“Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Luc. 24:44).
La conversión de los pecadores y su santificación por la verdad es la prueba más poderosa que un ministro puede tener de que Dios le ha llamado al ministerio. La evidencia de su apostolado está escrita en los corazones de sus conversos y atestiguada por sus vidas renovadas. Cristo se forma en ellos como la esperanza de gloria. Un ministro es fortalecido grandemente por estas pruebas de su ministerio. Hap. 264
Hoy los ministros de Cristo debieran tener el mismo testimonio que la iglesia de Corinto daba de las labores de Pablo. Aunque en este tiempo los predicadores son muchos, hay una gran escasez de ministros capaces y santos,—de hombres llenos del amor que moraba en el corazón de Cristo. El orgullo, la confianza propia, el amor al mundo, las críticas, la amargura y la envidia son el fruto que producen muchos de los que profesan la religión de Cristo. Sus vidas, en agudo contraste con la vida del Salvador, dan a menudo un triste testimonio del carácter de la labor ministerial bajo la cual se convirtieron. Hap. 264
Lee Lucas 24:1 al 12. ¿Cuál fue la respuesta de los que oyeron hablar del Cristo resucitado?
"Por la mañana temprano, antes de que amaneciera, las santas mujeres fueron al sepulcro con especias aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús, cuando vieron que la pesada piedra había sido removida de la puerta del sepulcro y que el cuerpo de Jesús no estaba allí. Se les hundió el corazón y temieron que sus enemigos se hubieran llevado el cuerpo. Y he aquí que dos ángeles vestidos de blanco estaban junto a ellas; sus rostros eran brillantes y resplandecientes. Comprendieron el encargo de las santas mujeres y en seguida les dijeron que buscaban a Jesús, pero que no estaba allí, que había resucitado y que podían ver el lugar donde yacía. Les ordenaron que fueran a decir a sus discípulos que iría delante de ellas a Galilea. Pero las mujeres estaban espantadas y asombradas. Corrieron presurosas a ver a los discípulos que estaban de luto y no podían consolarse porque su Señor había sido crucificado; se apresuraron a contarles las cosas que habían visto y oído. Los discípulos no podían creer que hubiera resucitado, pero, junto con las mujeres que habían traído la noticia, corrieron apresuradamente al sepulcro, y comprobaron que verdaderamente Jesús no estaba allí. Allí estaban sus ropas de lino, pero no podían creer la buena noticia de que Jesús había resucitado de entre los muertos. Volvieron a sus casas maravillados por lo que habían visto y por lo que les habían contado las mujeres. Pero María prefirió quedarse en torno al sepulcro, pensando en lo que había visto y angustiada por la idea de haber sido engañada. Sintió que le esperaban nuevas pruebas. Su dolor se renovó y prorrumpió en amargo llanto. Se inclinó para mirar de nuevo en el sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Sus rostros eran brillantes y resplandecientes. Uno estaba sentado a la cabecera y el otro a los pies, donde había yacido Jesús. Le hablaron con ternura y le preguntaron por qué lloraba. Ella respondió: Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto. 1Dones Espirituales en inglés 71,2
"Y al volverse del sepulcro, vio a Jesús que estaba junto a ella; pero no le conocía. Jesús habló con ternura a María, le preguntó la causa de su dolor y a quién buscaba. Ella supuso que era el hortelano, y le rogó que, si había llevado a su Señor, le dijera dónde lo había puesto, y se lo llevaría. Jesús le habló con su voz celestial y le dijo: María. Ella, conocedora de los tonos de aquella voz tan querida, no tardó en responder: ¡Maestro! y con gozo y alegría iba a abrazarle; pero Jesús se apartó y dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; antes ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Gozosa, se apresuró a ir a los discípulos con la buena nueva. Jesús subió rápidamente a su Padre para oír de sus labios que aceptaba el sacrificio y que todo lo había hecho bien, y para recibir de su Padre todo poder en el cielo y en la tierra." 1Dones Espirituales en inglés 71,3
Lee Lucas 24:36 al 49. ¿Qué ocurrió aquí y por qué fue una experiencia tan crucial para los apóstoles?
Los dichos de Cristo debieran ser valorados no sólo en armonía con la medida de comprensión de los oyentes; también se los debiera considerar en el marco de la importancia que Cristo les adjudicaba. Él tomó antiguas verdades, de las que fue el originador y las expuso a sus oyentes bajo una luz celestial. Cuán diferente era su representación. ¡Qué derroche de significado, de brillo, de espiritualidad brotaban de sus explicaciones! CT 301
En su enseñanza, Cristo presentó viejas verdades de las cuales él mismo era el originador, verdades que él había hablado mediante patriarcas y profetas; pero ahora arrojaba sobre ellas una nueva luz. ¡Cuán diferente aparecía su significado! Su explicación traía un raudal de luz y espiritualidad. Y él prometió que el Espíritu Santo iluminaría a los discípulos, que la Palabra de Dios estaría siempre desenvolviéndose ante ellos. Podrían presentar sus verdades con nueva belleza. PVGM 98
En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un mensaje de Dios al pueblo de esa generación. Las viejas verdades son todas esenciales; la nueva verdad no es independiente de la vieja, sino un desarrollo de ella. Es únicamente comprendiendo las viejas verdades como podemos entender las nuevas. Cuando Cristo deseó revelar a sus discípulos la verdad de su resurrección, comenzó “desde Moisés, y de todos los profetas”, y “declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían”.1Lucas 24:27. Pero es la luz que brilla en el nuevo desarrollo de la verdad la que glorifica lo viejo. Aquel que rechaza o descuida lo nuevo no posee realmente lo viejo. Para él la verdad pierde su poder vital y llega a ser solamente una forma muerta. PVGM 98
Existen personas que profesan creer y enseñar las verdades del Antiguo Testamento mientras rechazan el Nuevo. Pero al rehusar recibir las enseñanzas de Cristo, demuestran no creer lo que dijeron los patriarcas y profetas. “Si vosotros creyeseis a Moisés—dijo Cristo—, creeríais a mí; porque de mí escribió él”.2Juan 5:46. Por ende, no hay verdadero poder en sus enseñanzas, ni aun del Antiguo Testamento. PVGM 98
Lee Hechos 1:12 al 26. ¿Qué hacían los discípulos, que ahora eran unos ciento veinte hombres y mujeres, mientras esperaban?
Los discípulos estaban ansiosos de saber el tiempo exacto de la revelación del reino de Dios, pero Jesús les dijo que no podían saber los tiempos ni las sazones, pues el Padre no los ha revelado. Comprender cuándo debía restaurarse el reino de Dios no era lo más importante que ellos debían saber. Habían de ser hallados siguiendo al Maestro, orando, esperando, velando y trabajando. Habían de ser representantes ante el mundo del carácter de Cristo. Lo que era esencial para una experiencia cristiana de éxito en los días de los discípulos, es esencial en nuestros días: “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. Y después de que el Espíritu Santo viniera sobre ellos, ¿qué habían de hacer? “Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:7, 8. 1MS 217
Esta es la obra en que también nosotros hemos de ocuparnos. En vez de vivir a la expectativa de alguna oportunidad especial de excitación, hemos de aprovechar sabiamente las oportunidades presentes haciendo lo que debe hacerse a fin de que sean salvas las almas. En vez de consumir las facultades de nuestra mente en especulaciones acerca de los tiempos y las sazones que el Señor ha dejado en su sola potestad y ha retenido de los hombres, hemos de entregarnos al control del Espíritu Santo, a la ejecución de los deberes actuales, a dar el pan de vida, sin mezcla de opiniones humanas, a las almas que están pereciendo por la verdad. 1MS 218
Dios es nuestro Padre, que nos ama y nos cuida como hijos suyos; es también el gran Rey del universo. Los intereses de su reino son los nuestros; hemos de obrar para su progreso. DMJ 92
Los discípulos de Cristo esperaban el advenimiento inmediato del reino de su gloria; pero al darles esta oración Jesús les enseñó que el reino no había de establecerse entonces. Habían de orar por su venida como un suceso todavía futuro. Pero esta petición era también una promesa para ellos. Aunque no verían el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que Jesús les dijera que oraran por él es prueba de que vendrá seguramente cuando Dios quiera. DMJ 92
Lee Hechos 2:1 al 41. ¿Qué les sucedió a los discípulos al recibir al Espíritu Santo en Pentecostés?
Nunca antes había la doctrina de milagros, especialmente de lenguas y de sanidades, variamente agitada, incitada, y practicada como lo es a través del Cristianismo hoy. Hasta ahora nunca había duda más grande en cuanto a la autenticidad de las manifestaciones. Y cuando son confrontados por los agitadores de estos milagros, los que no los creen o los aceptan, ni poseen sus poderes, recurren diciendo cualquier cosa y todo lo que pueden pensar en su esfuerzo por combatir el fenómeno y consolarse a sí mismos con sus limitados logros espirituales. Para aclarar el humo que ha resultado de este ardiente tema entre estos dos campos enemigos de Cristianos, y para exponer la verdad del tema, que el enemigo maestro ha cubierto tan completamente, está aquí el propósito de la Inspiración.
Básico para un correcto entendimiento de todo el tema es el hecho fundamental que en el día de Pentecostés los discípulos verdaderamente hablaron en todas las lenguas de la gente que estaba presente entonces.
Desde este punto fundamental, nadie puede diferir, y todavía creer el registro, o conocer la verdad que contiene:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”. Hechos 2:1-11.
Aunque este tema es confundido por controversia, con todo se presenta el indiscutible hecho que, sin importar la demanda de alguno, ninguna otra secta o pueblo, desde que murieron los discípulos dotados de milagros, ha poseído el don que todos los 120 recibieron en el Pentecostés. De aquí que la clara verdad sea que ese don subsecuentemente alzó sus alas, por así decirlo, y se apartó de entre los hombres, tan ciertamente como los mismos discípulos, y que nunca desde ese día se ha manifestado de nuevo.
¿Tomaría algún problema con esta aserción, entonces todo lo que se necesita para desacreditarlo es para que abran sus bocas y hablen las lenguas de todos nosotros hoy, como los apóstoles hablaron las lenguas del pueblo en su tiempo, o generar registro histórico de tal manifestación desde entonces. Pero en la continua ausencia de tal evidencia, ¿qué entonces? ¿Se volverá a manifestar de nuevo este don? Si es así, ¿cuándo? ¿Por qué no ahora?
Para responder satisfactoriamente estas preguntas, primero consideraremos las condiciones sobre las cuales los primeros discípulos de Cristo recibieron el don de milagros, porque únicamente condiciones similares traerán resultados similares. Primero que todo, todos los discípulos, recuérdese, estaban unánimes juntos (Hechos 2:1) antes de recibir el don. Antes del Pentecostés estaban celosos uno del otro y deseaban superarse uno al otro en posición, prestigio, y todo lo demás. El Cristianismo hoy es aun peor; de hecho, es peor que en cualquier otro tiempo. Nunca antes ha habido semejante controversia, semejante disputa, semejante acusación y demanda, tratando de exaltar el yo y abatir a los otros. Esto no es, en particular, con respecto al hecho que una secta no está de acuerdo con otra, porque todos sabemos que si no hubiera diferencias, no habría sectas. Por el contrario, lo que es de interés especial es el hecho que aun difícilmente dos individuos dentro de una secta están de acuerdo en todos los puntos de enseñanza y práctica. Y además estando llenos de disensiones, divisiones, y fanatismo de toda clase, cada denominación en el Cristianismo es, en adición, disparada enteramente con toda otra calamidad espiritual. ¿Y quién lo puede negar?
Mucho antes que se desarrollaran estas tristes condiciones, el Señor amonestó que los hombres dormirían y dejarían que el Diablo sembrara su “cizaña” entre el “trigo” (Mateo 13:25, 28). ¿Por cuánto tiempo? – “Hasta la cosecha”. Y “al tiempo de la siega”, dijo el Señor, “yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. Mateo 13:30.
Por lo tanto puesto que es estrictamente Bíblico que Dios no dotará el don de milagros a un pueblo diferente que los que como un grupo vienen a un acuerdo, quienes vienen a “ver ojo a ojo” (Isaías 52:8), y puesto que el Espíritu no puede efectuar esta unidad y armonía ahora mientras la cizaña está mezclada con el trigo, entonces todos pueden reconciliarse a sí mismos a la disciplina educativa y redentiva esperando en el Señor hasta “la cosecha” – hasta que la cizaña, los discordantes o falsos, son arrancados. Los que no esperarán, sino que están impacientes de poseer el poder ahora para hacer prodigios, se engañarán a sí mismos con un don ilegítimo. Resueltos a tener el don del poder de hacer milagros que está siendo aclamado en lugar de los dones disponibles para apresurar la cosecha, se satisfacen a sí mismos con el falso que está actualmente, así como Faraón se satisfizo con las serpientes falsas que trajeron sus grandes hombres contra las serpientes de Moisés (Exodo 7:10-12). Si estos obradores de milagros falsos y cazadores de milagros de hoy no se arrepienten de esta insensatez, entonces tendrán que pagar el castigo por jugar la broma.
¿Cuál es entonces la verdad acerca de este don? ¿Debemos entender que la obra del evangelio terminará sin él? La Inspiración no guarda silencio sobre esta cuestión, sino, como veremos, explica que la obra del evangelio nunca terminará, “la cosecha” nunca será reunida, sin una manifestación mundial del don de Milagros, inclusive el don de lenguas.
Pero, quizá usted diga, ¿si los Angeles, no los hombres, han de separar los buenos de los malos, y así terminan “la cosecha”, entonces de que uso y beneficio será el don para la humanidad, si no hay más almas que salvar después de eso? Es precisamente aquí en este punto nublado del camino, que la iglesia necesita luz, para que no se hunda ciegamente y pierda su camino en la densa oscuridad.
Para obtener todo rayo de luz, primero debemos encarar el hecho que la cosecha antes del pentecostés tomo lugar en una iglesia engañada, la Judía; y por medio del poder que obra milagros manifestado por Cristo mismo, produjo los 120 discípulos, los primeros frutos de los que serán resucitados. Mientras la cosecha después del pentecostés tomo lugar entre las naciones; y por medio del poder que obra milagros manifestado por los 120 discípulos llenos del Espíritu, esto produjo una innumerable multitud de conversos al Cristianismo (Hechos 2:41, 47), los segundos frutos de los que serán resucitados.
Ahora para resumir los tipos antes del Pentecostés: (1) los primeros frutos eran contados; (2) vinieron exclusivamente de la iglesia misma; (3) los milagros entonces fueron obrados por Cristo mismo.
Ahora viniendo a los tipos después del Pentecostés: (1) los segundos frutos no eran contados; (2) vinieron de las naciones; (3) los milagros entonces fueron obrados por los contados (los 120), los primeros frutos.
Por consiguiente, la cosecha antitípica antes del pentecostés toma lugar en una iglesia que se engaña sí misma, Laodicea, “la casa de Dios”; y por medio del poder milagroso manifestado por el Cielo mismo en los ángeles (Mateo 13:39), produce los 144.000, los primeros frutos de los que nunca morirán. Mientras la cosecha antitípica después del pentecostés toma lugar entre las naciones; y por medio del poder milagroso manifestado por los 144.000, produce la gran multitud que ninguno puede contar (Apocalipsis 7:9), los segundos frutos, de los que nunca morirán.
Lee Hechos 2:41 al 47. ¿Qué tipo de retrato de la iglesia primitiva se presenta aquí?
"Y como se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo … y fueron añadidos a ellos aquel día como tres mil personas. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" Hechos 2:1, 4, 41, 47.
"Un cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer vendió una posesión, y defraudó del precio … Y Pedro dijo: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mientas al Espíritu Santo y guardes parte del precio? … Y Ananías oyendo estas palabras cayó y dio su espíritu … Y pasado espacio como de tres horas, entró su mujer. Entonces Pedro le dijo: Dime: ¿Cómo es que os habéis puesto de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? … Entonces ella cayó a sus pies y expiró" Hechos 5:1-3, 5, 7, 9, 10.
¿Hay alguna comparación entre la iglesia descrita en Hechos y la del tiempo presente? ¿Dónde está el poder del Espíritu Santo en la iglesia de hoy? ¡En la iglesia primitiva todos estaban llenos de Él! ¿En dónde leemos de los apóstoles que trataran de levantar blancos financieros? Pero cuantas veces hemos oído que muchos de los que son traídos a la iglesia hoy, se salen. Y ¿cuán pocos de los que permanecen están verdaderamente convertidos a la Verdad. ¿Por qué semejante pérdida desastrosa, semejante pérdida lastimosa? Y ¿por qué tanta cizaña sofocando al trigo? Jesús dice: "Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fue" Mateo 13:25. ¿Por qué? Obviamente porque los atalayas en el muro de Sión están dormidos. (Véase Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, páginas 217-218).
Arrojando luz sobre esta condición, el Espíritu de Profecía dice: "¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se lisonjean de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y severo no puede ser un error, porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto" – Testimonios para la Iglesia, Volumen 3, páginas 279-280.
"Revestida de la armadura de la justicia de Cristo, la iglesia entrará en su conflicto final. 'Hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden' ha de salir a todo el mundo, vencedora y para vencer" - Profetas y Reyes, página 535.
"Revestida con la armadura completa de la luz y la justicia, entra en su conflicto final. La escoria, el material inútil será consumido, y la influencia de la verdad testifica ante el mundo de su carácter santificador y ennoblecedor" - Testimonios para los Ministros, página 17.
"Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche; para que sea traída a ti la fortaleza de las gentes, y sus reyes conducidos. Porque la gente o el reino que no te sirviere, perecerán; y del todo serán asolados" Isaías 60:11-12.
La iglesia descrita en estos pasajes obviamente no es la iglesia en su estado Laodicense - "ni frío ni caliente", y a punto de ser vomitada (Apocalipsis 3:16).