
“Todos estos reyes y sus tierras los tomó Josué de una vez; porque Jehová el Dios de Israel peleaba por Israel.” RVR1960 — Josué 10:42
“Moisés ordenó a los guerreros que destruyeran a las mujeres y a los niños varones. Balaam había vendido a los hijos de Israel a cambio de una recompensa, y pereció junto con el pueblo cuyo favor había obtenido a costa de la vida de veinticuatro mil israelitas. Muchos consideran cruel al Señor por exigir a su pueblo que haga la guerra a otras naciones. Dicen que es contrario a su carácter benevolente. Pero aquel que creó el mundo y formó al hombre para habitar en la tierra tiene control ilimitado sobre todas las obras de sus manos, y es su derecho hacer lo que le plazca y lo que le apetezca con la obra de sus manos. El hombre no tiene derecho a decirle a su Creador: “¿Por qué haces esto?”. No hay injusticia en su carácter. Él es el gobernante del mundo, y una gran parte de sus súbditos se han rebelado contra su autoridad y han pisoteado su ley. Él les ha concedido generosas bendiciones y les ha proporcionado todo lo necesario; sin embargo, ellos se han postrado ante imágenes de madera y piedra, plata y oro, que sus propias manos han fabricado. Enseñan a sus hijos que estos son los dioses que les dan vida y salud, que hacen fructíferas sus tierras y les proporcionan riquezas y honores. Desprecian al Dios de Israel. Desprecian a su pueblo porque sus obras son justas. “El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Son corruptos, han hecho obras abominables”. Dios los ha soportado hasta que llenaron la medida de su iniquidad, y entonces ha traído sobre ellos una rápida destrucción. Ha usado a su pueblo como instrumento de su ira, para castigar a las naciones malvadas que los han vejado y seducido a la idolatría.” 1SP 328.1
Lee Génesis 15: 16; Levítico 18: 24-30; Deuteronomio 18: 9-14 y Esdras 9: 11. ¿Qué dicen estos textos acerca del plan más amplio de Dios al ofrecer la tierra de Canaán a los israelitas?
“La destrucción total de los habitantes de Jericó no fue sino el cumplimiento de las órdenes dadas previamente por medio de Moisés con respecto a las naciones de los habitantes de Canaán: “Del todo las destruirás”. “De las ciudades de estos pueblos, [...] ninguna persona dejarás con vida”. Deuteronomio 7:2; 20:16. Muchos consideran estos mandamientos como contrarios al espíritu de amor y de misericordia ordenado en otras partes de la Biblia; pero eran en verdad dictados por la sabiduría y bondad infinitas. Dios estaba por establecer a Israel en Canaán, para convertirlo en una nación y un gobierno que fueran una manifestación de su reino en la tierra. No solo habían de ser los israelitas herederos de la religión verdadera, sino que habían de difundir sus principios por todos los ámbitos del mundo. Los cananeos se habían entregado al paganismo más vil y degradante; y era necesario limpiar la tierra de lo que con toda seguridad habría de impedir que se cumplieran los bondadosos propósitos de Dios.” PP 466.2
“A los habitantes de Canaán se les habían otorgado amplias oportunidades de arrepentirse. Cuarenta años antes, la apertura del Mar Rojo y los juicios caídos sobre Egipto habían atestiguado el poder supremo del Dios de Israel. Y ahora la derrota de los reyes de Madián, Galaad y Basán, había recalcado aún más que Jehová superaba a todos los dioses. Los juicios que cayeron sobre Israel a causa de su participación en los ritos abominables de Baal-peor, habían demostrado cuán santo es el carácter de Jehová y cuánto aborrece la impureza. Los habitantes de Jericó conocían todos estos acontecimientos, y eran muchos los que, aunque se negaban a obedecerla, participaban de la convicción de Rahab, de que Jehová, el Dios de Israel, era “Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra”. Como los antediluvianos, los cananeos vivían solo para blasfemar contra el cielo y corromper la tierra. Tanto el amor como la justicia exigían la pronta ejecución de estos rebeldes contra Dios y enemigos del hombre.” PP 492.2
Lee Génesis 18: 25; Salmo 7: 11; 50: 6; 82: 1; 96: 10; 2 Timoteo 4: 1, 8. ¿Qué dicen estos versículos acerca del carácter moral de Dios? ¿Cómo nos ayuda su estatus como Juez del universo a entender la cuestión de la guerra por mandato divino?
“Es la gloria de Dios ser misericordioso, lleno de paciencia, bondad y verdad. Pero la justicia revelada al castigar al pecador es tan ciertamente la gloria del Señor como lo es la manifestación de su misericordia.—The Review and Herald, 10 de marzo de 1904.” EUD 204.4
“El Señor Dios de Israel va a ejecutar juicio sobre los dioses de este mundo como lo hizo sobre los de Egipto. El destruirá toda la tierra con fuego e inundaciones, plagas y terremotos. Entonces su pueblo redimido exaltará su nombre y lo glorificará en la tierra. ¿No tendrán una actitud inteligente hacia las lecciones de Dios aquellos que están viviendo en la última parte de la historia de esta tierra?—Manuscript Releases 10:240-241 (1899).” EUD 204.5
“Aquel que ha estado como nuestro Intercesor y que oye todas las oraciones de contrición y las confesiones; Aquel a quien se representa con un arco iris, el símbolo de la gracia y el amor, en torno a su cabeza, pronto cesará su obra en el santuario celestial. Entonces descenderán del trono la gracia y la misericordia, y la justicia tomará su lugar. Aquel a quien su pueblo ha buscado, asumirá su derecho: el cargo de Juez Supremo.—The Review and Herald, 1 de enero de 1889.” EUD 205.1
“Dios es presentado en toda la Biblia no solo como un Ser de misericordia y benevolencia, sino también como un Dios de justicia estricta e imparcial.—The Signs of the Times, 24 de marzo de 1881.” EUD 205.2
“La certeza de los juicios de Dios
En nuestros días se representa el amor de Dios como de un carácter tal que impediría que él destruyese al pecador. Los hombres razonan en base a su propia norma inferior de lo correcto y justo. “Pensabas que de cierto sería yo como tú”. Salmos 50:21. Miden a Dios comparándolo con ellos mismos. Razonan sobre cómo actuarían bajo las circunstancias y llegan a la conclusión de que Dios haría como ellos se imaginan que haría [...].” EUD 205.3
Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.” RVR1960 — Apocalípsis 9:11
“Abadón, el nombre de Cristo en Hebreo, significando a él como “destructor”, muestra que en el período del Antiguo Testamento simplemente destruyó a muchos de sus enemigos; mientras que Apolión, su nombre en Griego, significando a él como un “exterminador”, muestra que en el período del Nuevo Testamento él exterminará todos los impíos. (¡Qué hermosa precisión de connotación en estas apelaciones simbólicas!) Y esta obra exterminadora es vívidamente representada en la escena climática.”
Compara Éxodo 23: 28-30; 33: 2; 34: 11; Números 33: 52 y Deuteronomio 7: 20 con Éxodo 34: 13 y Deuteronomio 7: 5; 9: 3; 12: 2, 3; 31: 3, 4. ¿Qué revelan estos textos acerca del propósito de la conquista y los alcances de la destrucción?
“Los hebreos habían de desposeer y destruir totalmente a los habitantes de Canaán, que habían colmado la medida de sus iniquidades; pero los edomitas vivían todavía su tiempo de gracia, por lo cual debían ser tratados misericordiosamente. Dios se complace en la misericordia y manifiesta su compasión antes de aplicar sus juicios. Enseñó a los israelitas a pasar sin hacer daño a Edom, antes de exigirles que destruyeran a los habitantes de Canaán.” PP 398.6
“Aunque los cananeos habían sido subyugados, seguían poseyendo una porción considerable de la tierra prometida a Israel, y Josué exhortó a su pueblo a no establecerse cómodamente y a no olvidar el mandamiento del Señor de desalojar totalmente a aquellas naciones idólatras.” PP 499.3
“El pueblo en general tardaba mucho en completar la obra de expulsar a los paganos. Las tribus se habían dispersado para ocupar sus posesiones, el ejército había sido disuelto, y se miraba como empresa difícil y dudosa el reanudar la guerra. Pero Josué declaró: “Jehová, vuestro Dios, las echará de delante de vosotros, las expulsará de vuestra presencia y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová, vuestro Dios, os ha dicho. Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a la derecha ni a la izquierda”.” PP 500.1
“Tan pronto como David se vio afianzado en el trono de Israel, comenzó a buscar una localidad más apropiada para la capital de su reino. A unos treinta kilómetros de Hebrón, se escogió un sitio como la futura metrópoli de la nación. Antes que Josué condujera los ejércitos de Israel a través del Jordán, ese lugar se había llamado Salem. Cerca de allí Abraham había probado su lealtad a Dios. Ochocientos años antes de la coronación de David, había vivido allí Melquisedec, sacerdote del Altísimo. Ocupaba este sitio una posición central y elevada en el país, protegida por un cerco de colinas. Como se hallaba en el límite entre Benjamín y Judá, estaba también muy próxima a Efraín, y las otras tribus tenían fácil acceso a él.” PP 693.1
“Para conquistar esta localidad, los hebreos debían desalojar un remanente de los cananeos, que sostenía una posición fortificada en las montañas de Sión y Moria. Este fuerte se llamaba Jebús, y a sus habitantes se les conocía por el nombre de jebuseos. Durante varios siglos, se había considerado a Jebús como inexpugnable; pero fue sitiado y tomado por los hebreos bajo el mando de Joab, a quien, como premio por su valor, se le hizo comandante en jefe de los ejércitos de Israel. Jebús se convirtió en la capital nacional, y su nombre pagano fue cambiado al de Jerusalén.” PP 693.2
Lee Deuteronomio 20: 10, 15-18; 13: 12-18 y Josué 10: 40. ¿Cómo iluminan estos mandatos de Dios acerca de la guerra y de cómo debía proceder Israel con las naciones idólatras la orden divina de destruir completamente a algunos de esos pueblos?
“Por indicación de Josué, se había traído el arca de Silo. Era una ocasión muy solemne, y este símbolo de la presencia de Dios iba a profundizar la impresión que él deseaba hacer sobre el pueblo. Después de exponer la bondad de Dios hacia Israel, los invitó en el nombre de Jehová a que decidieran a quien querían servir. El culto de los ídolos seguía practicándose hasta cierto punto, en secreto, y Josué trató ahora de inducirlos a hacer una decisión que desterrara este pecado de Israel. “Y si mal os parece servir a Jehová -dijo él-, escogeos hoy a quien sirváis”. Josué deseaba lograr que sirvieran a Dios, no a la fuerza, sino voluntariamente. El amor a Dios es el fundamento mismo de la religión. De nada valdría dedicarse a su servicio meramente por la esperanza del galardón o por el temor al castigo. Una franca apostasía no ofendería más a Dios que la hipocresía y un culto de mero formalismo.” PP 501.3
“El anciano jefe exhortó a los israelitas a que consideraran en todos sus aspectos lo que les había expuesto y a que decidieran si realmente querían vivir como vivían las naciones idólatras y degradadas que habitaban alrededor de ellos. Si les parecía mal servir a Jehová, fuente de todo poder y de toda bendición, podían en ese día escoger a quien querían servir, “a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres”, de los que Abraham fue llamado a apartarse, o “a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis”.Estas últimas palabras eran una severa reprensión para Israel. Los dioses de los amorreos no habían podido proteger a sus adoradores. A causa de sus pecados abominables y degradantes, aquella nación impía había sido destruida, y la buena tierra que una vez poseyera había sido dada al pueblo de Dios. ¡Qué insensatez sería la de Israel si escogiera las divinidades por cuyo culto habían sido destruídos los amorreos!“Que yo y mi casa -dijo Josué- serviremos a Jehová”. El mismo santo celo que inspiraba el corazón del jefe se comunicó al pueblo. Sus exhortaciones le arrancaron esta respuesta espontánea: “Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses”.” PP 501.4-502.2
¿Cómo describen los siguientes textos el futuro que Dios había previsto para su pueblo? Isaías 9: 6; 11: 1-5; 60: 17; Oseas 2: 18; Miqueas 4: 3.
“He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo.” RVR1960 — Nahum 1:15
“Notemos que el título del pueblo de Dios, es “Judá.” Se les aconseja mirar al mensajero de Dios quien al cumplimiento de esta profecía les trae las buenas nuevas, nuevas de paz. . . el mensaje del Reino de paz (Isa. 11:6-9). El Señor les aconseja ser honestos con Él –honestos con su profesión de fe. Además, a ellos se les asegura que al cumplimiento de esta profecía los ángeles destructores han de quitar a los impíos de en medio de los justos. De esta manera los impíos serán “arrebatados” para no ser más.”
“Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.” RVR1960 — Isaías 11:10
“Es decir, en el tiempo del Vástago (en el período cristiano), en el tiempo que este árbol genealógico esté completo, entonces es cuando el reino de paz (la iglesia purificada) brotará, por así decirlo, de la tierra. Estará entonces puesto por pendón a los pueblos y será buscada de los gentiles para salvación. Claramente, este árbol genealógico antiguo, Reino, ha de ser establecido durante el tiempo de gracia. Además, el lugar donde ha de estar (descansar) será glorioso. Por lo tanto, debe tener su propia ubicación y sus propios límites. Ha de ser para el recogimiento del pueblo, el arca de hoy, como lo fue el arca de Noé en los días de Noé. Con esto somos de nuevo traídos a la misma verdad que Isaías capítulo 2 y Miqueas capítulo 4 enseñan.”
Lee 2 Reyes 6: 16-23. ¿Qué revelaciones ofrece esta historia acerca de los propósitos más profundos de Dios para su pueblo y la humanidad?
“Los fieles siervos de Dios no trabajaban solos. Mientras que los principados y potestades de los espíritus malos se ligaban contra ellos, el Señor no desamparaba a su pueblo. Si sus ojos hubieran podido abrirse habrían tenido clara evidencia de la presencia y el auxilio divinos, que les fueron concedidos como a los profetas en la antigüedad. Cuando el siervo de Eliseo mostró a su amo las huestes enemigas que los rodeaban sin dejarles cómo escapar, el profeta oró: “Te ruego, Jehová, que abras sus ojos para que vea”. 2 Reyes 6:17 (RV95). Y he aquí el monte estaba lleno de carros y caballos de fuego: el ejército celestial protegía al varón de Dios.” CS 191.3
“Respondió el profeta: “No hayas miedo: porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.” Y para que el siervo reconociese esto por su cuenta, “oró Eliseo, y dijo: Ruégote, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.” Entre el siervo de Dios y las huestes de enemigos armados había un círculo protector de ángeles celestiales. Habían descendido con gran poder, no para destruir, ni para exigir homenaje, sino para rodear y servir a los débiles e inermes siervos del Señor.” PR 192.2
“Todas las almas verdaderamente convertidas se arrepentirán ante Dios, porque han quebrantado su ley. Con qué cuidado y temor buscó el pecador Israel el perdón de Dios y ser aceptado en su gracia divina. No se trataba solo de una formalidad para este pueblo, sino de súplicas sinceras. Si en nuestros días hubiera manifestaciones visibles de la ira de Dios y un castigo repentino tras el crimen, como cuando el castigo cayó con tanta dureza sobre Israel, habría menos presunción y desafío a la ley de Dios. Muchos continúan en la transgresión, halagando su conciencia con la idea de que la gracia es tan libre y abundante que nunca tendrán que rendir cuentas. Pero el gran Dios es tan celoso de su ley como en los días de Moisés; aunque soporta con paciencia los corazones perversos, sin duda hará rendir cuentas a todos los transgresores de su ley sagrada. Dios dio a las naciones malvadas un tiempo de prueba. Les daría pruebas del poder del Dios verdadero y vivo, para que pudieran ver y comprender la superioridad del Dios del cielo sobre sus ídolos sin sentido. La condenación fue acorde con la luz que se les dio. Si elegían su propio camino antes que los caminos de Dios, y su propia maldad antes que la justicia de Dios, cuando la decisión estaba completamente tomada, entonces había llegado el momento de Dios para castigarlos.” ST June 3, 1880, par. 8