"Pero como los días de Noé, así será también la venida del Hijo del Hombre". KJV - Mateo 24:37
En los días de Noé pesaba sobre la tierra una doble maldición, como consecuencia de la transgresión de Adán y del asesinato cometido por Caín. PP. Pág.78
Es una ley del espíritu humano que nos hacemos semejantes al objeto que contemplamos. El hombre no se elevará más allá de sus conceptos acerca de la verdad, la pureza y la santidad. Si el espíritu no sube más arriba que el nivel humano, si no se eleva mediante la fe para comprender la sabiduría y el amor infinitos, el hombre irá hundiéndose cada vez más. Los adoradores de falsos dioses revestían a sus deidades de cualidades y pasiones humanas, y rebajaban así sus normas de carácter a la semejanza de la humanidad pecaminosa. Como resultado lógico se corrompieron. “Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal [...]. La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. Génesis 6:5, 11. Dios había dado a los hombres sus mandamientos como norma de vida, pero su ley fue quebrantada, y como resultado cometieron todos los pecados concebibles. La impiedad de los hombres era manifiesta y osada, la justicia quedó pisoteada en el polvo, y las lamentaciones de los oprimidos ascendieron hasta el cielo. PP 71
¿Qué lecciones podemos aprender de este asombroso relato de la historia temprana de la humanidad?
Recuerdan que mientras Noé fue predicando que vendría una destrucción del Omnipotente, a la vez estaba preparando un lugar de refugio — construyendo el arca. Los que dudaron la predicción de Noé del diluvio, y mofaron a la idea que habían de entrar en el arca por seguridad a un tiempo cuando no había hasta la menos señal de lluvia amenazadora, ya no dudaban cuando los elementos de la naturaleza fueron soltados. Entonces locamente se precipitaron hacia el arca; pero a su gran chasco y confusión, encontraron la puerta firmemente cerrada contra ellos. De esta manera todos, buenos y malos quienes eligieron quedar fuera del arca, perecieron. La experiencia de los antediluvianos debería servir como recuerdo para nosotros a no ser presuntuosos como ellos. Deberíamos en lugar de ello tomar a pecho la clara advertencia tan pertinente para esta hora. Pues se nos dice como fue en los días del diluvio, así será al tiempo de la venida del Señor.
El arca de hoy es “Sión y Jerusalén”, “pues la ley saldrá de Sion, y la Palabra del Señor de Jerusalén” (Miqueas 4:2)
¿Qué nos recuerda la descripción del Diluvio?
Ahora regresaremos para aclarar la aparente complicación Bíblica en registrar la duración del diluvio y el encierro en el arca. “El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7:11). El segundo mes y el día diecisiete del mes fue la fecha del año solar de acuerdo al calendario antediluviano cuando el furioso diluvio comenzó su violenta embestida contra toda cosa viviente sobre la tierra. La misma indignación de la naturaleza vehementemente continuó cuarenta días, y cuando había alcanzado su clímax y exterminado los habitantes súbitamente se calmó. Sumando cuarenta días a la fecha anterior mostrará que la lluvia cesó en el día veintisiete del tercer mes. “Y reposó el arca en el mes séptimo, a diecisiete días del mes, sobre los montes de Ararat” (Génesis 8:4).
Por lo tanto, desde el día que comenzó la lluvia hasta el día que reposó el arca, (no sobre la tierra sino de flotar) fue exactamente cinco meses. Lo mismo se registra en Génesis 8:3, “Y tornáronse las aguas de sobre la tierra, yendo y volviendo. Y decrecieron las aguas al cabo de ciento cincuenta días”. Este hecho prueba que el calendario mensual antediluviano consistía de treinta días por mes (5 x 30=150).
“Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo. En el décimo al primero del mes, se descubrieron las cimas de los montes” (Génesis 8:5). Es decir, desde el día que las aguas disminuyeron hasta el día que aparecieron las montañas, hubo setenta y cuatro días. (13) para completar el séptimo mes, (30) en el octavo, (30) en el noveno, y (1) día del décimo mes = 74 en total.
“Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el primero del mes, las aguas se enjugaron de sobre la tierra” (Génesis 8:13). Es decir, desde el día que la cima de las montañas habían aparecido hasta el día que las aguas regresaron a su propio lugar, hubo noventa días – (29) para completar el décimo mes, (30) en el undécimo, (30) en el duodécimo, y (1) día del primer mes del comienzo del año nuevo, haciendo un total de noventa días.
El siguiente registro nos dará el número de días en que se secó la superficie de la tierra y se solidificó de los efectos de las aguas: “Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra” (Génesis 8:14). Por lo tanto, la tierra se había secado en el espacio de cincuenta y seis días desde el día que se retiraron las aguas – (29) días para completar el primer mes, y (27) del segundo mes, haciendo un total de (56) días.
El siguiente es un resumen y el gran total de los días: (40) mientras llovía, 110 hasta el día que comenzaron a calmarse, 164 días para que las aguas se retiraran en las entrañas de la tierra, y (56) para que la tierra se secara; haciendo un total de 370 días; y siete antes que empezara el diluvio, alcanzando un total de 377 días – doce meses y diecisiete días en todo (30 días por mes).
Ciertamente nadie supondría que este arreglo del diluvio con un número determinado de días para cada acto fue irreflexivamente inventado por un Dios justo y omnisapiente. ¿Por qué fue encerrado Noé y su familia con todas las criaturas vivientes que entraron en el arca siete días antes que comenzara la lluvia? Habría sido poco sabio y cruel de parte de Dios, también costoso para Noé, y molesto para todos los residentes del arca el prolongar su cautividad si no tuviera una lección objetiva para generaciones futuras. ¿Por qué consumir cuarenta días para inundar la tierra si él podía haberlo hecho en mucho menos tiempo? ¿Por qué alargar la cautividad de sus criaturas en el arca, restringiendo la libertad de las aguas en su curso de correr, y obligarlas a mantener su elevación quince codos de alto por 110 días? ¿O por qué no más o quizá menos? ¿Por qué El hizo que las aguas subieran en cuarenta días, y consumieran 164 (cuatro veces tanto) para que decrecieran? ¿No es esto contrario a lo natural?
La tierra había estado bajo agua por más de diez meses, y como los impetuosos torrentes de debajo habían invertido violentamente la forma de la tierra en su curso hacia arriba, ésta se había vuelto una masa mucosa de lodo. Pero después que las aguas habían descendido a las tierras bajas, y a las entrañas de la tierra, él hizo que la tierra se secara en solo cincuenta y seis días. Todo lo que Dios hizo en conexión con el diluvio fue contrario a la naturaleza y al juicio o la razón humana. Indudablemente, fue planeado así para una lección objetiva para quienes ha venido el fin del mundo.
Lo siguiente no sólo probará que lo que se ha dicho es correcto, sino también mostrará que el cerrarse la puerta del arca siete días antes que comenzara la destrucción por el diluvio, es un tipo que representa el tiempo desde del cierre de la gracia hasta el comienzo de las plagas. Además probará que la lluvia de cuarenta días y cuarenta noches es un tipo de la destrucción de los impíos en las plagas. Los 110 días (después que la lluvia había cesado y antes que las aguas habían decrecido) es un tiempo - tipo de los impíos, ambos durante el milenio y por cien años después. También que el quitarse las aguas de la tierra es un tipo de la destrucción de los impíos por fuego (la muerte segunda) después del milenio, y los cincuenta y seis días en los que la tierra se secó es un tipo del enfriamiento de la tierra después de su purificación del pecado y los pecadores.
¿Cuál fue la actitud de la familia de Noé después del Diluvio?
Pero habiendo sobrevivido al diluvio, los descendientes de la familia de Noé luego enseguida olvidaron la valiosa lección. Por eso aconteció que los postdiluvianos estuvieron resueltos a creer que podía llegar otro diluvio universal como los antediluvianos estaban resueltos a no creer en el primer diluvio. Así que la incredulidad en la inspiración de Noé llegó a ser tan destacada después del diluvio como lo fue antes, con los resultados de que, en el esfuerzo a conseguir seguridad de vida, los hombres intentaron edificar la torre de Babel, el primer rascacielos del mundo y el monumento más temprano de la insensatez de las labores más prodigiosas del hombre para conseguir su salvación sin la ayuda de la Inspiración Divina. Esta actitud tan insultante de los edificadores hacia la promesa del Señor por Noé, despertó tanto Su desagrado que Él borró de las memorias el idioma que Él le había dado a ellos por Adán y, en su lugar, inspiró en ellos todas las diversas lenguas de la tierra, con el resultado que los edificadores llegaron a estar confusos entre ellos y no podían ya más continuar con el edificio (Génesis 11:7-9).
En este evento preternatural que tan radicalmente cambió el curso de la sociedad humana, vemos otra forma de Inspiración revelando que mientras un individuo o grupo de individuos pueden intencionalmente trabajar en contra de los propósitos de Dios, Él puede conceder Su don aún sobre ellos, para frustrar sus designios malignos (Génesis 11:1-9), mientras que él promueve Su propósito eterno y dando alabanza a Su nombre (Salmos 76:10).
¿Cómo afectó el Diluvio a la dieta humana?
Así en el principio, la dieta del hombre no incluía la carne. No fue hasta después del diluvio, cuando toda cosa verde sobre la tierra había sido destruida que el hombre recibió permiso para comer carne. Entonces Dios dijo: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento; así como las legumbres y plantas, os lo he dado todo” Génesis 9:3.
Más tarde, mientras los hijos de Israel estaban en el desierto, Dios les proveyó el maná. Pero cuando ellos murmuraron contra éste y, atribuyeron su fenómeno sólo a las circunstancias, declarando que era imposible obtener carne en el desierto, Él, literal y airadamente, les dio codornices a montones. ¡Pero a que precio! Miles murieron para enseñarles la lección que el maná no era meramente el resultado de circunstancias sino una Providencia intencional. Porque “aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando el furor del Señor se encendió en el pueblo, e hirió el Señor al pueblo con una muy grande plaga”. Números 11:33.
Así como el movimiento del Éxodo había de preparar un pueblo para tomar la tierra prometida y establecer el reino en ese entonces, así es con nosotros ahora, a ellos se les mandó abstenerse de toda carne. Y así como Juan el Bautista llevó un mensaje importante en su día (“Arrepentíos porque el Reino de los Cielos se ha acercado” – Mateo 3:2), similar al de nosotros hoy, su dieta fue miel y fruta del árbol de langosta. Como los “tipos” nos enseñan, cuanto más importante es que a nosotros que tenemos el mensaje culminante del Evangelio, y que somos la vanguardia de las huestes del reino eterno, no contaminemos el templo de nuestras almas con lo que a nuestros tipos se les prohibió comer.
Además, como el Elías de Malaquías 4: 5 y de Mateo 17:11 ha de restaurar todas las cosas antes del día del Señor grande y terrible, entonces necesariamente Él restaurará el vegetarianismo, la dieta original del hombre. Por consiguiente, no solamente el hombre sino también las bestias, serán estrictamente vegetarianas y todos se juntarán una vez más en renovado compañerismo de paz edénica.
“Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho se entretendrá sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del basilisco. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como cubre el mar las aguas”. Isaías 11:6-9.
¿Cuál es el significado del arco iris?
No obstante, este castigo y su lección objetiva, tan pronto como los habitantes de la tierra se multiplicaron después de la inundación; asimismo, el pecado se multiplicó. Y aunque la gente sólo pudo dar crédito a la predicción correcta de Noé acerca del Diluvió, desconfiaron de él en su siguiente predicción: la predicción de que no habría más "diluvio para destruir la tierra". Génesis 9:11. Aún el arco iris en las nubes, la señal misma del pacto del Señor, para no traer otro diluvio sobre la tierra por segunda vez, no logró convencerles.
¡Qué misterio es el pecado en realidad! Primero, ni siquiera creyeron en la posibilidad de un Diluvio, y luego, ¡no creyeron en la imposibilidad de uno! En realidad, el juicio de los incrédulos es tan absurdo, como el juicio de la campesina quien, cuando vio por primera vez un tren, aunque encendido estaba detenido, y declaró enfáticamente, "¡No va a echar andar jamás! Entonces cuando lo vio partir, declaró nuevamente, tan enfáticamente como la vez anterior, "¡Nunca se detendrá!". Mientras que así, el espíritu de incredulidad en la Palabra siempre ha nublado la mente, y sujetado el cuerpo al pecar y al decaer, aún en los días cuando los hombres eran fuertes y de larga vida; este mismo espíritu está teniendo aún, un mayor asidero sobre la humanidad hoy día.
Más bien que liberarlos del temor la Palabra de Dios, declarada por Noé, obligó a los postdiluvianos a sentir que existía una necesidad inevitable para construir la torre de Babel, como defensa contra un segundo diluvio. Desaprobando la incredulidad de ellos y la falsa alarma, el Señor demostró, no obstante, su disgusto interfiriendo en sus proyectos, impíos y absurdos: El destruyó su torre y confundió su lenguaje. De esta manera, fue como la confusión en Babel (Génesis 11:8-9) dio a luz la existencia de los idiomas.
Finalmente, mientras los confusos constructores partían en grupos, los vecinos comenzaron a pelear entre ellos. Eventualmente mientras crecían como naciones, sus peleas se convertían en guerras. De allí que la verdad histórica de que las guerras se desarrollaron después de la confusión de lenguas…
Los pecados que acarrearon la venganza sobre el mundo antediluviano, existen hoy. El temor de Dios ha desaparecido de los corazones de los hombres, y su ley se trata con indiferencia y desdén. La intensa mundanalidad de aquella generación es igualada por la de la presente. Cristo dijo: “Pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dandose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:38, 39. Dios no condenó a los antediluvianos porque comían y bebían; les había dado los frutos de la tierra en gran abundancia para satisfacer sus necesidades materiales. Su pecado consistió en que tomaron estos regalos sin ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente a la glotonería. Era lícito que se casaran. El matrimonio formaba parte del plan de Dios; fue una de las primeras instituciones que él estableció. Dio instrucciones especiales tocante a esta institución, revistiéndola de santidad y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas y el matrimonio fue pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas. PP54 90.2