Instruyendo a los Discípulos: Parte 2

Lección 8, Tercer Trimestre del 17-23 de Agosto, 2024

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Tarde de Sábado, 17 de Agosto

Texto para memorizar:

“Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” RVa — Marcos 10:45


“Otra vez pareció renovarse la contienda en cuanto a cuál sería el mayor, cuando Jesús, llamándolos a sí, dijo a los indignados discípulos: "Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad. Mas no será así entre vosotros.” DTG 504.2

Otra vez pareció renovarse la contienda en cuanto a cuál sería el mayor, cuando Jesús, llamándolos a sí, dijo a los indignados discípulos: "Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad. Mas no será así entre vosotros."

En los reinos del mundo, la posición significaba engrandecimiento propio. Se obligaba al pueblo a existir para beneficio de las clases gobernantes. La influencia, la riqueza y la educación eran otros tantos medios de dominar al vulgo para que sirviera a los dirigentes. Las clases superiores debían pensar, decidir, gozar y gobernar; las inferiores debían obedecer y servir. La religión, como todas las demás cosas, era asunto de autoridad. Se esperaba que el pueblo creyera y practicara lo que indicaran sus superiores. Se desconocía totalmente el derecho del hombre como hombre, de pensar y obrar por sí mismo.

Cristo estaba estableciendo un reino sobre principios diferentes. El llamaba a los hombres, no a asumir autoridad, sino a servir, a sobrellevar los fuertes las flaquezas de los débiles. El poder, la posición, el talento y la educación, colocaban a su poseedor bajo una obligación mayor de servir a sus semejantes. Aun al menor de los discípulos de Cristo se dice: "Porque todas las cosas son por vuestra causa."

"El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." Entre los discípulos, Cristo era en todo sentido un guardián, un portador de cargas. El compartía su pobreza, practicaba la abnegación personal en beneficio de ellos, iba delante de ellos para allanar los lugares más difíciles, y pronto iba a consumar su obra en la tierra entregando su vida. El principio por el cual Cristo se regía debe regir a los miembros de la iglesia, la cual es su cuerpo. El plan y fundamento de la salvación es el amor. En el reino de Cristo los mayores son los que siguen el ejemplo dado por él y actúan como pastores de su rebaño.

Las palabras de Pablo revelan la verdadera dignidad y honra de la vida cristiana: "Por lo cual, siendo libre para con todos, me he hecho siervo de todos," "no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos."

En asuntos de conciencia, el alma debe ser dejada libre. Ninguno debe dominar otra mente, juzgar por otro, o prescribirle su deber. Dios da a cada alma libertad para pensar y seguir sus propias convicciones. "De manera que, cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí." Ninguno tiene el derecho de fundir su propia individualidad en la de otro. En todos los asuntos en que hay principios en juego, "cada uno esté asegurado en su ánimo."8 En el reino de Cristo no hay opresión señoril ni imposición de costumbres. Los ángeles del cielo no vienen a la tierra para mandar y exigir homenaje, sino como mensajeros de misericordia, para cooperar con los hombres en la elevación de la humanidad. DTG 504.2 - DTG 505.2

Sábado, 18 de Agosto

El Plan de Dios para el Matrimonio


Lee Marcos 10:1-12, también Génesis 1:27 y Génesis 2:24. ¿Qué trampa se estaba escondiendo bajo la pregunta de los fariseos acerca del divorcio? ¿Y qué lección enseñó Jesús a través de su respuesta?

“En las mentes juveniles el matrimonio está revestido de romanticismo y es difícil despojarlo de ese carácter que le presta la imaginación, para hacer que la mente comprenda cuán pesadas responsabilidades entraña el voto matrimonial. Liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar.” 4TPI 497.3

“Cada compromiso matrimonial debe ser considerado con cuidado, ya que el matrimonio es un paso que se toma para toda la vida. Tanto el hombre como la mujer deben reflexionar detenidamente si pueden permanecer unidos el uno al otro a través de las vicisitudes de la vida mientras ambos vivan.” 11LtMs, Lt 17, 1896, par. 8. (Ref. en inglés)

“Entre los judíos se permitía que un hombre repudiase a su mujer por las ofensas más insignificantes, y ella quedaba en libertad para casarse otra vez. Esta costumbre era causa de mucha desgracia y pecado. En el Sermón del Monte, Jesús indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, excepto por infidelidad a los votos matrimoniales. "El que repudia a su mujer—dijo él—, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”. DMJ 56.3

“Después, cuando los fariseos lo interrogaron acerca de la legalidad del divorcio, Jesús dirigió la atención de sus oyentes hacia la institución del matrimonio conforme se ordenó en la creación del mundo. "Por la dureza de vuestro corazón—dijo él—Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres: mas al principio no fue así". Se refirió a los días bienaventurados del Edén, cuando Dios declaró que todo "era bueno en gran manera". Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas, para la gloria de Dios y en beneficio de la humanidad: el matrimonio y el sábado. Al unir Dios en matrimonio las manos de la santa pareja diciendo: "Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne", dictó la ley del matrimonio para todos los hijos de Adán hasta el fin del tiempo. Lo que el mismo Padre eterno había considerado bueno era una ley que reportaba la más elevada bendición y progreso para los hombres.” DMJ 56.4

“Jesús vino a nuestro mundo para corregir errores y restaurar la imagen moral de Dios en el hombre. Sentimientos equivocados respecto al matrimonio habían encontrado un lugar en las mentes de los maestros de Israel. Estaban anulando la sagrada institución del matrimonio. El hombre se estaba volviendo tan insensible que, por la excusa más trivial, se separaría de su esposa o, si lo deseaba, la separaría de los hijos y la enviaría lejos. Esto se consideraba una gran desgracia y a menudo iba acompañado del más agudo sufrimiento por parte de la persona rechazada.” 14LtMs, Ms 16, 1899, par. 10. (Ref. en inglés)

“Cristo no vino a destruir la ley, sino a cumplir cada una de sus especificaciones. Vino a derribar y destruir las obras de opresión que el enemigo había levantado por todas partes. Era perfectamente coherente con Su carácter y obra dar a conocer el hecho de que el matrimonio es una institución sagrada y santa.” 14LtMs, Ms 16, 1899, párr. 31. (Ref. en inglés)

Lunes, 12 de Agosto

Jesus y los Niños


Lee Marcos 10:13-16. Qué hizo Jesús para aquellos que le trajeron niños?

Jesús amó siempre a los niños. Aceptaba su simpatía infantil, y su amor franco y sin afectación. La agradecida alabanza de sus labios puros era música para sus oídos y refrigeraba su espíritu cuando estaba oprimido por el trato con hombres astutos e hipócritas. Dondequiera que fuera el Salvador, la benignidad de su rostro y sus modales amables y bondadosos le granjeaban el amor y la confianza de los niños.

Entre los judíos era costumbre llevar a los niños a algún rabino, a fin de que les impusiese las manos para bendecirlos; pero los discípulos pensaban que el trabajo del Salvador era demasiado importante para ser interrumpido de esta manera. Cuando venían las madres a él con sus pequeñuelos, los discípulos las miraban con desagrado. Pensaban que esos niños eran demasiado tiernos para recibir beneficio de una visita a Jesús, y concluían que su presencia le desagradaba. Pero los discípulos eran quienes incurrían en su desagrado. El Salvador comprendía los cuidados y la carga de las madres que estaban tratando de educar a sus hijos de acuerdo con la Palabra de Dios. Había oído sus oraciones. El mismo las había atraído a su presencia.

Una madre con su hijo había dejado su casa para hallar a Jesús. En el camino habló de su diligencia a una vecina, y ésta quiso también que Jesús bendijese a sus hijos. Así se reunieron varias madres, con sus pequeñuelos. Algunos de los niños ya habían pasado de la infancia a la niñez y a la adolescencia. Cuando las madres expresaron su deseo, Jesús oyó con simpatía la tímida petición. Pero esperó para ver cómo las tratarían los discípulos. Cuando los vió despedir a las madres pensando hacerle un favor, les mostró su error diciendo: "Dejad los niños venir a mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios." Tomó a los niños en sus brazos, puso las manos sobre ellos y les dió la bendición que habían venido a buscar.

Las madres quedaron consoladas. Volvieron a sus casas fortalecidas y bendecidas por las palabras de Cristo. Quedaron animadas para reasumir sus cargas con nueva alegría, y para trabajar con esperanza por sus hijos. Las madres de hoy han de recibir sus palabras con la misma fe. Cristo es tan ciertamente un Salvador personal hoy como cuando vivió como hombre entre los hombres. Es tan ciertamente el ayudador de las madres hoy como cuando reunía a los pequeñuelos en sus brazos en Judea. Los hijos de nuestros hogares son tanto la adquisición de su sangre como lo eran los niños de entonces.

Jesús conoce la preocupación del corazón de cada madre. El que tuvo una madre que luchó con la pobreza y la privación, simpatiza con cada madre en sus trabajos. El que hizo un largo viaje para aliviar el ansioso corazón de una mujer cananea, hará otro tanto por las madres de hoy. El que devolvió a la viuda de Naín su único hijo, y en su agonía sobre la cruz se acordó de su propia madre, se conmueve hoy por la tristeza de una madre. En todo pesar y en toda necesidad, dará consuelo y ayuda.

Acudan las madres a Jesús con sus perplejidades. Hallarán gracia suficiente para ayudarles en la dirección de sus hijos. Las puertas están abiertas para toda madre que quiera poner sus cargas a los pies del Salvador. El que dijo: "Dejad los niños venir a mí, y no los impidáis," sigue invitando a las madres a conducir a sus pequeñuelos para que sean bendecidos por él. Aun el lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todopoderoso por la fe de su madre que ora. Juan el Bautista estuvo lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento. Si queremos vivir en comunión con Dios, nosotros también podemos esperar que el Espíritu divino amoldará a nuestros pequeñuelos, aun desde los primeros momentos.

En los niños que eran puestos en relación con él, Jesús veía a los hombres y mujeres que serían herederos de su gracia y súbditos de su reino, algunos de los cuales llegarían a ser mártires por su causa. El sabía que estos niños le escucharían y aceptarían como su Redentor con mayor facilidad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios en las cosas del mundo y de corazón endurecido. En su enseñanza, él descendía a su nivel. El, la Majestad del cielo, no desdeñaba contestar sus preguntas y simplificar sus importantes lecciones para adaptarlas a su entendimiento infantil. Implantaba en sus mentes semillas de verdad que en años ulteriores brotarían y darían fruto para vida eterna.

Es todavía verdad que los niños son más susceptibles a las enseñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a las influencias divinas, y son fuertes para retener las lecciones recibidas. Los niñitos pueden ser cristianos y tener una experiencia de acuerdo con sus años. Necesitan ser educados en las cosas espirituales, y los padres deben darles todas las ventajas a fin de que adquieran un carácter semejante al de Cristo. DTG 472.2 - DTG 474.1

Mártes, 20 de Agosto

La Mejor Inversión


Lee Marcos 10:17-31. ¿Qué lecciones cruciales sobre la fe y el coste del discipulado -para cualquiera, rico o pobre- se revelan aquí?

Cristo dió a este hombre una prueba. Le invitó a elegir entre el tesoro celestial y la grandeza mundanal. El tesoro celestial le era asegurado si quería seguir a Cristo. Pero debía renunciar al yo; debía confiar su voluntad al dominio de Cristo. La santidad misma de Dios le fué ofrecida al joven príncipe. Tuvo el privilegio de llegar a ser hijo de Dios y coheredero con Cristo del tesoro celestial. Pero debía tomar la cruz y seguir al Salvador con verdadera abnegación.

Las palabras de Cristo fueron en verdad para el príncipe la invitación: "Escogeos hoy a quién sirváis."1 Le fué dejada a él la decisión. Jesús anhelaba que se convirtiera. Le había mostrado la llaga de su carácter, y con profundo interés vigilaba el resultado mientras el joven pesaba la cuestión. Si decidía seguir a Cristo, debía obedecer sus palabras en todo. Debía apartarse de sus proyectos ambiciosos. Con qué anhelo ferviente, con qué ansia del alma, miró el Salvador al joven, esperando que cediese a la invitación del Espíritu de Dios.

Cristo presentó las únicas condiciones que pondrían al príncipe donde desarrollaría un carácter cristiano. Sus palabras eran palabras de sabiduría, aunque parecían severas y exigentes. En su aceptación y obediencia estaba la única esperanza de salvación del príncipe. Su posición exaltada y sus bienes ejercían sobre su carácter una sutil influencia para el mal. Si los prefiriese, suplantarían a Dios en sus afectos. El guardar poco o mucho sin entregarlo a Dios sería retener aquello que reduciría su fuerza moral y eficiencia; porque si se aprecian las cosas de este inundo, por inciertas e indignas que sean, llegan a absorberlo todo.

El príncipe discernió prestamente todo lo que entrañaban las palabras de Cristo, y se entristeció. Si hubiese comprendido el valor del don ofrecido, se habría alistado prestamente como uno de los discípulos de Cristo. Era miembro del honorable concilio de los judíos, y Satanás le estaba tentando con lisonjeras perspectivas de lo futuro. Quería el tesoro celestial, pero también quería las ventajas temporales que sus riquezas le proporcionarían. Lamentaba que existiesen tales condiciones; deseaba la vida eterna, pero no estaba dispuesto a hacer el sacrificio necesario. El costo de la vida eterna le parecía demasiado grande, y se fué triste "porque tenía muchas posesiones."

Su aserto de que había guardado la ley de Dios era falso. Demostró que las riquezas eran su ídolo. No podía guardar los mandamientos de Dios mientras el mundo ocupaba el primer lugar en sus afectos. Amaba los dones de Dios más que al Dador. Cristo había ofrecido su comunión al joven. "Sígueme," le dijo. El Salvador no significaba tanto para él como sus bienes o su propia fama entre los hombres. Renunciar al visible tesoro terrenal por el invisible y celestial era un riesgo demasiado grande. Rechazó el ofrecimiento de la vida eterna y se fué, y desde entonces el mundo había de recibir su culto. Millares están pasando por esta prueba y pesan a Cristo contra el mundo; y muchos eligen el mundo. Como el joven príncipe, se apartan del Salvador diciendo en su corazón: No quiero que este hombre me dirija.

Se nos presenta el trato de Cristo con el joven como una lección objetiva. Dios nos dió la regla de conducta que debe seguir cada uno de sus siervos. Es la obediencia a su ley, no sólo una obediencia legal, sino una obediencia que penetra en la vida y se ejemplifica en el carácter. Dios fijó su propia norma de carácter para todos los que quieren llegar a ser súbditos de su reino. Únicamente aquellos que lleguen a ser colaboradores con Cristo, únicamente aquellos que digan: Señor, todo lo que tengo y soy te pertenece, serán reconocidos como hijos e hijas de Dios. Todos deben considerar lo que significa desear el cielo, y sin embargo apartarse de él por causa de las condiciones impuestas. Pensemos en lo que significa decir no a Cristo. El príncipe dijo: No, yo no puedo darte todo. ¿Decimos nosotros lo mismo? El Salvador ofrece compartir con nosotros la obra que Dios nos ha dado. Nos ofrece emplear los recursos que Dios nos ha dado, para llevar a cabo su obra en el mundo. Únicamente así puede salvarnos.

Los bienes del príncipe le habían sido confiados para que se demostrase fiel mayordomo; tenía que administrar estos bienes para beneficio de los menesterosos. También ahora confía Dios recursos a los hombres, así como talentos y oportunidades, a fin de que sean sus agentes para ayudar a los pobres y dolientes. El que emplea como Dios quiere los bienes que le han sido confiados llega a ser colaborador con el Salvador. Gana almas para Cristo, porque es representante de su carácter.

A los que, como el joven príncipe, ocupan altos puestos de confianza y tienen grandes posesiones, puede parecer un sacrificio demasiado grande el renunciar a todo a fin de seguir a Cristo. Pero ésta es la regla de conducta para todos los que quieran llegar a ser sus discípulos. No puede aceptarse algo que sea menos que la obediencia. La entrega del yo es la substancia de las enseñanzas de Cristo. Con frecuencia es presentada y ordenada en un lenguaje que parece autoritario porque no hay otra manera de salvar al hombre que separándolo de aquellas cosas que, si las conservase, desmoralizarían todo el ser. DTG 478.4 - DTG 481.1

Cuando los discípulos de Cristo devuelven lo suyo al Señor, acumulan tesoros que se les darán cuando oigan las palabras: "Bien, buen siervo y fiel; ... entra en el gozo de tu señor." "El cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse a la diestra del trono de Dios."2 El gozo de ver almas redimidas, almas eternamente salvadas, es la recompensa de todos aquellos que ponen los pies en las pisadas de Aquel que dijo: "Sígueme." DTG 481.2

Miércoles, 21 de Agosto

¿Puedes beber mi copa?


Lee Marcos 10:33-45. ¿Cómo revelan estos versículos la continua ignorancia de los discípulos respecto no sólo a la misión de Jesús, sino también a lo que significa seguirle?

Otra vez Jesús llamó a sí a los doce, y con mayor claridad que nunca les explicó su entrega y sufrimientos. "He aquí—dijo él—subimos a Jerusalén, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre. Porque será entregado a las gentes, y será escarnecido, e injuriado y escupido. Y después que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía."

¿No habían proclamado poco antes por doquiera: "El reino de los cielos se ha acercado"? ¿No había prometido Cristo mismo que muchos se sentarían con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios? ¿No había prometido a cuantos lo habían dejado todo por su causa cien veces tanto en esta vida y una parte en su reino? ¿Y no había hecho a los doce la promesa especial de que ocuparían puestos de alto honor en su reino, a saber que se sentarían en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel? Acababa de decir que debían cumplirse todas las cosas escritas en los profetas concernientes a él. ¿Y no habían predicho los profetas la gloria del reino del Mesías? Frente a estos pensamientos, sus palabras tocante a su entrega, persecución y muerte parecían vagas y confusas. Ellos creían que a pesar de cualesquiera dificultades que pudieran sobrevenir, el reino se establecería pronto. DTG 501.2 - DTG 501.3

Juan, hijo de Zebedeo, había sido uno de los dos primeros discípulos que siguieran a Jesús. El y su hermano Santiago habían estado entre el primer grupo que había dejado todo por servirle. Alegremente habían abandonado su familia y sus amigos para poder estar con él; habían caminado y conversado con él; habían estado con él en el retiro del hogar y en las asambleas públicas. El había aquietado sus temores, aliviado sus sufrimientos y confortado sus pesares, los había librado de peligros y con paciencia y ternura les había enseñado, hasta que sus corazones parecían unidos al suyo, y en su ardor y amor anhelaban estar más cerca de él que nadie en su reino. En toda oportunidad posible, Juan se situaba junto al Salvador, y Santiago anhelaba ser honrado con una estrecha relación con él. DTG 501.4

Jesús los trató con ternura y no censuró su egoísmo por buscar preferencia sobre sus hermanos. Leía sus corazones y conocía la profundidad de su cariño hacia él. El amor de ellos no era un afecto meramente humano; aunque fluía a través de la terrenidad de sus conductos humanos, era una emanación de la fuente de su propio amor redentor. El no lo criticó, sino que lo ahondó y purificó. Dijo: "¿Podéis beber el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?" Ellos recordaron sus misteriosas palabras, que señalaban la prueba y el sufrimiento, pero contestaron confiadamente: "Podemos." Consideraban que sería el más alto honor demostrar su lealtad compartiendo todo lo que aconteciera a su Señor. DTG 502.5

"A la verdad mi vaso beberéis, y del bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados," dijo él. Delante de él, había una cruz en vez de un trono, y por compañeros suyos, a su derecha y a su izquierda, dos malhechores. Juan y Santiago tuvieron que participar de los sufrimientos con su Maestro; uno fué el primero de los hermanos que pereció a espada; el otro, el que por más tiempo hubo de soportar trabajos, vituperio y persecución. DTG 502.5 - DTG 502.6

"Mas el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda—continuó Jesús,—no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está aparejado de mi Padre." En el reino de los cielos, no se alcanza la posición por favoritismo. No se la gana ni se la recibe como un regalo arbitrario. Es el resultado del carácter. La corona y el trono son las prendas de una condición alcanzada; son las arras de la victoria sobre sí mismo por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Largo tiempo después, cuando se había unido en simpatía con Cristo por la participación de sus sufrimientos, el Señor le reveló a Juan cuál es la condición de la proximidad en su reino. "Al que venciere—dijo Cristo,—yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, ... y mi nombre nuevo."1 El apóstol Pablo escribió: "Porque yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día."2

El que estará más cerca de Cristo será el que en la tierra haya bebido más hondamente del espíritu de su amor desinteresado—amor que "no hace sinrazón, no se ensancha; ... no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal,"3—amor que mueve al discípulo como movía al Señor, a dar todo, a vivir, trabajar y sacrificarse, aun hasta la muerte, para la salvación de la humanidad. Este espíritu se puso de manifiesto en la vida de Pablo. El dijo: "Porque para mí el vivir es Cristo," porque su vida revelaba a Cristo ante los hombres; "y el morir es ganancia,"—ganancia para Cristo; la muerte misma pondría de manifiesto el poder de su gracia y ganaría almas para él. "Será engrandecido Cristo en mi cuerpo—dijo él,—o por vida, o por muerte."4 DTG 503.1 - DTG 503.3

Jueves, 22 de Agosto

¿Qué Quieres que te Haga?


Lee Marcos 10:46-52. ¿Cómo reaccionó Bartimeo al paso de Jesús?

Y Jesús le respondió diciendo: —¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: —Rabí, que yo recobre la vista. RVa — Marcos 10:51

“Sólo cuando el pecador siente la necesidad de un Salvador, su corazón va tras Aquel que puede ayudarlo. Cuando Jesús caminó entre los hombres, eran los enfermos los que necesitaban un médico. Los pobres, los afligidos y angustiados lo siguieron para recibir la ayuda y el consuelo que no podían encontrar en ningún otro lugar. El ciego Bartimeo espera al lado del camino; Ha esperado mucho para encontrarse con Cristo. Multitudes de personas que poseen la vista pasan de un lado a otro, pero no tienen ningún deseo de ver a Jesús. Una mirada de fe tocaría su corazón de amor y les traería las bendiciones de su gracia; pero no conocen la enfermedad y la pobreza de sus almas, y no sienten necesidad de Cristo. No ocurre lo mismo con el pobre ciego. Su única esperanza está en Jesús. Mientras espera y observa, oye el paso de muchos pies y pregunta ansiosamente: ¿Qué significa este ruido del viaje? Los transeúntes responden que “Jesús de Nazaret pasa”. Con el afán del intenso deseo, clama: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!" Intentan silenciarlo, pero él grita con más vehemencia: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!" Se escucha este recurso. Su fe perseverante es recompensada. No sólo se restaura la vista física, sino que se abren los ojos de su entendimiento. En Cristo ve a su Redentor y el Sol de justicia brilla en su alma. Todos los que sienten su necesidad de Cristo como el ciego Bartimeo, y que sean tan fervientes y decididos como él, recibirán, como él, la bendición que anhelan. RH 15 de Marzo de 1887, párr. 3

"Los afligidos y sufrientes que buscaban a Cristo como su ayudador, estaban encantados con la perfección divina, la belleza de la santidad, que resplandecía en su carácter. Pero los fariseos no podían ver en él ninguna belleza que les hiciera desearlo. Su atuendo sencillo y su vida humilde, desprovista de ostentación exterior, lo hacían para ellos como una raíz de tierra seca". RH 15 de Marzo de 1887, par. 4

"Los que reciben a Cristo por la fe recibirán también el poder de llegar a ser hijos de Dios".72 SD 126.5

Viernes, 23 de Agosto

Estudio Adicional

Para ser cristiano a los ojos de Dios nunca debes alabarte a ti mismo, sino alabar a Dios y Su bondad. Nunca te jactes de tus propios intereses y logros, sino de los de Dios. Nunca trates de promover tus negocios, sino siempre trata de promover los de Dios. Nunca ores pidiendo luz para saber qué hacer, y adónde ir para que tu negocio, tus intereses prosperen, sino más bien ora pidiendo luz para que Dios te ayude a hacer la cosa o ir al lugar donde mejor servirías a Su causa, que Él te guíe y te enseñe cómo hacer avanzar Su reino. Entonces, y sólo entonces, ¡descubrirás que nunca te equivocas! Cualquier otro motivo te llevará a donde Dios no te quiere, y donde tendrás que llevar tu propia carga independientemente de Él.

Cuando las cosas van en contra de la voluntad y el camino de uno hoy en día, la mayoría de los cristianos dan crédito al Diablo. Sólo cuando las cosas van de acuerdo a sus gustos, le dan crédito a Dios. Balaam también se alegró cuando se le abrió el camino para ir a Balac, pero cuando el ángel del Señor bloqueó el camino por el que viajaba, entonces Balaam se volvió loco como un perro y golpeó al asno. -

No, nada más que tú mismo puede derrotar los planes de Dios para ti. Sean tus amigos o tus enemigos, sean bestias o reyes, todos ellos, sin querer o queriendo, trabajarán para tu bien y no para tu mal, si cumples la voluntad de Dios. ¡Qué rico recurso es el Cielo! ¡Y quién lo sabe! -

Recuerda ahora que todo lo que se interponga en tu camino, ya sea el Mar Rojo o el río Jordán, ya sea una montaña o un desierto, se convertirá en tu propio peldaño. -

Tal es la justicia del Señor, y puedes tenerla a costa de tu propia justicia. Entonces encontrarás los caminos del Señor tan superiores a los tuyos como el Cielo es superior a la tierra. Cuando esto suceda, entonces sólo tú dirás comprensivamente: "El Señor nuestra Justicia".

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado. Confiad en Jehovah para siempre, porque Jehovah es la Roca de la eternidad. Pues él abatió a los que moraban en lo alto; humilló hasta la tierra a la ciudad enaltecida; la derribó hasta el polvo. El pie la pisoteará, los pies de los afligidos, los pasos de los necesitados. RVa — Isaías 26:3 - RVa — Isaías 26:6