En resumen, lo que venimos diciendo es esto: Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del lugar santísimo y del verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre. RVa — Hebreos 8:1 - RVa — Hebreos 8:2
Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un tiempo de gran prueba para los que conservaban aún la fe adventista. Su único alivio en lo concerniente a determinar su verdadera situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el santuario celestial. Algunos dejaron de creer en la manera en que habían calculado antes los períodos proféticos, y atribuyeron a factores humanos o satánicos la poderosa influencia del Espíritu Santo que había acompañado al movimiento adventista. Otros creyeron firmemente que el Señor los había conducido en su vida pasada; y mientras esperaban, velaban y oraban para conocer la voluntad de Dios, llegaron a comprender que su gran Sumo Sacerdote había empezado a desempeñar otro ministerio y, siguiéndole con fe, fueron inducidos a ver además la obra final de la iglesia. Obtuvieron un conocimiento más claro de los mensajes de los primeros ángeles, y quedaron preparados para recibir y dar al mundo la solemne amonestación del tercer ángel de Apocalipsis 14. CS 426.4
Lee Éxodo 25:8, 9, 40 y Hebreos 8:1-6. ¿Qué dos santuarios se describen en estos versículos?
El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo construído por Moisés a la orden de Dios como morada terrenal del Altísimo. "Me harán un santuario, para que yo habite en medio de ellos" (Éxodo 25:8, VM), había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el monte con Dios. Los israelitas estaban peregrinando por el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiese ser llevado de un lugar a otro; no obstante era una construcción de gran magnificencia. Sus paredes consistían en tablones ricamente revestidos de oro y asegurados en basas de plata, mientras que el techo se componía de una serie de cortinas o cubiertas, las de fuera de pieles, y las interiores de lino fino magníficamente recamado con figuras de querubines. A más del atrio exterior, donde se encontraba el altar del holocausto, el tabernáculo propiamente dicho consistía en dos departamentos llamados el lugar santo y el lugar santísimo, separados por rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante cerraba la entrada que conducía al primer departamento. CS 407.2
Además, el tabernáculo construído por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis". Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte". Éxodo 25:9, 40. Y San Pablo dice que el primer tabernáculo "era una parábola para aquel tiempo entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios"; que sus santos lugares eran "representaciones de las cosas celestiales"; que los sacerdotes que presentaban las ofrendas según la ley, ministraban lo que era "la mera representación y sombra de las cosas celestiales", y que "no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros". Hebreos 9:9, 23; 8:5; Hebreos 9:24 (VM).
El santuario celestial, en el cual Jesús ministra, es el gran modelo, del cual el santuario edificado por Moisés no era más que trasunto… CS 409.2 - CS 409.3
Pero queda aún la pregunta más importante por contestar: ¿Qué es la purificación del santuario? En el Antiguo Testamento se hace mención de un servicio tal con referencia al santuario terrenal. ¿Pero puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno capítulo de la Epístola a los Hebreos, se menciona claramente la purificación de ambos santuarios, el terrenal y el celestial. "Según la ley, casi todas las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fue pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fuesen purificadas con estos sacrificios, pero las mismas cosas celestiales, con mejores sacrificios que estos" (Hebreos 9:22, 23, VM), a saber, la preciosa sangre de Cristo. CS 412.3
Lee Levítico 16:21, 29-34; Levítico 23:16-32; y Hebreos 9:23-28. ¿Por qué era tan importante el Día de la Expiación en el antiguo Israel?
Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. "Así hará expiación por el santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el tabernáculo de reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias". Debía hacerse también una expiación por el altar: "Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel". Levítico 16:16, 19 (VM).
Una vez al año, en el gran día de las expiaciones, el sacerdote entraba en el lugar santísimo para purificar el santuario. El servicio que se realizaba allí completaba la serie anual de los servicios. En el día de las expiaciones se llevaban dos machos cabríos a la entrada del tabernáculo y se echaban suertes sobre ellos, "la una suerte para Jehová y la otra para Azazel". Vers. 8. El macho cabrío sobre el cual caía la suerte para Jehová debía ser inmolado como ofrenda por el pecado del pueblo. Y el sacerdote debía llevar velo adentro la sangre de aquel y rociarla sobre el propiciatorio y delante de él. También había que rociar con ella el altar del incienso, que se encontraba delante del velo.
"Y pondrá Aarón entrambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y le enviará al desierto por mano de un hombre idóneo. Y el macho cabrío llevará sobre sí las iniquidades de ellos a tierra inhabitada". Levítico 16:21, 22 (VM). El macho cabrío emisario no volvía al real de Israel, y el hombre que lo había llevado afuera debía lavarse y lavar sus vestidos con agua antes de volver al campamento.
Toda la ceremonia estaba destinada a inculcar a los israelitas una idea de la santidad de Dios y de su odio al pecado; y además hacerles ver que no podían ponerse en contacto con el pecado sin contaminarse. Se requería de todos que afligiesen sus almas mientras se celebraba el servicio de expiación. Toda ocupación debía dejarse a un lado, y toda la congregación de Israel debía pasar el día en solemne humillación ante Dios, con oración, ayuno y examen profundo del corazón.
El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Solo proveía un medio para transferirlo al santuario. Con la ofrenda de sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley. El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias. Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y echados lejos del pueblo. CS 413.3 - CS 414.4
Compara Daniel 7:9, 10 con Apocalipsis 14:6, 7. ¿Cuál es la semejanza entre estos dos pasajes?
Como se señaló anteriormente, para Juan se afirmó vagamente que el tiempo del comienzo del Juicio sería “más allá” de su tiempo, pero para Daniel se demostró definitivamente que se convocaría en algún momento después de que surgiera el “cuerno pequeño” de la bestia, y antes de que los santos poseer el Reino (Dan. 7:8-11). Sin embargo, la fecha exacta está determinada por Daniel 8:14: “Hasta dos mil trescientos días; entonces será limpiado el santuario”, se quitará la cizaña de él. En ese momento, mientras se realiza la limpieza, la iglesia proclama: “Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio”. Apocalipsis 14:7…
Lea Apocalipsis 22:10-12. Cuando Jesús regrese, ¿cuál será el destino de toda la humanidad? ¿Qué declaración clara se le hace a Juan?
Cuando el tiempo de la “cizaña”, “los hijos del maligno” (Mateo 13:18), llegue a su plenitud, entonces comenzará “la cosecha” y traerá “el fin de este mundo”. Mate. 13:30, 40. Al tener lugar en el fin del mundo, necesariamente es la reunión del pueblo mediante el mensaje de Elías, la última proclamación del evangelio enviada por el cielo, que se predica primero a la iglesia justo antes de los grandes y terribles. día del Señor (Mal. 4:5), y luego a todo el mundo durante ese día tan esperado.
Cuando tanto los judíos como los gentiles que han respondido al llamado hayan sido reunidos de los cuatro confines de la tierra, entonces terminará la cosecha; entonces el último momento del tiempo de prueba habrá huido para siempre; entonces habrá llegado el fin, y del “gran trono blanco” habrá salido el fiat inmutable: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, ensúciese todavía; y el que es justo, sea justo todavía”. : y el que es santo, santifíquese todavía”. Apocalipsis 22:11.
Lea Mateo 25:1-13. ¿Por qué Jesús se relaciona de manera tan diferente con estos dos grupos de creyentes?
En esta parábola se ve que la iglesia es comparada con diez vírgenes, cinco de las cuales no aprovechan el aceite extra – Verdad especial para este tiempo, es decir, estas cinco no prestan atención a la verdad del Juicio de los vivos. , la separación o purificación de la iglesia. Cuando se hace el clamor: “He aquí, el Esposo viene; salid a su encuentro”, las diez vírgenes ven que la luz de sus lámparas se apaga; ven que el mensaje del Juicio de los muertos está pasando. Rápidamente, las cinco vírgenes prudentes llenan sus lámparas con el aceite extra que han almacenado en sus vasijas y van al encuentro del Esposo. Pero las cinco vírgenes insensatas, aquellas que pensaron que no había necesidad de aceite extra, que no había necesidad de un mensaje extra, el mensaje del Juicio de los vivos, se encuentran en una gran oscuridad. Sí, se encuentran sin la luz que revela el mensaje del Juicio de los vivos. Al descubrir su necia negligencia, se apresuran a obtener aceite, luz sobre el tema, pero mientras tanto la puerta ha sido cerrada (el tiempo de prueba para las vírgenes, la iglesia, ha cerrado). Cuando piden admisión, el Señor mismo les dice cortésmente: “No os conozco”.
La señal del Reino venidero que presenta esta parábola es obviamente el mensaje especial (el aceite extra) que anuncia el Juicio de los vivos, el mensaje que despierta a los buscadores de la Verdad de corazón abierto y que condena a sus opositores, los hipócritas y tibios en la iglesia – aquellos que están satisfechos y se creen ricos y enriquecidos con bienes, sin necesidad de nada (sin necesidad de una Verdad oportuna), aquellos que nunca despiertan al hecho de que son absolutamente indigentes. Eso sí, estas no son mis palabras, lee lo que el Señor le dice a Laodicea…
Read Hebrews 4:14-16 and Hebrews 10:19-22. What assurance and divine invitation do these verses give to each one of us?
La expresión "reino de Dios", tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. El reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epístola a los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede "compadecerse de nuestras flaquezas", el apóstol dice: "Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia". Hebreos 4:16. El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino. En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, "el reino de los cielos", para designar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres. CS 346.4
Lea Apocalipsis 11:19. En el contexto de la gran controversia, ¿por qué es significativa esta visión? ¿Cómo muestra el vínculo inseparable entre la ley y el evangelio?
El hecho de que el templo terrenal siga el modelo del templo celestial muestra que el templo celestial está dividido en dos departamentos: el santo y el Santísimo. El día de la expiación (juicio) en el templo terrenal, se abrió la puerta del Santísimo y se cerró la puerta del lugar santo. Este servicio tipificó el comienzo de la expiación (juicio) antitípico, cuando se abrió la puerta del Santísimo en el templo celestial y se cerró la entrada al lugar santo. En otras palabras, cuando se abría la puerta interior, se cerraba la puerta exterior, haciendo así que los dos apartamentos fueran uno solo. (Véase Levítico 16:2, 17; Apocalipsis 4:1; 15:5; Primeros Escritos, p. 42.) De modo que el hecho de que el templo esté cerrado mientras se celebra el juicio hace imposible que uno que esté afuera pueda ver “el arca de su testamento”, hasta que se complete el juicio, cuando la puerta que estaba cerrada se abrirá nuevamente, según Apocalipsis 15:1, 5-8.
En consecuencia, el cumplimiento de la declaración profética, “el templo de Dios fue abierto en el cielo, y en su templo se veía el arca de su testamento” (Apocalipsis 11:19), tal como fue en el principio de la Sentencia, se realice después de terminada la misma; es decir, después del cierre del tiempo de gracia, cuando se abre la puerta del templo. Y después de que el tribunal judicial abandone el templo, “una de las cuatro bestias” dará “a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios” (Apocalipsis 15:7), y el templo se “llenará de humo”. de la gloria de Dios y de su poder; y nadie” podrá “entrar en el templo, hasta que se cumplan las siete plagas de los siete ángeles”. Apocalipsis 15:8…
La ley de Dios que se encuentra en el santuario celestial es el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: "Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley". Mateo 5:18 (VM). Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre "com testigo fiel en el cielo". Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni un tilde han sido cambiados. Dice el salmista: "¡Hasta la eternidad, oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo!" "Seguros son todos sus preceptos; establecidos para siempre jamás". Salmos 119:89; 111:7, 8 (VM). CS 430.2
Lee Hebreos 10:9-14. ¿Qué diferencia revela este pasaje entre el ministerio del sacerdote en el santuario terrenal y el ministerio de Jesús en el santuario celestial?
"Cuán diferente era el verdadero Sumo Sacerdote del falso y corrompido Caifás. En comparación con Caifás, Cristo sobresale puro e inmaculado, sin mancha de pecado. "Con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" [Hebreos 10:14]. Esto le permitió proclamar en la cruz con voz clara y triunfante: "Consumado es." [Hebreos 9:24-26; 10:12, citado.] Cristo entró una sola vez en el lugar santo, "habiéndonos obtenido eterna redención" [Hebreos 9:12]. "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" [Hebreos 7:25]. 12MR 392.3
"Cristo no se glorificó a sí mismo al ser hecho Sumo Sacerdote. Dios le dio su nombramiento para el sacerdocio. Debía ser un ejemplo para toda la familia humana. Se calificó a sí mismo para ser, no sólo el representante de la raza, sino su Abogado, para que cada alma, si quiere, pueda decir: Tengo un Amigo en la corte. Es un Sumo Sacerdote que puede conmoverse con los sentimientos de nuestras debilidades". 12MR 393.1
Lee Hebreos 6:19, 20. ¿Por qué nos invita a seguirle y qué descubrimos cuando le seguimos?
Delante de nosotros ha sido colocada la esperanza, la esperanza de la vida eterna. Nada menos que eso satisfará a nuestro Redentor, pero depende de nosotros aferrarnos de esa esperanza por fe en Aquel que ha prometido. Quizá tengamos que sufrir, pero los que son participantes con él en sus sufrimientos, participarán con él en su gloria. El ha comprado el perdón y la inmortalidad para las almas pecadoras de los hombres que perecen, pero depende de nosotros el recibir esos dones por fe. Creyendo en él, tenemos esta esperanza como un ancla del alma, segura y firme. Hemos de comprender que podemos esperar confiadamente el favor de Dios no solo en este mundo, sino en el mundo celestial, puesto que Cristo ha pagado tal precio por nuestra salvación. La fe en la expiación e intercesión de Cristo nos mantendrá firmes e inconmovibles en medio de las tentaciones que oprimen a la iglesia militante. Contemplemos la gloriosa esperanza que es puesta ante nosotros, y aferrémonos de ella por fe... AFC 79.5
En Cristo se centraliza nuestra esperanza de vida eterna... Nuestra esperanza es un ancla para el alma, segura y firme, cuando entra dentro del velo, pues el alma zamarreada por la tempestad se convierte en participante de la naturaleza divina. Está anclado en Cristo. En medio de los furiosos elementos de la tentación, no será empujado contra las rocas ni arrastrado al remolino. Su barco superará la tormenta". —Carta 100, 1895. AFC 80.3
Pero el pueblo no estaba aún preparado para ir al encuentro de su Señor. Todavía le quedaba una obra de preparación que cumplir. Debía serle comunicada una luz que dirigiría su espíritu hacia el templo de Dios en el cielo; y mientras siguiera allí por fe a su Sumo Sacerdote en el desempeño de su ministerio se le revelarían nuevos deberes. Había de darse a la iglesia otro mensaje de aviso e instrucción.
El profeta dice: "¿Pero quién es capaz de soportar el día de su advenimiento? ¿Y quién podrá estar en pie cuando él apareciere? porque será como el fuego del acrisolador, y como el jabón de los bataneros; pues que se sentará como acrisolador y purificador de la plata; y purificará a los hijos de Leví, y los afinará como el oro y la plata, para que presenten a Jehová ofrenda en justicia". Malaquías 3:2, 3 (VM). Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios y sus propios y diligentes esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal. Mientras se prosigue el juicio investigador en el cielo, mientras que los pecados de los creyentes arrepentidos son quitados del santuario, debe llevarse a cabo una obra especial de purificación, de liberación del pecado, entre el pueblo de Dios en la tierra. Esta obra está presentada con mayor claridad en los mensajes del capítulo 14 del Apocalipsis.
Cuando esta obra haya quedado consumada, los discípulos de Cristo estarán listos para su venida. "Entonces la ofrenda de Judá y de Jerusalén será grata a Jehová, como en los días de la antigüedad, y como en los años de remotos tiempos". Malaquías 3:4 (VM). Entonces la iglesia que nuestro Señor recibirá para sí será una "iglesia gloriosa, no teniendo mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante". Efesios 5:27 (VM). Entonces ella aparecerá "como el alba; hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejército con banderas tremolantes". Cantares 6:10 (VM). CS 420.4 - CS 421.2