El Evangelio Eterno

Lección 3, 2°Trimestre, del 8 al 14 de Abril del 2023

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Sábado por la Tarde - 8 de Abril

Texto para memorizar:

“Vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra: a toda nación y raza y lengua y pueblo.” RVa — Apocalipsis 14:6


“La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder." Y "amarás a tu prójimo como a ti mismo." Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18. El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel "en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación." Santiago 1:17.” PP54 390.

Domingo – 9 de Abril

Un Libro de Esperanza Lleno de Gracia


Lee Apocalipsis 1:1-3 y Apocalipsis 14:6. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre el libro del Apocalipsis y sobre el "Evangelio eterno"?

Para recibir El Apocalipsis, el último libro de la Biblia, Juan fue tomado dos veces en el Espíritu. Para ver esto leeremos Apocalipsis 1:10 y 4:2.

Apocalipsis 1:10 - “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”.

Esta es la primera vez que Juan está en el Espíritu, y mientras recibió Apocalipsis capítulos 1, 2 y 3.

Apocalipsis 4:2 - “Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado”.

Esta es la segunda vez que Juan está en el Espíritu, el tiempo en que recibió los capítulos del 4 al 22.

Los primeros nueve versículos del capítulo 1 contienen la introducción de Juan al libro, y es un breve resumen de lo que el vio. Los versículos restantes del capítulo 1 contienen la introducción del Señor al Apocalipsis, después de la cual en los capítulos 2 y 3 es dado un mensaje especial para ser entregado a las siete iglesias. Esto es todo lo que Juan vio mientras estaba en el Espíritu la primera vez.

Ahora viniendo a los capítulos 4 y 5, leemos lo que Juan vio la segunda vez que estaba en el Espíritu.

Vemos que los capítulos 4 y 5 contienen una escena de un evento especial el cual causa que el libro sea desatado. Lo que salió del Libro es, en el más completo sentido, la Revelación de Jesucristo, del único quien era digno de abrir el Libro.

Así es que “La Revelación de Jesucristo” comienza con el capítulo seis y termina con el último capítulo del Libro, los capítulos en los cuales están registradas las cosas que revela el desatar los siete sellos. Si, la Revelación consiste de las cosas que fueron selladas con los siete sellos.

Es claro ahora que es “La Revelación de Jesucristo que Dios le dio”; esto es, a Jesús Dios le dio el Libro. Jesús lo tomó, desató los sellos con los cuales estaba sellado y reveló las cosas que nadie podía revelar sino sólo él. Los Siete Sellos, por lo tanto, cubren toda “La Revelación de Jesucristo que Dios le dio”, y consiste de las cosas que salieron del Libro. La Revelación, además, es en siete partes, porque cada uno de los sellos descubre una cierta parte de la Revelación: El primer sello descubre las cosas registradas en el capítulo seis, versículo dos; el segundo sello revela las cosas del versículo cuatro; el tercer sello revela las cosas de los versículos cinco y seis; el cuarto sello revela las cosas de los versículos 7 y 8; el quinto sello revela las cosas de los versículos nueve a once; el sexto sello revela las cosas del versículo doce hasta el capítulo ocho; el séptimo sello revela las cosas de los capítulos ocho inclusive hasta el veintidós. Se ve que todos estos capítulos son una continuación del capítulo seis por el hecho de que cada capítulo comienza con la conjunción “Y”.

El Apocalipsis, entonces, es dividida en siete partes. Y cuando hablamos de los Siete Sellos, realmente estamos hablando de Apocalipsis.

El último de los sellos, el séptimo, está subdividido en otras siete divisiones, las Siete Trompetas, las cuales comienzan en el capítulo ocho, y aparentemente terminan en el capítulo once.

Lo siguiente que debemos notar es el evento que causó que el Libro fuera abierto. Para una fácil comprensión, he reproducido un dibujo del evento. Y puedo mencionar que he sido muy cuidadoso para dibujarlo exactamente como Juan lo describe.

¿Cuál fue el evento que causó que los sellos del libro fueran desatados? - Para encontrar la respuesta a esta pregunta, primero consideraremos los miembros en esta asamblea. Allí vemos uno sentado en el trono, luego el Cordero, enseguida los ancianos, y las miríadas de ángeles alrededor del trono, también los “seres vivientes”, que por sí mismos testifican que son una representación simbólica de los redimidos, porque dicen, “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Apocalipsis 5:9.

¿Qué más puede tal asamblea como esta representar sino un Juicio?. Allí vemos el Juez de Justicia, nuestro gran Abogado, sentado en el trono, luego el Cordero, y el jurado de veinticuatro, también los testigos angelicales, y cuatro seres vivientes representando a los redimidos. Además, El Apocalipsis mismo más enfáticamente declara que el evento profetizado es el Juicio en sesión, porque dice: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:7.

Lunes – 10 de Abril

El Evangelio Eterno


Lee 1 Corintios 15:1-4, Romanos 3:24-26 y Romanos 5:6-8. ¿Cómo se presenta el "Evangelio eterno" en estos textos? ¿Cómo se presenta el "Evangelio eterno" en estos textos? ¿Qué gran esperanza se nos presenta aquí?

"Temed a Dios, y dadle gloria; porque la hora de su juicio ha llegado". Para aclarar el tiempo señalado de este mensaje, debemos tomar en consideración la revelación de Juan, que, desde el capítulo cuarto hasta el vigésimo segundo, es continua, sin interrupción; es decir, la conjunción "y" comienza cada capítulo, mostrando que todas estas revelaciones fueron dadas a Juan en el momento en que la "Voz" le dijo: "Sube acá, y te mostraré las cosas que deben suceder después" - cosas que debían suceder algún tiempo después de que él tuviera la visión de ellas. Y como Juan tuvo esta visión alrededor del año 96 d.C., el mensaje del primer ángel no pudo haber sido predicado antes de ese tiempo, porque, repito, él no está escribiendo de las cosas del pasado, sino de las cosas del futuro. De nuevo: el hecho de que diga: "Vi a otro [el primer] ángel... que tenía el evangelio eterno para predicar", muestra además que el mensaje de este ángel no había sido predicado antes de que él tuviera la visión, sino que iba a ser predicado en el futuro a partir de ese momento. Además, no hay ni escritura ni historia que demuestre que el juicio comenzó en o antes del tiempo de Juan. Aún más, como el mensaje del primer ángel nunca fue predicado antes de 1844, entonces cuando llegó la hora del juicio, este mensaje del ángel -el mensaje concerniente al juicio- salió.

Como el juicio investigador consta de dos secciones (la primera, dedicada a los muertos; la segunda, a los vivos), se evidencia el hecho de que aunque los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero se aplican directamente al período del juicio de los vivos, también deben aplicarse, aunque indirectamente, al período del juicio de los muertos. Por lo tanto, sólo se han predicado desde 1844, excepto como advertencia de acontecimientos venideros. Por lo tanto, cuando comience el juicio de los vivos, y cuando la imagen de la bestia esté plenamente constituida, entonces estos mensajes deberán repetirse a gran voz como verdad presente concerniente a los vivos en vez de a los muertos.

Martes – 11 de Abril

Una Historia de Gracia


Lee Apocalipsis 13:8 y 1 Pedro 1:18-20. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre el plan de salvación?

Romanos 11:6 - “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”.

La escritura dice que somos llamados elegidos de Dios, no como resultado de alguna buena obra nuestra, sino a través de la gracia de Dios. Por lo tanto, somos invitados a ser Cristianos, hijos de Dios, no porque merecemos ser adoptados por El, sino por Su favor hacia nosotros. Indudablemente, no hay otro medio por el cual podemos ser salvos, siendo que todos hemos pecado y, por lo tanto, ¿cómo podemos ser salvos a menos que El, a través de Su gracia, perdone nuestros pecados y nos conceda un nuevo comienzo? Esto es lo que se conoce como el nuevo nacimiento, lo cual significa que no merecemos mérito alguno al venir a formar parte de la Familia de Dios. El mérito es Suyo.

Por nuestro nacimiento natural nosotros nacemos pecadores, pero por nuestro nacimiento espiritual nacemos justos. Cuando nacemos pecadores servimos al pecado, pero cuando nacemos justos servimos a la justicia. De aquí no es por obras, sino por “gracia” que nosotros somos lo que somos.

Hebreos 11:1 - “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Por fe, no por vista, sabemos que somos hijos de Dios, ciudadanos de Su gobierno. Y como tales nos sometemos a sus normas y leyes. Como tal le honramos y reverenciamos como nuestro Salvador y Rey.

Vayamos ahora, por ejemplo, a los días de Noé. Noé vivió en un mundo excesivamente pecaminoso, como vosotros sabéis. Era tan perverso que, con todo lo misericordioso que es Dios, ya no pudo contenerse al ver el desarrollo de la maldad. Finalmente El ordenó a Noé que construyera un arca, y prometió que todos, ya bien justos o impíos que entraran al arca hallarían liberación del terrible diluvio. Puesto que no merecían tal favor, a ellos, por lo tanto, se les ofreció la liberación del diluvio solamente a través de la “Justificación por gracia” - A ellos se les iba a acreditar con justicia y se les iba a conceder vida que no merecían. Vemos así la “gracia” en acción para salvar pecadores aun en el tiempo de Noé. Así pues, “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Romanos 5:20.

En el Tiempo de Abraham, también, solamente como 400 años después del diluvio, el mundo había caído profundamente en la idolatría, y Dios le ordenó a Abraham a salir de la casa de su padre, fuera de su país idólatra, e ir a otra tierra, una tierra que habría de ser para los suyos y para el pueblo de Dios solamente. Y así como buenos o malos se unieron a Abraham y su Dios y fueron permitidos tan libremente de entrar a la tierra prometida como a los antediluvianos se les permitió entrar al arca, a ellos, también, les fue otorgada la “justificación por gracia”; o sea, ellos tuvieron el privilegio de ponerse del lado de Dios con Abraham, y compartir las bendiciones, más no debido a obra alguna de parte de ellos. Habiendo prevalecido hasta el fin, Abraham, cuya fe no faltó, vino a ser el padre de todos los que a través de la “justificación por gracia” obtienen justificación por fe. Vemos pues, que la “justificación por gracia” es precursora de la “justificación por fe”, cuya recompensa es la “justicia de Cristo.

Más tarde en la historia vino el tiempo cuando los que así lo desearon, buenos o malos, se unieron al éxodo, y salieron de Egipto, hallando así liberación de los capataces de Faraón y, y también de su ejército que los perseguía. No obtuvieron esta liberación porque la merecían, sino debido a la “gracia” de Dios hacia ellos (Véase Ezequiel 20:1-8). Así, “todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. 1ª Corintios 10:1-4. Si, a través de la “Justificación por la Gracia” nadie fue excluido de participar en las bendiciones entonces ofrecidas.

Habiendo recibido “justificación por la gracia” suficiente para cruzar el mar, una vez llegaron al desierto les fue dada una gran oportunidad de ejercitar la “justificación por fe”. Pero solamente aquellos que ejercitaron la “justificación por la fe” vivieron para entrar en la Tierra Prometida. Aquellos, sin embargo, que no hicieron mayor uso de “fe” en el desierto de lo que hicieron en Egipto perecieron en el desierto.

Finalmente, llegó la hora de que los fieles poseyeran la tierra. De manera que sólo aquellos cuya “justificación por la fe” les sustentó, cruzaron el río Jordán. Fueron los únicos. Para nuestro beneficio el Apóstol dejó el siguiente consejo: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Hebreos 4:1-2.

En nuestro estudio, hemos visto hasta ahora que Dios es imparcial, que El se ha esforzado por salvar a toda la humanidad en todas las edades de la misma forma que hace el esfuerzo por salvarnos a nosotros; que El no está experimentando consigo mismo - salvando a unos de una manera y otros de otra.

Finalmente el Reino fue establecido en la tierra prometida y el pueblo fue dejado para que continuara en “justificación por la fe”. Pero como en las veces anteriores la “fe” disminuyó, y la nación se tornó insoportablemente impía, - tan impía que Dios no podía tolerar que siguieran llamándose por Su nombre mientras seguían viviendo en Su tierra. Enseguida, ambos, el templo y el palacio - el físico y el espiritual - fueron derrumbados por tierra, y el pueblo fue llevado cautivo.

Dios sin embargó se aferró a Su pueblo como una madre se aferra a sus hijos, y después de siete décadas, habiéndoles extendido una vez más justificación por gracia, Dios les dio la oportunidad de regresar a su tierra donde disfrutaron de un reavivamiento y reforma pero sólo por breve tiempo. En lugar de continuar en “justificación por la fe”, cayeron de la “gracia” y se volvieron siete veces peor que sus antecesores.

Así fue que si Dios había de salvar algún miembro de la nación podía hacerlo solamente ofreciéndoles otra oportunidad de “gracia”. Esta vez dio el regalo de Su Hijo unigénito, Cristo Jesús, el Salvador, sobre quien fueron puestas las iniquidades de todos. Y luego, a pesar de lo malvados e impíos que eran los judíos y los gentiles, todos fueron invitados al don mayor de “gracia”, la gracia que sólo la vida del Hijo de Dios podía ofrecer. Los Apóstoles fueron privilegiados de participar de la “justificación por fe” no porque había algo bueno en ellos sino por el don de la “justificación por gracia”.

Así es que el injusto, los violadores de la ley de Dios, siempre han sido invitados por medio de la “justificación por gracia” a venir a la “justificación por la fe”, la única justificación que actualmente recibe la recompensa de la “justicia de Cristo” y la vida eterna. “Ahora”, dice la Inspiración, “mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma” Hebreos 10:38. El justo, como podemos ver, vive por fe, pero el injusto por gracia.

“Gracia” como notarán, no es el toque final de la salvación. “Gracia” más “fe”, más la “justicia de Cristo”, son los que obtienen la vida eterna.

Miércoles – 12 de Abril

Id Por Todo el Mundo


Vuelva a leer Apocalipsis 14:6. ¿Cuál es el alcance de la proclamación del Evangelio eterno, y por qué es importante la respuesta para nosotros y para nuestra misión y vocación como iglesia? ¿Cómo encaja Mateo 28:19, 20 con el mensaje del primer ángel?

Apocalipsis 10:8-10 - “La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre”.

Tragar el libro es, como si fuera, “devorar” sus dichos. Lo dulce de la miel debe ser el gozo que viene de sus promesas, y obviamente lo amargo denota inhabilidad para digerirlo, para comprender todo, y así un chasco. Esto, sabemos encontró su cumplimiento en los días del Primer Movimiento Adventista, cuando a través del estudio del libro de Daniel, aprendieron que la purificación del Santuario (Daniel 8:14) había de comenzar en el año 1844, pero que malentendieron la purificación que significaba el fin del mundo y el regreso de Cristo. El chasco vino después que la fecha establecida había pasado y después que la expectativa del pueblo fracasó en materializarse.

Apocalipsis 10:11 - “Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Después del chasco se les mandó que profetizaran otra vez; eso es, profetizar otra vez la purificación del Santuario. Habían de hacer esta obra entre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes, obviamente no a todos.

Así fue que el Primer Movimiento Adventista fue reorganizado y renombrado, Adventistas del Séptimo Día. La organización Adventista del Séptimo Día, por consiguiente, no terminará la obra. Su mensaje no va a todos los pueblos, a todas las naciones, lenguas, y reyes. Consecuentemente, la Iglesia, también, será reorganizada si el Evangelio del Reino ha de ser predicado a todas las naciones. “Deben realizarse un reavivamiento y una reforma bajo la ministración del Espíritu Santo. Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual. Reforma significa una reorganización, un cambio en las ideas y teorías, hábitos y prácticas” -Mensajes Selectos, Volumen 1, página 149.

¿Cómo vendrá la reorganización?

“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados.

“Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová.

“Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones.

“Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”. Isaías 66:15-17, 19, 20.

En estos versículos vemos que toma lugar una matanza, una matanza que destruye los transgresores de la Verdad. Los que escapan de la matanza del Señor son enviados a las naciones que no han visto la gloria de Dios, ni oído su nombre, y ellos traerán a todos sus hermanos de “todas las naciones”. Claramente, entonces, la matanza es en la Iglesia, porque los que escapan son enviados a predicar a los Gentiles que no conocen nada de Dios. Enviar los fieles a las naciones, después de la destrucción de los infieles, presupone una reorganización. Y al último la comisión es de ir, no a muchas naciones sino a todas las naciones. Si han de traer todos sus hermanos de todas las naciones, entonces ellos deben ser los últimos, los que terminan la obra, “el Misterio de Dios”, traerán la gracia a su terminación y el mundo a su fin.

Jueves – 13 de Abril

Un Movimiento Misionero


Lee Apocalipsis 14:6, Hechos 1:8 y Mateo 24:14. ¿Qué similitudes ves en estos versículos?

 En el capítulo diez de Apocalipsis leemos: “Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre”. (Ap. 10:10) Esta escritura es interpretada correctamente por la denominación, al ser un símbolo profético que encaja perfectamente con la indescriptible alegría y la aplastante desilusión del Movimiento del Advenimiento del Primer Día, que declararon antes de 1844 la verdad de la profecía de los “2300” días, cuyos seguidores creyeron lo que predicaron, vendieron todas las cosas de los bienes de este mundo y gastaron todos los fondos para la predicación del evangelio, siendo que otros junto con ellos estarían listos para la venida de Cristo en el año 1844.

Así, la idea de tomar un vuelo a través de los cielos estrellados y entrar a través de las perlinas puertas en la ciudad eterna del Rey de reyes y Señor de señores donde no hay pesar, ni dolor, ni muerte, fue un dulce pensamiento para ellos, como la miel en el paladar de la lengua. Por lo tanto, para Juan, el incidente fue representado simbólicamente al comer el librito - la Palabra de Dios - y por ser al comienzo tan dulce como la miel. Pero cuando la fecha establecida pasó a la eternidad y el Señor a quien ellos esperaban que viniera no apareció, ellos, como Juan, sintieron que su gozo inexpresable se convertía en amarga hiel.

Además, el versículo siguiente que se refiere al chasco, dice, “Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez, sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Ap. 10:11). Esto prueba ser una profecía certera del entendimiento y la experiencia del movimiento anterior a 1844, porque pensaron que la obra del evangelio había entonces terminado y que la gracia se habí cerrado.

Por lo tanto, el ángel declaró: “Es necesario que profetices otra vez”; es decir, has cometido un error y ahora debes repetir la predicación de tu mensaje. Así, la denominación de los Adventistas del Séptimo Día, compuesta en su gran mayoría por aquellos quienes habían sido Adventistas del Primer Día, se levantó para cumplir la comisión celestial, mientras algunos de los Adventistas del Primer Día han mantenido su propia organización hasta este día.

Según las profecías, la denominación Adventista del Séptimo Día fue comisionada para "profetizar otra vez delante de muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes". (Apoc. 10:11.) La palabra "muchos" es una palabra limitada; no significa todos. Por lo tanto, la profecía en términos inequívocos declara que la comisión del Evangelio a la iglesia de la S.D.A. no se extiende a todas las naciones, sino sólo a "muchos", mostrando que antes de que el Evangelio sea proclamado a todas las naciones, debe haber otra comisión. Este hecho es atestiguado también por el Espíritu de Profecía:

“Dios llama a un reavivamiento espiritual y a una reforma. A menos que esto ocurra, aquellos que son tibios continuarán siendo tibios hasta que lleguen a ser detestables para el Señor y él rechace reconocerlos como hijos suyos”.

“Un reavivamiento y una reforma deben ocurrir bajo la ministración del Espíritu Santo. El reavivamiento y la reforma son dos cosas diferentes. El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento de las facultades de la mente y el corazón, una resurrección de la muerte espiritual. La reforma significa unareorganización, un cambio de ideas y teorías, en hábitos y prácticas. La reforma no producirá el buen fruto de justicia a menos que esté conectada con el reavivamiento del espíritu”. “Cristo Nuestra Justicia”, p. 154 (en inglés). (las itálicas son nuestras)

“Revestida de la armadura de la justicia de Cristo, la iglesia entrará en su conflicto final. Hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden, ha de salir al mundo, vencedora y para vencer”. “Profetas y Reyes” p. 535.

A nosotros como la denominación Adventista del Séptimo Día se nos ha comisionado ir a “muchas” naciones y reunir a los ciento cuarenta y cuatro mil, los primeros frutos, como está demostrado claramente en Apocalipsis 11:1,2: “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo; Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles”.

Las palabras “medir” y “número” son sinónimos, porque al medirse algo debe ir acompañado de un número. Además, como aquellos que adoran adentro son personas, deben ser medidos teniendo un número. Así, desde 1844 hasta el tiempo de esta “reforma y reorganización” profética, representa el tiempo cuando se mide o se numera la cosecha de los 144.000, los primeros frutos, las doce tribus o aquellos que adoran dentro del templo, mientras que, “el patio que está fuera” ha de ser llenado con los gentiles, los segundos frutos, una gran multitud que nadie podía contar, quienes han de ser reunidos después de que la mencionada reforma y reorganización sean efectuadas, tal como es manifestado en el Apocalipsis. El revelador vio a los 144.000 sellados y después de esto, la gran multitud. (Apoc. 7:3-9).

El Espíritu de Profecía declara que “solo aquellos quienes hayan soportado y vencido la tentación en la fuerza del Todopoderoso se les permitirá tomar parte activa en la proclamación de este mensaje cuando éste aumente hasta convertirse en un Fuerte Pregón”. (R. & H., Nov. 19, 1908). Este extracto lleva la plena evidencia de que no estamos ahora en el tiempo del Fuerte Pregón, ni nunca lo hemos estado, porque el Fuerte Pregón será proclamado solamente por aquellos quienes han vencido la tentación, mientras que el mensaje ha sido y es proclamado ahora por ministros santificados y no santificados. Por lo tanto, si el mensaje en el tiempo del Fuerte Pregón ha de ser proclamado solamente por aquellos que han vencido la tentación, debe haber necesariamente una reforma y que ésta separará a todos los ministros no santificados. (5T p. 75 ; C.S., p. 477, 478)

Viernes – 14 de Abril

Estudio Adicional

La palabra profética más segura a través de “el profeta del evangelio” arroja gran luz sobre el asunto. Leemos:

“Porque el Señor juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos del Señor serán multiplicados. Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda al Señor, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice el Señor, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa del Señor”. (Isa. 66:16, 19, 20).

La matanza del Señor presentada aquí a nuestra vista, debe ocurrir en Su iglesia, porque aquellos que escapan deben ser Cristianos conocedores del Señor, de otro modo no podrían proclamar Su fama y Su gloria. Además, como las naciones gentiles permanecerán después que ocurre la matanza, y como ellos tendrán el privilegio de escuchar el evangelio, esto prueba que esta matanza del Señor tendrá lugar antes del cierre de la gracia.

Mas allá, el Espíritu de Profecía escribe que cuando el sellamiento de los 144.000 y la matanza de Ezequiel 9 están a punto de ocurrir, los ministros habrán traicionado su confianza (5T, p. 196) y como el mensaje debe ser predicado por un ministerio puro, esto prueba nuevamente que esta purificación debe ocurrir justo antes del comienzo del Fuerte Pregón, haciendo así posible el cierre de la obra del evangelio por un movimiento reformado y reorganizado, comisionado a ir a todas las naciones en lugar de a “muchas” naciones.

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