenación y tinieblas. Marchar con la cabeza baja y el corazón lleno de preocupaciones relativas a uno mismo no es prueba de verdadera humildad. Podemos acudir a Jesús y ser purificados, y permanecer ante la ley sin avergonzarnos ni sentir remordimientos. "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu". Romanos 8:1. CS 469.2
"Cristo era la Majestad del cielo; y, sin embargo, he aquí que muere en lugar del hombre. ¡Qué amor es éste! Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Porque difícilmente morirá uno por un justo; aunque quizá algunos se atreverían a morir por un hombre bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros'". ST 24 de noviembre de 1890, par. 3
Lee 1 Pedro 2:4-6 y compáralo con Hebreos 11:6. ¿Qué nos dice esto sobre cómo podemos agradar a Dios?
Sobre esta piedra viviente pueden edificar por igual los judíos y los gentiles. Es el único fundamento sobre el cual podemos edificar con seguridad. Es bastante ancho para todos y bastante fuerte para soportar el peso y la carga del mundo entero. Y por la comunión con Cristo, la piedra viviente, todos los que edifican sobre este fundamento llegan a ser piedras vivas. Muchas personas se modelan, pulen y hermosean por sus propios esfuerzos, pero no pueden llegar a ser "piedras vivas," porque no están en comunión con Cristo. Sin esta comunión, el hombre no puede salvarse. Sin la vida de Cristo en nosotros, no podemos resistir los embates de la tentación. Nuestra seguridad eterna depende de nuestra edificación sobre el fundamento seguro. Multitudes están edificando hoy sobre fundamentos que no han sido probados. Cuando caiga la lluvia, brame la tempestad y vengan las crecientes, su casa caerá porque no está fundada sobre la Roca eterna, la principal piedra del ángulo, Cristo Jesús. DTG 551.2
Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Hay muchos en el mundo cristiano que afirman que todo lo que es necesario para la salvación es tener fe; las obras no son nada, la fe es lo único esencial. Pero la palabra de Dios nos dice que la fe sin obras está muerta, estando sola. Muchos se niegan a obedecer los mandamientos de Dios y, sin embargo, hacen alarde de fe. Pero la fe debe tener un fundamento. Todas las promesas de Dios se hacen con condiciones. Si hacemos su voluntad, si andamos en la verdad, entonces podemos pedir lo que queramos, y nos será hecho. Mientras nos esforcemos fervientemente por ser obedientes, Dios escuchará nuestras peticiones; pero no nos bendecirá en la desobediencia. Si elegimos desobedecer sus mandamientos, podemos clamar: "Fe, fe, sólo ten fe", y la respuesta vendrá de la palabra segura de Dios: "La fe sin obras está muerta". Tal fe sólo será como metal que resuena y como címbalo que retiñe. Para tener los beneficios de la gracia de Dios, debemos hacer nuestra parte; debemos trabajar fielmente, y producir frutos dignos de arrepentimiento". ST 16 de junio de 1890, par. 1
Lee Marcos 9:17-29. ¿Cómo responde Dios al hombre del relato? ¿Cuánta fe es suficiente fe?
Fué traído el muchacho y, al posarse los ojos del Salvador sobre él, el espíritu malo lo arrojó al suelo en convulsiones de agonía. Se revolcaba y echaba espuma por la boca, hendiendo el aire con clamores pavorosos.
El Príncipe de la vida y el príncipe de las potestades de las tinieblas habían vuelto a encontrarse en el campo de batalla: Cristo, en cumplimiento de su misión de "pregonar a los cautivos libertad, y ... para poner en libertad a los quebrantados;"1 Satanás tratando de retener a su víctima bajo su dominio. Invisibles, los ángeles de luz y las huestes de los malos ángeles se cernían cerca del lugar para contemplar el conflicto. Por un momento, Jesús permitió al mal espíritu que manifestase su poder, a fin de que los espectadores comprendiesen el libramiento que se iba a producir.
La muchedumbre miraba con el aliento en suspenso, el padre con agonía de esperanza y temor. Jesús preguntó: "¿Cuánto tiempo ha que le aconteció esto?" El padre contó la historia de los largos años de sufrimiento, y luego, como si no lo pudiese soportar más, exclamó: "Si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros." "Si puedes." Hasta el padre dudaba ahora del poder de Cristo.
Jesús respondió: "Si puedes creer, al que cree todo es posible." No faltaba poder a Cristo; pero la curación del hijo dependía de la fe del padre. Estallando en lágrimas, comprendiendo su propia debilidad, el padre se confió completamente a la misericordia de Cristo, exclamando: "Creo, ayuda mi incredulidad."
Jesús se volvió hacia el enfermo y dijo: "Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él." Se oyó un clamor y se produjo una lucha intensísima. El demonio, al salir, parecía estar por quitar la vida a su víctima. Luego el mancebo quedó acostado sin movimiento y aparentemente sin vida. La multitud murmuró: "Está muerto." Pero Jesús le tomó de la mano y, alzándole, le presentó en perfecta sanidad mental y corporal a su padre. El padre y el hijo alabaron el nombre de su libertador. Los espectadores quedaron "atónitos de la grandeza de Dios," mientras los escribas, derrotados y abatidos, se apartaron malhumorados.
"Si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros." ¡Cuántas almas cargadas por el pecado han repetido esta oración! Y para todas, la respuesta del Salvador compasivo es: "Si puedes creer, al que cree todo es posible." Es la fe la que nos une con el Cielo y nos imparte fuerza para luchar con las potestades de las tinieblas. En Cristo, Dios ha provisto medios para subyugar todo rasgo pecaminoso y resistir toda tentación, por fuerte que sea. Pero muchos sienten que les falta la fe, y por lo tanto permanecen lejos de Cristo. Confíen estas almas desamparadas e indignas en la misericordia de su Salvador compasivo. No se miren a sí mismas, sino a Cristo. El que sanó al enfermo y echó a los demonios cuando estaba entre los hombres es hoy el mismo Redentor poderoso. La fe viene por la palabra de Dios. Entonces aceptemos la promesa: "Al que a mí viene, no le echo fuera."2 Arrojémonos a sus pies clamando: "Creo, ayuda mi incredulidad." Nunca pereceremos mientras hagamos esto, nunca. DTG 395.2 - DTG 396.1
Los nueve discípulos estaban todavía pensando en su amargo fracaso; y cuando Jesús estuvo otra vez solo con ellos, le preguntaron: "¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera?" Jesús les contestó: "Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará: y nada os será imposible. Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno." Su incredulidad, que los privaba de sentir una simpatía más profunda hacia Cristo, y la negligencia con que habían considerado la obra sagrada a ellos confiada les habían hecho fracasar en el conflicto con las potestades de las tinieblas. DTG 397.1
Las palabras con que Cristo señalara su muerte les habían infundido tristeza y duda. Y la elección de los tres discípulos para que acompañasen a Jesús a la montaña había excitado los celos de los otros nueve. En vez de fortalecer su fe por la oración y la meditación en las palabras de Cristo, se habían estado espaciando en sus desalientos y agravios personales. En este estado de tinieblas, habían emprendido el conflicto con Satanás.
A fin de tener éxito en un conflicto tal, debían encarar la obra con un espíritu diferente. Su fe debía ser fortalecida por la oración ferviente, el ayuno y la humillación del corazón. Debían despojarse del yo y ser henchidos del espíritu y del poder de Dios. La súplica ferviente y perseverante dirigida a Dios con una fe que induce a confiar completamente en él y a consagrarse sin reservas a su obra, es la única que puede prevalecer para traer a los hombres la ayuda del Espíritu Santo en la batalla contra los principados y potestades, los gobernadores de las tinieblas de este mundo y las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales.
"Si tuviereis fe como un grano de mostaza—dijo Jesús,—diréis a este monte: Pásate de aquí allá: y se pasará." Aunque muy pequeña, la semilla de mostaza contiene el mismo principio vital misterioso que produce el crecimiento del árbol más imponente. Cuando la semilla de mostaza es echada en la tierra, el germen diminuto se apropia de cada elemento que Dios ha provisto para su nutrición y emprende prestamente su lozano desarrollo. Si tenemos una fe tal, nos posesionaremos de la Palabra de Dios y de todos los agentes útiles que él ha provisto. Así nuestra fe se fortalecerá, y traerá en nuestra ayuda el poder del Cielo. Los obstáculos que Satanás acumula sobre nuestra senda, aunque aparentemente tan insuperables como altísimas montañas, desaparecerán ante el mandato de la fe. "Nada os será imposible." DTG 397.2 - DTG 397.4