“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe; quien por el gozo que tenía por delante sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” RVa — Hebreos 12:2
Un verdadero cristiano nunca se queda rezagado, sino que como el grano perfecto del campo es completo en su esfera, así también está sin mancha y va tan lejos como la luz lo lleve adelante. En consecuencia, si usted ha comenzado y se mantiene en la carrera, no hay razón para que usted se pierda. “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse”. (Pr. 24:16), “Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. (1 Juan 2:1).
Al enemigo le gustaría engañarnos de un modo u otro. A él no le importa a quien y no deberíamos darle ninguna ocasión de hacerlo. Pablo dice: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestra tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. (He. 12:1, 2).`
¿Qué nos está diciendo Dios en estos versículos?
Por fe, no por vista, sabemos que somos hijos de Dios, ciudadanos de Su gobierno. Y como tales nos sometemos a sus normas y leyes. Como tal le honramos y reverenciamos como nuestro Salvador y Rey.
Vayamos ahora, por ejemplo, a los días de Noé. Noé vivió en un mundo excesivamente pecaminoso, como vosotros sabéis. Era tan perverso que, con todo lo misericordioso que es Dios, ya no pudo contenerse al ver el desarrollo de la maldad. Finalmente El ordenó a Noé que construyera un arca, y prometió que todos, ya bien justos o impíos que entraran al arca hallarían liberación del terrible diluvio. Puesto que no merecían tal favor, a ellos, por lo tanto, se les ofreció la liberación del diluvio solamente a través de la “Justificación por gracia” - A ellos se les iba a acreditar con justicia y se les iba a conceder vida que no merecían. Vemos así la “gracia” en acción para salvar pecadores aun en el tiempo de Noé. Así pues, “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Romanos 5:20.
En el Tiempo de Abraham, también, solamente como 400 años después del diluvio, el mundo había caído profundamente en la idolatría, y Dios le ordenó a Abraham a salir de la casa de su padre, fuera de su país idólatra, e ir a otra tierra, una tierra que habría de ser para los suyos y para el pueblo de Dios solamente. Y así como buenos o malos se unieron a Abraham y su Dios y fueron permitidos tan libremente de entrar a la tierra prometida como a los antediluvianos se les permitió entrar al arca, a ellos, también, les fue otorgada la “justificación por gracia”; o sea, ellos tuvieron el privilegio de ponerse del lado de Dios con Abraham, y compartir las bendiciones, más no debido a obra alguna de parte de ellos. Habiendo prevalecido hasta el fin, Abraham, cuya fe no faltó, vino a ser el padre de todos los que a través de la “justificación por gracia” obtienen justificación por fe. Vemos pues, que la “justificación por gracia” es precursora de la “justificación por fe”, cuya recompensa es la “justicia de Cristo.
Más tarde en la historia vino el tiempo cuando los que así lo desearon, buenos o malos, se unieron al éxodo, y salieron de Egipto, hallando así liberación de los capataces de Faraón y también de su ejército que los perseguía. No obtuvieron esta liberación porque la merecían, sino debido a la “gracia” de Dios hacia ellos (Véase Ezequiel 20:1-8). Así, “todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. 1ª Corintios 10:1-4. Si, a través de la “Justificación por la Gracia” nadie fue excluido de participar en las bendiciones entonces ofrecidas.
Habiendo recibido “justificación por la gracia” suficiente para cruzar el mar, una vez llegaron al desierto les fue dada una gran oportunidad de ejercitar la “justificación por fe”. Pero solamente aquellos que ejercitaron la “justificación por la fe” vivieron para entrar en la Tierra Prometida. Aquellos, sin embargo, que no hicieron mayor uso de “fe” en el desierto de lo que hicieron en Egipto perecieron en el desierto.
Finalmente, llegó la hora de que los fieles poseyeran la tierra. De manera que sólo aquellos cuya “justificación por la fe” les sustentó, cruzaron el río Jordán. Fueron los únicos. Para nuestro beneficio el Apóstol dejó el siguiente consejo: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. Hebreos 4:1-2.
¿Qué hicieron estos “héroes” de la fe que sirve de ejemplo? ¿Cómo se relacionan sus acciones con la esperanza de las cosas que no se ven?
“Es, pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (He. 11:1).
La justificación por la fe es por lo tanto el hacer obras que solamente por fe llevan la evidencia de la justicia: la sustancia que sostiene la esperanza de algo que no se ve ahora. Por ejemplo, si como Abraham no retrasemos todo lo que Dios nos ha revelado, aún cuando nos veamos como inmundos, como hizo Isaías cuando vio al Señor (Is. 6:5); entonces en el momento que nos arrepentimos y abandonamos nuestras malas obras, aceptamos por fe la realidad que no se ve, de que el Señor nos ha limpiado de todas ellas. En ese momento nos erguimos a la vista suya, no en la nuestra, “emblanquecidos como la nieve” (Is. 1:18). Esto no significa, sin embargo, que podamos decir ahora que hayamos alcanzado la perfección y que ya no estamos sujetos al pecado, “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal”. (Pr. 24:16).
Como ilustración: Hay un hombre, una mujer, un niño y una niña quienes siempre están bien vestidos e inmaculadamente limpios. No significa que sus ropas no se manchen ni que se desgasten, ellos son así por naturaleza. Esto es algo que no se puede evitar. De esta manera, estas personas siempre se mantienen sin manchas y limpios. ¿Pero cómo lo logran? Por un simple e incesante cuidado: Se bañan tan a menudo como sea necesario, lavan sus ropas tan pronto como comienzan a ensuciarse y las remiendan o reemplazan sin demora. De la misma manera se mantiene la fe Cristiana intacta. Él estudia la Palabra de Dios, cumple con todos los requerimientos, se arrepiente cuando peca, se levanta y se mantiene en la carrera. Y si comete un error inmediatamente lo corrige. De igual manera, si ofende a alguien, sin demora se reconcilia con el ofendido. No es prejuicioso. No señala los errores de otros, sino los de él mismo. No critica a un hermano por tener una motita en su ojo, sino que en su lugar él saca la viga que tiene en el suyo (Mt. 7:3 -5). Concede la libertad de conciencia a todos y se deleita para que “Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente”. (Ro. 14:5). No impone sus ideas y sus normas de vida a otros. Nunca demanda la confesión, pero siempre está listo para confesar y perdonar. “Agrada a todos, no procurando su propio beneficio, sino el de muchos para que sean salvos”. (1Co. 10:33). Y así, cumpliendo con la regla de oro (Mt. 7:12), por fe se mantiene sin mancha mientras ayuda a otros. Como resultado Cristo lo limpia espontáneamente “con el bautismo de la Palabra” y lo injerta dentro de la vid hermosa, la iglesia. El hace esto, de modo que El pueda “presentársela a si mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. (Ef. 5:27).
¿Cuáles son los tres requisitos para el éxito?
Ex. 14:11-16 – “Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto".
“Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que el Señor hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos".
“Entonces el Señor dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco".
Aquí vemos un cuadro de todo Israel sin valor justo en un tiempo cuando ellos más lo necesitaban. Para resolver su problema, ¿les ordenó el Señor inclinarse y orar? - No, la orden fue que tenían que salir adelante, que Moisés primeramente levantaría su vara y extendería hacia delante su mano para dividir el mar, para que la multitud atravesara por en medio del mismo. Para todo el razonamiento humano esta orden hubiera parecido absolutamente tonta a la vista de su dificultad, pero Dios sabía de que trataba todo esto. Sabía lo que hacía cuando los llevó allí también. Estaba a punto de hacer que ocurriera un evento tan grande que haría temer a los paganos y de esta manera haría posible que el pueblo de Dios se tomara la tierra de la promesa y también para librarlos de la persecución de los egipcios.
Esta lección muestra que la fe infalible, el coraje y la acción es la cooperación que se le pide al Cristiano convertido en cada paso de avance en el camino guiado por Dios y siempre trae el éxito.
Los Madianitas también perdieron su valentía y fueron derrotados. Sí, el desaliento trae la derrota. El desaliento es una de las trampas del diablo para traer la derrota al pueblo de Dios si ellos así lo permiten.
En los días del rey Besasar hubo una guerra en la cual los Medos y los Persas querían atravesar las paredes de Babilonia y ponerla bajo su dominio. Usted recordará que los Babilonios de repente fueron derrotados porque se confiaron demasiado. ¡Sí, ellos pusieron toda su confianza en sus fuertes paredes!
Para traer esta lección a nuestro tiempo encontramos en las Sagradas Escrituras que la causa de la caida de los Laodicenses se debe a la operación del mismo principio que llevó a Babilonia a su derrota – confianza excesiva. Si dicen que tienen toda la verdad y no tienen necesidad de más, aunque Dios dice que son “ desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos”. De esta manera han caído en la trampa que el Diablo les ha puesto.
En una guerra usted sabe que cada lado trata de confundir a su enemigo desmoralizándolo con en fin de debilitarlo y haciendo así su victoria más fácil. Y cuando planean sus ataques e invasiones, intentan hacerlas en los lugares que ellos piensan el enemigo menos sospecharía.
En la guerra espiritual, el Adversario del Cristiano no se duerme. Él también busca la oportunidad de derrotar su coraje y su moral y así se asegura de ocasionar su derrota como lo hemos visto demostrado en los ejemplos que hemos citado hoy. Y no piense ni por un momento que él no está buscando el punto vulnerable en nosotros también, para que pueda dar el golpe y ocasionar nuestra derrota. Esperaríamos su ataque viniendo del lugar me- nos esperado. Así que, a no ser que nosotros sepamos cual es nuestro punto más débil, ¿cómo podríamos saber donde nos va a atacar el Diablo?
¿Por qué se incluyó a Rahab, una prostituta pagana, en este texto de personajes bíblicos sagrados?
Mientras avanzaban, las huestes de Israel comprobaron que las había precedido el conocimiento de las obras poderosas del Dios de los hebreos, y que algunos de entre los paganos iban aprendiendo que él solo era el verdadero Dios. En la impía Jericó, éste fué el testimonio de una mujer pagana: "Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra." Josué 2:11. El conocimiento de Jehová que así había llegado a ella, resultó su salvación. Por la fe, "Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos." Hebreos 11:31. Y su conversión no fué un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto. PR 273.4
¿Cómo es Jesus el autor y consumador de nuestra fe?
Debemos ser cristianos fervorosos y sinceros, debemos realizar fielmente los deberes puestos en nuestras manos y contemplar siempre a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Nuestra recompensa no depende de nuestro éxito aparente sino del espíritu con el cual trabajamos... Ev 468.5
Las facultades de todo el ser deben dedicarse a un servicio abnegado. Hay que emplear cada talento. Aprovechar el futuro mejor de lo que habéis aprovechado el pasado. Entregad vuestros talentos a los cambiadores, porque Cristo siente un gran anhelo por las almas.—Manuscrito 20, 1905. Ev 468.6
“Jesús es el fundamento, el autor y el consumador de nuestra fe. ¿Por qué somos tan impotentes? Jesús vive; y porque él vive, nosotros también viviremos. Él es para nosotros un Salvador resucitado; ni un Salvador amortajado en la tumba nueva de José, que fue cerrada con una gran piedra y sellada con el sello romano. No lloréis como los que están desesperanzados y desamparados; nunca, bajo ninguna circunstancia, se deje llevar por la desesperación; pero de corazones agradecidos, de labios tocados por el fuego santo, que resuene el cántico alegre: “Jesús ha resucitado; él vive para interceder por nosotros.” Aférrate a esta esperanza, y sostendrá el alma como un ancla segura y probada. Cree, y “verás la gloria de Dios”. [Juan 11:40.]” OE 92 467.4 (pag.del inglés).
Isaías 51:1, 2 - “Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué”.
Dios aconseja a su pueblo de hoy que le oigan a él. Estos son los que están empeñados en obtener justicia, estos son los que están buscando al Señor, y que están ansiosos de que haya un reavivamiento y una reforma entre ellos. Son urgidos a que miren la roca de donde fueron cortados, y la caverna de donde fueron arrancados.
Los hijos de Abraham aquí mencionados, por lo tanto, no deben buscarse entre los judíos identificables no creyentes, sino entre los cristianos. Son amonestados a mirar a Abraham y a Sara, y a considerar que cuando Dios llamó a Abraham, aunque era sólo, no obstante, obedeció y Dios le bendijo; que a pesar de todas las imposibilidades aparentes con él y con Sara, El le multiplicó. ¿Y qué tal si usted sólo personalmente fue llamado por Su palabra, como lo fue Abraham, para representar usted sólo la Verdad y justicia, sería usted un héroe por Dios como Abraham, o sería usted como el apóstata Judas Iscariote?
Si no tuvimos el privilegio de escoger como Abraham, Dios no nos hubiera recordado de la experiencia de Abraham. Se nos ha dicho claramente que no perdamos el ánimo sino tener fe en Dios, pues El tiene la intención de bendecir y multiplicarnos, como bendijo y multiplicó a nuestros antecesores, Abraham y Sara…