Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. Apocalipsis 4:11
La creación estaba ahora completa. “Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento.” “Y vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” Génesis 2:1; 1:31. El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre acceso al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte desfiguraba la hermosa creación. “Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios.” Job 38:7 PP54 28.1
El gran Jehová había puesto los fundamentos de la tierra; había vestido a todo el mundo con un manto de belleza, y había colmado el mundo de cosas útiles para el hombre; había creado todas las maravillas de la tierra y del mar. La gran obra de la creación fué realizada en seis días. “Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios creado y hecho.” Génesis 2:2, 3. Dios miró con satisfacción la obra de sus manos. Todo era perfecto, digno de su divino Autor; y él descansó, no como quien estuviera fatigado, sino satisfecho con los frutos de su sabiduría y bondad y con las manifestaciones de su gloria. PP.54 28.2
Lee Apocalipsis 1:9. Lee también Mateo 13:21, Hechos 14:22 y Juan 16:33. ¿Cuál es el mensaje aquí para todos los que buscan seguir a Jesús en este mundo?
"Este testimonio viviente molestó mucho a los que habían rechazado a Jesús. Los reyes y gobernantes no soportaban oír este nombre, pues consideraban a Cristo un rival. La mención de su nombre, los incidentes de su vida, su muerte y su resurrección, encendían sus celos furiosos. Veían a Juan el anciano, honrado y amado, refiriéndose constantemente a Jesús como el Verbo eterno, otorgándole un poder superior al de ellos. Su testimonio era siempre la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Y a pesar de su edad, su venerable apariencia, sus blancos cabellos, en su envidia y celos condenaron al fiel apóstol a lo que entonces se pensaba que era el más severo de todos los castigos. Fue separado de su amado pueblo y desterrado a Patmos. "Yo Juan, que también soy vuestro hermano, y compañero en la tribulación, y en el reino y paciencia de Jesucristo, estuve en la isla que se llama Patmos, por la palabra de Dios, y por el testimonio de Jesucristo." RH 16 de mayo de 1899, par. 8
"El anciano representante de Cristo fue desterrado, para que no se oyese más su testimonio; porque era un poder vivo del lado del derecho. Pero aunque separado de sus hermanos, fue visitado por Cristo, a quien no había visto desde la ascensión. "Estaba en el Espíritu en el día del Señor", escribe, "y oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.... Yo soy el que vivo y estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos". RH 16 de mayo de 1899, par. 9
"Cristo sabía exactamente dónde encontrar a Juan; y allí, en la isla solitaria, le dio una visión de las escenas finales de la historia de esta tierra. Esto ha quedado registrado para nosotros. El registro es "la revelación de Jesucristo". El revelador es el revelado. El Dios viviente se muestra, supervisando, día a día, los acontecimientos relacionados con su iglesia. A Juan se le mostró el Cordero de Dios inmolado, el León de la tribu de Judá, el Conquistador, de pie en medio de los siete candeleros de oro, que son las siete iglesias. RH 16 de mayo de 1899, par. 10
"Cuando la madre de los hijos de Zebedeo vino a Cristo con la petición: "Haz que estos dos hijos míos se sienten, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu reino", Cristo dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del cáliz que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos le dijeron: Podemos. Y él les dijo: Beberéis ciertamente de mi cáliz, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado; pero sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no me es dado." Este bautismo Santiago ya lo había experimentado. Juan bebía ahora de la copa de la que Cristo había participado. Estaba siendo bautizado con sufrimiento por causa de su nombre". RH 16 de mayo de 1899, par. 11
Lee Apocalipsis 14:7. ¿Cómo concluye el mensaje del primer ángel? ¿Qué apelación final hace este mensaje de la hora del juicio? (Véase también Isa. 40:26, Juan 1:1-3 y Romanos 1:20).
En el principio, las regiones ahora heladas de los polos florecían con vegetación y abundaban con animales que los geólogos ahora encuentran preservados en el hielo. ¿Quién entonces puede dudar que el agua "sobre la expansión" fue el sistema que distribuía en forma igual (equilibrada) el calor de la tierra? Pero tan pronto como el agua, en cumplimiento de la predicción de Noé, comenzara a caer, –de hecho aún antes que tuviera oportunidad de descender a los lugares bajos de la tierra,– este sistema termostático natural se descompuso rápidamente, y la lluvia, cayendo a la tierra, se congeló tan súbitamente en las regiones polares que los animales mientras vivían fueron congelados con ella: evidentemente ni tuvieron tiempo para tragar su comida,como se confirma actualmente por las varias excavaciones arqueológicas.
La tierra, ahora sin su sistema de balanceo del calentamiento, se afecta con calor intenso siempre que el sol esté en tal posición como para enviar sus rayos por la misma espesura de la atmósfera, como en el caso de mediodía, cuando el sol brilla directo hacia abajo en lugar de diagonalmente; y con aun más intenso calor cuando quiera que haya una densidad de atmósfera, como causada por humedad y baja altitud; mientras que condiciones opuestas traen el otro extremo. Estos extremos atmosféricos en fluctuación que son tan incómodos traídos por el diluvio, son sólo otro de los resultados de las maldiciones que siguieron la incredulidad del hombre con relación a las advertencias y reprensiones Divinas y su desobediencia a los mandamientos de Dios.
Esta descomposición desfavorable del termostato de la Naturaleza, con las condiciones incómodas que resultan en la tierra, ambos de los cuales no sólo claman por una nueva tierra sino también un nuevo cielo, llama nuestra atención a-- El Sistema Solar.
La inspiración declara que el sol fue creado en el cuarto día de la semana de creación, y la ciencia astronómica ha descubierto que en nuestro sistema solar, además del planeta tierra, otros ocho planetas que dependen del sol para luz, calor y energía vital para la vida. (La posibilidad es que tres más planetas serán descubiertos,pues según Génesis 37:9 y otros hechos, debe haber doce planetas mayores en nuestro sistema solar). Durante la semana de creación, por consiguiente, Dios debió haber creado no sólo la tierra, sino también el entero sistema solar. De otro modo, los planetas en existencia sin beneficio de la influencia que da vida del sol, hubieran sufrido necesariamente una existencia no habitada y completamente inútil. La Inspiración, más aun, dice también que en la semana de creación, Dios creó la tierra, el sol, la luna, y "también las estrellas". Génesis 1:16.
Sin un sol, nuestro sistema solar hubiera sido un conjunto planetario sin una unidad que controlara, dejándolo vagar sin una dirección por el espacio, sólo para sufrir, al capricho cruel de una circunstancia fortuita, una sucesión sin fin de colisiones accidentales. Creado, sin embargo, y puesto en moción junto, por la mano que lo sostiene, todos los planetas siguen con seguridad al sol mientras viaja por el espacio a la tremenda velocidad de 400,000,000 millas por año.
Por lo tanto nuestro cielo y tierra siendo una unidad en el sistema solar, luego su descomposición y su renovación involucran necesariamente el sistema entero. No sólo nuestro cielo, por consiguiente, sino también-- Los Cielos Necesitan Ser Renovados.
Cada uno de los planetas en nuestro sistema solar siendo rodeado por su propio firmamentoo cielo, hay, por eso, tantos cielos (firmamentos) como hay planetas en el sistema. A estos "cielos" planetarios se aplican las siguientes escrituras:
"Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán…" Jeremías 4:28. "Y todo el ejército de los cielos se corromperá, y plegarse han los cielos como un libro: y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera". Isaías 34:4.
"Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas". 2 Pedro 3:10.
"Ellos perecerán, y tú permanecerás; Y todos ellos como un vestido se envejecerán; Como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados". Salmos 102:26.
"Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra, que yo hago, permanecen delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre". Isaías 66:22.
Como resultado del pecado en la tierra, causando que gima toda la creación (Romanos 8:22), la entera familia solar ha sufrido. Las escrituras anteriores muestran que no sólo la tierra, sino también los cielos, se han vuelto viejos bajo la maldición del pecado; es una enfermedad contagiosa con resultados de gran extensión; que "de manera que si un miembro padece, todos los miembros a una se duelen; y si un miembro es honrado, todos los miembros a una se gozan" (1 Corintios 12:26); que Dios se deshará de ello en forma absoluta, y por consiguiente, no sólo vaciará la tierra, sino también el entero sistema solar; y que al hacer la nueva tierra hará también el nuevo sistema solar!
"¿Qué pensáis contra Jehová? El hará consumación, la tribulación no se levantará dos veces". Nahum 1:9 "Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas". Apocalipsis 21:5.
"He aquí", él dice además, hablando en vista del día que él ejecutará "una completa consumación", "yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día de Jehová grande y terrible". Malaquías 4:5. Por consiguiente, las palabras de Jesús: A la verdad, Elías vendrá primero, y-- "Restaurará Todas Las Cosas". Mateo 17:11.
¡Oh, cuán grande Dios es nuestro Dios! Y cuán tardíos somos en asir sus promesas. Cuán tardíos somos, para permitir que él tome completo cargo de nosotros, así como él tiene a su cargo las estrellas”.
Lee 2 Corintios 5:17, Salmo 139:15-18, Hechos 17:27 y Colosenses 1:17. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la cercanía de Dios?
La velocidad más rápida en la tierra conocida por la ciencia moderna en este tiempo presente es la luz, la cual viaja a una velocidad de 186,284 millas por segundo. Si uno toma un vuelo en las alas de la luz a la gran nube Orión, le tomaría 600 años para llegar a esa maravilla distante en los cielos que ha atraído la ferviente atención de la ciencia moderna. Citando Primeros Escritos, página 41, leemos: “La atmósfera se partió, arrollándose hacia atrás, y entonces pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde salió la voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la ciudad de Dios”. Si la santa ciudad ha de atravesar ese espacio, podemos suponer que ese glorioso espacio abierto en Orión es la entrada al largo y continuo camino al cielo (el trono de Dios). Pero piense en la gran distancia hasta esta admirable entrada. Si toma 600 años luz para llegar a la entrada de este camino distante, entonces nos preguntamos, ¿Cuántos años luz tomaría para llegar al otro fin de ese camino celestial a la ciudad del gran Rey a los lados del norte?
Nosotros mortales no podemos dar una respuesta directa a esta gran pregunta sólo para decir la distancia de la tierra al centro del universo (el trono de Dios) es tan vasta que nosotros seres finitos sólo nos aterrorizamos. Estamos atónitos con la dificultad para calcular la distancia, o aun los años luz. Pero si la distancia está sumamente más allá de la comprensión humana, entonces, como el Indio previamente mencionado, hacemos la pregunta, ¿Cómo llegarán al cielo los Cristianos? Supongamos que la gran maravilla (tren) que lleva los redimidos se mueve a la tremenda velocidad de la luz, viajando a 186.000 millas por segundo, tomaría gran parte de la eternidad para llegar a la ciudad del Gran Rey (el cielo).
Aquí miraremos lo que consideramos una tremenda velocidad. El cielo la estima muy lenta. Por ejemplo, consideraremos a Jesús después de la resurrección. Fue María quien lo encontró primero. Al querer tocar a su Señor, Jesús le dijo, “María no me toques. Porque aún no he subido a mi Padre”. Juan 20:17. Ocho días después Jesús apareció a sus discípulos de nuevo. “Luego dice a Tomás: Pon tu dedo aquí … y ponlo en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel. Versículo 27. Si Jesús no le permitió a María que le tocara porque aún no había estado con su Padre después que había resucitado, no podemos suponer que le permitió a Tomás poner su dedo en su costado al menos que hubiera estado en el cielo con su Padre. Jesús, en una semana o menos, hizo un viaje redondo de la tierra al cielo.
Supongamos que este Indio quería ir al cielo, y escoge viajar en las alas de la luz. Comenzando el mismo día que Cristo resucitó de la tumba, pasando por el espacio a una velocidad de 186,000 millas por segundo, todavía estaría en camino. Más que eso, la nebulosa, – de la cual somos parte está a 300,000 años luz de diámetro. Por lo tanto, todavía estaría dentro de los límites de nuestra propia nebulosa. Cierto escritor, hablando del centro del universo (el trono de Dios), ha descrito la distancia en las siguientes palabras: “Pero la solución del misterio de la distancia al centro de centros – a ese punto remoto en el espacio que es el centro de gravedad para todas las decenas de miles de galaxias – tendrá que esperar al fin de nuestro estudio de la nebulosa que tomará de diez a quince años o más; y quizá nunca se resuelva”.
La velocidad de la luz es una velocidad totalmente lenta para los seres celestiales para atravesar el inmenso universo de Dios. Daniel se sintió en necesidad y ofreció una oración a su Dios la cual está registrada en Daniel 9:4-19. Esta corta oración de sólo quince versículos puede leerse en menos de cinco minutos, pero podemos suponer que fue muy cuidadoso en su oración y tomo el tiempo: Quizá diez o quince minutos. Citando el registro de Daniel: “Aún estaba hablando, y orando … Gabriel, al cual había visto en visión … volando con presteza me tocó … y dijo: Daniel, … al principio de tus ruegos salió la palabra y yo he venido para enseñártela”. Daniel 9:20-23. Aquí está un registro de un tipo de velocidad que está totalmente más allá de la comprensión humana. La oración al cielo y el ángel a la tierra se efectuó en menos de quince minutos. sólo el cielo sabe como un ángel puede hacer esa tremenda, indecible distancia en sólo unos pocos minutos. No habrá molestia, dificultad, o tardanza en ese glorioso viaje después que los Cristianos inicien el camino. Pero seguramente somos lentos para empezar, y ese es nuestro único problema que debemos resolver en cuanto a la distancia, y el viaje de la tierra al cielo.
No, no hay bestia, ni hombre, que pueda tomar su vida o engañarle de su ascenso si hace el mandato de Dios, si sabe que Aquel que guardó a Israel ni duerme ni se adormece (Salmos 121:3-4); que él conoce todo acerca de usted, mis amigos, cada momento del día y de la noche; que él toma nota aún de los cabellos que caen de nuestras cabezas; que cualquier cosa que le sobrevenga no es sino la voluntad de Dios para su propio bien. Yo digo, si usted sabe y cree que Él es Dios, y el guardador de su cuerpo y alma, entonces no importa que le sobrevenga, usted estará contento en ello y le dará a Dios el crédito, no murmurando, sino glorificando aun en sus pruebas y aflicciones.
Lee Efesios 3:9, Colosenses 1:13-17, Apocalipsis 4:11 y Romanos 5:17-19 ¿Qué enseñan estos textos sobre Jesús como Creador y Redentor?
En la obra final que Dios realiza en la tierra, el estandarte de su ley volverá a enarbolarse. Puede prevalecer la religión falsa, abundar la iniquidad, enfriarse el amor de muchos, perderse de vista la cruz del Calvario, y pueden las tinieblas esparcirse por la tierra como mortaja; puede volverse contra la verdad toda la fuerza de las corrientes populares; pueden tramarse una maquinación tras otra para destruir al pueblo de Dios; pero en la hora del mayor peligro, el Dios de Elías suscitará instrumentos humanos para proclamar un mensaje que no será acallado. En las ciudades populosas de la tierra, y en los lugares donde los hombres más se han esforzado por hablar contra el Altísimo, se oirá la voz de una reprensión severa. Con osadía los hombres designados por Dios denunciarán la unión de la iglesia con el mundo. Con fervor invitarán a hombres y mujeres a apartarse de la observancia de una institución humana para guardar el verdadero día de reposo. Proclamarán a toda nación: “Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas... Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente, o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira.” Apocalipsis 14:7-10.
Dios no violará su pacto, ni alterará lo que proclamaron sus labios. Su palabra perdurará para siempre, tan inalterable como su trono. En el juicio, este pacto se destacará, escrito claramente por el dedo de Dios; y el mundo será emplazado ante el tribunal de la justicia infinita para recibir su sentencia.
No está lejos el tiempo en que cada alma será probada. Se procurará imponernos la observancia del falso día de reposo. La contienda será entre los mandamientos de Dios y los de los hombres. Los que hayan cedido paso a paso a las exigencias mundanales y se hayan conformado a las costumbres del mundo cederán a las autoridades, antes que someterse al ridículo, los insultos, las amenazas de encarcelamiento y la muerte. En aquel tiempo el oro quedará separado de la escoria. La verdadera piedad se distinguirá claramente de las apariencias de ella y su oropel. Más de una estrella que hemos admirado por su brillo se apagará entonces en las tinieblas. Los que hayan asumido los atavíos del santuario, pero no estén revestidos de la justicia de Cristo, se verán en la vergüenza de su propia desnudez.
Lee Juan 19:16-30. Cómo debemos responder a las expresiones del amor de Dios en Colosenses 1:16:
"Esta tierra ha sido honrada y bendecida con la presencia del Hijo de Dios. En las Escrituras leemos acerca de Su encarnación, Su enseñanza, Sus milagros, Su muerte y Su resurrección. El esfuerzo por comprender estos maravillosos temas pone a prueba los poderes más elevados de la mente, y luego hay una infinidad que no puede agotarse. Cuanto más se llame a la mente a este estudio, más fuerte y clara se volverá. En la vida diaria se revelarán los misterios de la piedad, que pueden experimentarse, pero no pueden explicarse. A través de las incesantes edades de la eternidad, los redimidos estudiarán estos temas, obteniendo siempre de ellos un conocimiento más profundo y más claro de Dios y de Cristo. ST 26 de abril de 1905, par. 1
"¡Qué opuestos se encuentran y se revelan en la persona de Cristo! Dios poderoso, pero niño indefenso. El Creador de todo el mundo, y sin embargo, en un mundo creado por Él, a menudo hambriento y cansado, y sin un lugar donde reclinar la cabeza. Hijo del Hombre, pero infinitamente superior a los ángeles. Igual al Padre, pero su divinidad revestida de humanidad, a la cabeza de la raza caída, para que los seres humanos pudieran ser colocados en terreno ventajoso. Poseedor de riquezas eternas, pero pobre. Uno con el Padre en dignidad y poder, pero tentado en toda su humanidad como nosotros. En el mismo momento de su agonía en la cruz, un Conquistador, respondiendo a la petición del pecador arrepentido de ser recordado por Él cuando llegara a su reino, con las palabras: "En verdad te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso." ST 26 de abril de 1905, par. 2
"Cristo fue Dios manifestado en la carne. En Él se unieron la divinidad y la humanidad. En Él habitaba corporalmente toda la plenitud de la Divinidad. Vivió en este mundo una vida perfecta, revelando el carácter al que, por la gracia divina, puede llegar el hombre. En su vida dejó un ejemplo que todo verdadero cristiano debe seguir. Ninguna falsedad salió jamás de sus labios. Jamás cometió un acto deshonesto. Sobresalió en pureza y bondad inmaculadas, revelando lo que el hombre debe ser antes de poder entrar en la ciudad santa." ST 26 de abril de 1905, par. 3
Como el período profético terminó en 1844, el “Lugar Santísimo” en el santuario celestial en el que entró Cristo, fue abierto. Si este incidente marcó el comienzo de la expiación, no habría habido tiempo mejor o más oportuno para un llamado del cielo que al fin del gran período profético; siendo el día de expiación el tiempo más solemne para la iglesia. Los Adventistas del Séptimo día fueron llamados por un profeta, y prácticamente son el único pueblo que cree en los 2300 días. Somos el único pueblo que lo ha proclamado desde 1844, y ahora estamos en la expiación, o el tiempo del juicio. Aquí se cita el texto para esto: “Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, Diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra, porque la hora de su juicio es venida; y adorar a aquel que ha hecho el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:6, 7. Los Adventistas del Séptimo día sólo pueden cumplir el tipo, porque en ese tiempo fueron llamados por un profeta de Dios, para organizarse como una denominación, y proclamar las alegres nuevas: “Este evangelio en todo el mundo en esta generación”. Así el símbolo “setenta” encontró su cumplimiento en ese tiempo.