“Porque Cristo no entró en un lugar santísimo hecho de manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor.” RVa — Hebreos 9:24
Cuando Cristo ascendió a los cielos, la sensación de su presencia aún permanecía con sus seguidores. Era una presencia personal, llena de amor y luz. Jesús, el Salvador, que había caminado, conversado y orado con ellos, quien había hablado a sus corazones palabras de esperanza y consuelo -cuyos tonos de voz todavía resonaban en su interior-, fue arrebatado de ellos al cielo y, mientras una nube de ángeles lo recibía, tuvo en sus labios un mensaje de paz: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Había ascendido al cielo en forma humana. Sabían que estaba delante del trono de Dios, pero que seguía siendo su Amigo y Salvador; que sus simpatías no habían cambiado; que todavía estaba identificado con la humanidad doliente. Estaba presentando delante de Dios los méritos de su propia sangre preciosa, estaba mostrándole sus manos y sus pies traspasados, como recuerdos del precio que había pagado por sus redimidos. Sabían que él había ascendido al cielo para prepararles lugar, y que vendría otra vez para llevarlos consigo. Su unión con ellos sería más estrecha que cuando estaba personalmente con ellos. La luz, el amor y el poder de la presencia de Cristo resplandecían a través de ellos, de tal manera que los hombres, contemplándolos, "se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús". CC 74.1
¿Cuándo resucitó Cristo?
“Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron. Él era el antitipo de la gavilla mecida, y Su resurrección tuvo lugar el mismo día en que la gavilla mecida debía ser presentada ante el Señor...” CC 785.4 ( pag. del inglés)
Cristo permaneció en el sepulcro dos noches y resucitó el domingo, ¿cómo entonces se cumplió la señal de Jonás, Mateo 12:39, 40?
Consecuentemente, Jesús fue arrestado el Jueves temprano en la mañana, enjuiciado ante Anás; cuando aún era de noche (Juan 18:13); llevado ante Caifás en la Asamblea del Sanedrín (Su juicio legal) al amanecer (Mateo 26:57; 27:1); luego, ante Pilatos, el Viernes antes del amanecer cerca de la hora sexta (Juan 19:14); ante Herodes (Lucas 23:7); luego, de regreso a Pilatos (Lucas 23:11); y finalmente, fue crucificado en la mañana del mismo día, cerca de la hora tercera (Marcos 15:25) 9:00 A.M. de la hora actual.
Este registro de períodos muestra que Su captura, Sus juicios y Su crucifixión fueron prearregladas cuidadosamente e ingeniosamente, para que sucediera en la noche y temprano por la mañana, para prevenir cualquier levantamiento; pues, “ellos temían al pueblo.” Lucas 20:19.
Que él permaneció en la tumba dos noches y resucitó el Domingo; que tres días y tres noches es el tiempo desde Su primer juicio legal hasta Su resurrección; que el corazón de la tierra ha sido interpretado erróneamente, por querer decir la tumba, cuando en vez de eso, es decir, como la experiencia de Jonás muestra, el encarcelamiento simbólico de Cristo, a manos de pecadores y en la tumba. (Mateo 20:19; 16:21; 17:22-23; 27:63; Lucas 9:22; 24:21, 18:33; 24:7); - “De esta manera, está escrito, y así; se hizo necesario que Cristo sufriera y resucitará de los muertos al tercer día” (Lucas 24: 46); que la señal de “los tres días y las tres noches” se cumplieron literalmente, desde el Jueves en la mañana, el tiempo de Su juicio legal, hasta el Domingo cuando El resucitó; que el cordero pascual, el cual, estaba por ser sacrificado cuando Jesús estaba en la cruz, no fue ese que fue sacrificado, en el primer día de la semana de la Pascua, el día catorce del mes, sino el que fue crucificado el dieciséis, el segundo día de las fiestas; - todas estas conclusiones, están establecidas firmemente, en las evidencias establecidas aquí con sencillez; no, querido lector, en fábulas o en traducciones desconocidas por usted, o en los así llamados “manuscritos originales”, los cuales, usted mismo, no puede leer, y de los cuales, usted no tiene accesibilidad, y los cuales algunos ni siquiera existen!
¿Cuál fue el propósito de la ascensión o viaje de Cristo al cielo?
A este trono, entonces, que existe desde la eternidad a la eternidad, Cristo ascendió y se sentó a la diestra de su Padre, hasta que vino el tiempo cuando, en cumplimiento de la profecía de Daniel y la revelación de Juan, algún tiempo después el poder del cuerno pequeño, vino a existencia, Él y su Padre se trasladaron al trono del santuario. Sobre este trono Cristo no se sienta como rey a la diestra de Dios; sino más bien está de pie ante éste como cordero inmolado (Apocalipsis 5:6) y también como intercesor (Daniel 7:13) suplicando por los seres humanos pecaminosos. Por eso, su obra mediadora empezó, primero en el lugar Santo, luego en el Santísimo.
En el santuario terrenal el sumo sacerdote (tipificando a Cristo) ministraba primero en el lugar santo por todo el año, luego en el día de la Expiación, el día de la purificación del santuario y de juzgar el pueblo, él ministraba en el lugar Santísimo por un día solamente. Este doble servicio significa que en el santuario celestial, el Sumo Sacerdote, Cristo, debe necesariamente ministrar primero en el lugar santo hasta el antitípico día de Expiación, luego, durante ese día, debe ministrar en el Lugar Santísimo, ante el trono. Así que, los servicios terrenales, también refutan la idea de que Cristo entrara en el lugar Santísimo inmediatamente después de su ascensión.
¿Cuál fue la experiencia de Israel en el Monte Sinaí?
“A la mañana del tercer día, cuando los ojos de todo el pueblo estaban vueltos hacia el monte, la cúspide se cubrió de una espesa nube, que se fué tornando más negra y más densa, y descendió hasta que toda la montaña quedó envuelta en tinieblas y en pavoroso misterio. Entonces se escuchó un sonido como de trompeta, que llamaba al pueblo a encontrarse con Dios; y Moisés los condujo hasta el pie del monte. De la espesa obscuridad surgían vívidos relámpagos, mientras el fragor de los truenos retumbaba en las alturas circundantes. "Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera." "Y el parecer de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte," ante los ojos de la multitud allí congregada. "Y el sonido de la bocina iba esforzándose en extremo." Tan terribles eran las señales de la presencia de Jehová que las huestes de Israel temblaron de miedo, y cayeron sobre sus rostros ante el Señor. Aun Moisés exclamó: "Estoy asombrado y temblando." Hebreos 12:21. PP54 311.2
Entonces los truenos cesaron; ya no se oyó la trompeta; y la tierra quedó quieta. Hubo un plazo de solemne silencio y entonces se oyó la voz de Dios. Rodeado de un séquito de ángeles, el Señor, envuelto en espesa obscuridad, habló desde el monte y dió a conocer su ley. Moisés, al describir la escena, dice: "Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció del monte de Parán, y vino con diez mil santos: a su diestra la ley de fuego para ellos. Aun amó los pueblos; todos sus santos en tu mano: ellos también se llegaron a tus pies: recibieron de tus dichos." Deuteronomio 33:2, 3. PP54 312.1
“El pueblo de Israel estaba anonadado de terror. El inmenso poder de las declaraciones de Dios parecía superior a lo que sus temblorosos corazones podían soportar. Cuando se les presentó la gran norma de la justicia divina, comprendieron como nunca antes el carácter ofensivo del pecado y de su propia culpabilidad ante los ojos de un Dios santo. Huyeron del monte con miedo y santo respeto. La multitud clamó a Moisés: "Habla tú con nosotros, que nosotros oiremos; mas no hable Dios con nosotros, porque no muramos." Su caudillo respondió: "No temáis; que por probaros vino Dios, y porque su temor esté en vuestra presencia para que no pequéis." El pueblo, sin embargo, permaneció a la distancia, presenciando la escena con terror, mientras Moisés "se llegó a la oscuridad, en la cual estaba Dios." PP54 318.4
¿Qué advertencia tenemos en estos pasajes?
“Pero, poco tiempo después cayó una calamidad repentina y terrible sobre la familia del sumo sacerdote. A la hora del culto, cuando las oraciones y las alabanzas del pueblo ascendían a Dios, dos de los hijos de Aarón tomaron cada uno su incensario, y quemaron incienso, para que ascendiera como agradable perfume ante el Señor. Pero violaron las órdenes de Dios usando "fuego extraño". Para quemar el incienso se valieron de fuego común en lugar del fuego sagrado que Dios mismo había encendido, y cuyo uso había ordenado para este objeto. Por causa de este pecado, salió fuego de la presencia del Señor y los devoró a la vista del pueblo.” PP 327.1 - PP 327.2
Después de Moisés y de Aarón, Nadab y Abiú ocupaban la posición más elevada en Israel. Habían sido especialmente honrados por el Señor, y juntamente con los setenta ancianos se les permitió contemplar su gloria en el monte. Pero su transgresión no debía disculparse ni considerarse con ligereza. Todo aquello hacía su pecado aun más grave. Por el hecho de que los hombres hayan recibido gran luz, y como los príncipes de Israel, hayan ascendido al monte, hayan gozado de la comunión con Dios y hayan morado en la luz de su gloria, no deben lisonjearse de que pueden pecar impunemente; no deben creer que porque fueron honrados de esa forma, Dios no castigará estrictamente su iniquidad. Este es un engaño fatal. La gran luz y los privilegios otorgados demandan reciprocidad, que debe manifestarse en una virtud y santidad correspondientes a la luz recibida. Dios no aceptará nada menos que esto. Las grandes bendiciones o privilegios no deben adormecer a los hombres en la seguridad o la negligencia. Nunca deben dar licencia para pecar, ni deben creer los favorecidos que Dios no será estricto con ellos. Todas las ventajas que Dios concede son medios suyos para dar ardor al espíritu, celo al esfuerzo y vigor en el cumplimiento de su santa voluntad. PP 328.1
En su juventud, Nadab y Abiú no fueron educados para que desarrollaran hábitos de dominio propio. La disposición indulgente del padre, su falta de firmeza en lo recto, lo habían llevado a descuidar la disciplina de sus hijos. Les había permitido seguir sus propias inclinaciones. Los hábitos de complacencia propia, practicados durante mucho tiempo, los dominaban de tal manera que ni la responsabilidad del cargo más sagrado tenía poder para romperlos. No se les había enseñado a respetar la autoridad de su padre, y por eso no comprendían la necesidad de ser fieles en su obediencia a los requisitos de Dios. La indulgencia equivocada de Aarón respecto a sus hijos, los preparó para que fueran objeto del castigo divino. PP 328.2
¿Cuándo entrará en vigor el nuevo pacto?
Jeremías 31:31-33 - “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.
Como veis, este nuevo pacto va a tener efecto en el tiempo de la siega. Entonces todo el pueblo de Dios conocerá la diferencia entre el bien y el mal. Entonces conocerán ellos la voluntad y el camino de Dios. Y así tendrán la capacidad para hacer el bien y evitar el mal. Ellos se inclinarán natural y gozosamente para hacer el bien, así como ahora se inclinan a hacer el mal.
Jeremías 31:34 - “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Notad que los pecadores y los ignorantes de Dios no se contarán más entre el pueblo de Dios. Ciertamente que se aproxima un cambio. EL presente estado de cosas no continuará de esta manera por más tiempo. Los pecadores tendrán que desaparecer para siempre. ¡Y que felices debemos ser de que si ahora nos arrepentimos, nuestros pecados serán perdonados y olvidados, y de que ninguno nos recordará a ellos!.
¿Cuándo se completó la obra de redención de Cristo?
Todo el cielo estaba esperando para dar la bienvenida al Salvador a los atrios celestiales. Mientras ascendía, iba adelante, y la multitud de cautivos libertados en ocasión de su resurrección le seguía. DTG 772.3
Entra a la presencia de su Padre. Señala su cabeza herida, su costado traspasado, sus pies lacerados; alza sus manos que llevan la señal de los clavos. Presenta los trofeos de su triunfo; ofrece a Dios la gavilla de las primicias, aquellos que resucitaron con él como representantes de la gran multitud que saldrá de la tumba en ocasión de su segunda venida…. Ahora declara: Padre, consumado es. He hecho tu voluntad, oh Dios mío. He completado la obra de la redención. Si tu justicia está satisfecha, "aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo." DTG 773.11
Se oye entonces la voz de Dios proclamando que la justicia está satisfecha. Satanás está vencido. Los hijos de Cristo, que trabajan y luchan en la tierra, son "aceptos en el Amado." DTG 774.1
¿Qué tipifica el día de la recolección final?
“La fiesta de las cabañas no era solo una conmemoración, sino también un tipo o figura. No solamente señalaba algo pasado: la permanencia en el desierto, sino que, además, como la fiesta de la mies, celebraba la recolección de los frutos de la tierra, y apuntaba hacia algo futuro: el gran día de la siega final, cuando el Señor de la mies mandará a sus segadores a recoger la cizaña en manojos destinados al fuego y a juntar el trigo en su granero. En aquel tiempo todos los impíos serán destruidos…” PP 524.1
“Después de esto miré”, dice Juan el Revelador cerca del año 96 d.C., al serle mostrado el trono en el santuario, “y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas.
“Y al instante yo estaba en el espíritu, y he aquí un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”.
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenia siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra … Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones” Apocalipsis 4:1-6; 5:6,11.
Aquí se presenta una doble escena. Por una parte, delante del trono “ardían siete lámparas” y el “Cordero como inmolado”, mostrando que el trono fue “puesto” allí para servir durante el tiempo de prueba. La luz del candelabro representa la luz de verdad en la iglesia mientras que la sangre del Cordero está intercediendo por los seres pecaminosos. Por el otro lado, sobre el trono se sienta el Anciano de días, el Juez, rodeado por el jurado de 24 ancianos y también de los testigos angélicos “millones de millones” de ellos, y también los cuatro seres vivientes (los cuales, siendo “redimidos” “de todo linaje y lengua y pueblo y nación” - Apocalipsis 5:8, 9 - son por consiguiente, simbólicos de los santos - los cuales tendrán sus pecados borrados de los libros de registros - así como las bestias de Daniel 7 que son simbólicas de todos los reinos que perecerán en sus pecados), con el Cordero, nuestro Abogado, en el medio. Todo esto muestra una obra mediadora-judicial combinada.
Hasta ahora pues, vemos que cuando Juan en visión miró la puerta - el velo- mientras fue abierta al Lugar Santísimo del santuario celestial, se le permitió mirar adentro, y las cosas que él vio habían de producirse “después” de su tiempo: Mostrando así que al tiempo de su visión (aproximadamente el año 96 d.C.) el lugar Santísimo fue cerrado. Además de esto, veremos de la profecía de Daniel que el trono de juicio fue puesto en el lugar Santísimo del santuario celestial después que surgiera el “cuerno pequeño” de Daniel 7.
“Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”. Daniel 7:8-10.
Estos versículos revelan que después de que “el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos, “el Hijo del hombre”, Cristo, fue entonces traído a una posición, no a “la diestra de Dios”, el “Anciano de días”, sino “delante de él”. (Daniel 7:8-10,13).
La visión de ambos, de Juan y de Daniel, revelan que el trono en el santuario no estaba allá desde el principio de la creación de Dios; o desde los días de Moisés; o aun desde la hora cuando Cristo ascendió en lo alto; ni tampoco desde los días de la Roma pagana; Efectivamente, no fue “puesto”, hasta después de la caída de la Roma pagana, cuando el “cuerno pequeño” de la bestia indescriptible surgió - en los días de la Roma eclesiástica (Daniel 7:7-12, 21-22). En otro lugar, fuera del santuario, está- El salón del trono eterno de Dios.
Puesto que el trono del santuario no existía en los días de la primera iglesia cristiana, por lo tanto el trono sobre el cual Esteban vio a Cristo “a la diestra de Dios” (Hechos 7:56) no podía haber estado en el santuario, donde está “el mar de vidrio”, sino más bien en el Paraíso, de donde fluye “el río de agua de vida”, y a uno y otro lado del cual está “el árbol de la vida” Apocalipsis 22:1-2. Obviamente, entonces, el trono que Esteban vio es “el trono de Dios y del Cordero”, el trono permanente y eterno. Alrededor de este trono de gloria no hay bestias, ni testigos, ni jurado, no hay candelabro delante de ellos, ni sangre para ser ofrecida. En breve, se halla no en el santuario cargado de pecado, sino en el Paraíso. Es el soberano trono administrativo, desde el cual el ser Infinito gobierna eternamente a sus seres inmortales y sin pecado.
A este trono, entonces, que existe desde la eternidad a la eternidad, Cristo ascendió y se sentó a la diestra de su Padre, hasta que vino el tiempo cuando, en cumplimiento de la profecía de Daniel y la revelación de Juan, algún tiempo después el poder del cuerno pequeño, vino a existencia, Él y su Padre se trasladaron al trono del santuario. Sobre este trono Cristo no se sienta como rey a la diestra de Dios; sino más bien está de pie ante éste como cordero inmolado (Apocalipsis 5:6) y también como intercesor (Daniel 7:13) suplicando por los seres humanos pecaminosos. Por eso, su obra mediadora empezó- Primero en el lugar Santo,luego en el lugar Santísimo.